23 septiembre, 2025

New York, New York

Ya está allí, en la ciudad que nunca duerme, el «king of the hill», que deja atrás la melancolía de pueblo, el blues tricolor, para participar en la Asamblea de la ONU, buscar chenchén para la empresa privada y operarse un hombro, en New York, lejos del ruido del patio limoso y el olor a injusticia que se ha tomado este país, y que él y su gobierno/contubernio se han propuesto mantener: todo por la clientela.

La decisión de operarse en la «Gran Manzana» fue comunicada en el rofeo de prensa del jueves, con una muletilla innecesaria por obvia, pero muy reveladora: «lo pago yo, por supuesto», poniendo al descubierto lo que es un secreto a voces: mejor es gastarse la plata en médico fuera, que sufrir la falta de insumos en nuestra querida tierra. Lo más paradójico de todo es que se va a reunir con los de la «Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con el propósito de concretar el traslado de la sede de la OPS a Panamá». Traer la máxima representación de la salud a un país en el que no quieres operarte, es un insulto a cualquier mínimo intelecto.

Quizás la villa de 7 millones de dólares en reparaciones sea la respuesta a la falta de insumos (y muchas cosas más) que, sumados a los 5 millones de dólares de los Premios Juventud, que nadie explica a quién benefician (no a Panamá), puedan hacer la diferencia para que, «con paso firme», tengamos un lugar para el alivio del hombro presidencial.

Dios nunca fue panameño, no somos el corazón del universo, ese es el cuento que nos han dado a comer. Vivimos por encima de nuestras posibilidades morales, confiando en unos y otros, creyendo que las cosas pueden cambiar, pero nadie les planta cara a los corruptos: no somos New York, no tenemos buenos hospitales, y eso lo confirma el hombro del presidente.

Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 23 de septiembre de 2025.