25 enero, 2020

Adiós, mamá


Mamá como un personaje. Mamá llevándome al parque, al teatro, al Mc Donald´s. Mamá casi cayendo por una alcantarilla por ir a recoger un póster de Parchís. Mamá escuchando a Olga Guillot, a Concha Piquer, a Sophy de Puerto Rico. Mamá llevándonos a la radio; mamá viendo la novela con mi abuela; mamá llorando su amor perdido, mamá confundida, mamá de lejos, mamá.

Me perdonarán esta columna, pero a mi mamá le gustaban los periódicos. Compraba todos cuando había plata, en los años buenos --que los hubo--, y estaba contenta de leerme tocando el papel y la tinta. Mi mamá a veces me preguntaba por teléfono “¿qué quieres decir con eso?”, y yo le explicaba y aprendía la lección: sé más claro para que tu mamá lo entienda.   Seguir leyendo en el enlace.


Artículo publicado en el diario La Prensa, sábado 25 de enero de 2020.

21 enero, 2020

Los reductores de cabezas


Se llaman Shuar y su arte de reducir cabezas perseguía dos motivos concretos: el primero, dominar el espíritu del enemigo decapitado para que no volviera con deseos de venganza, y el segundo, exhibirlas para escarmiento y terror de los que las vieran. Dominio y terror: la misma fórmula de los entusiastas de la ignorancia.

La reducción de cabezas es perfecta en estos tiempos de “consumo de simplificaciones”, como decía Nicolás Melini en una entrevista. La reducción, llevada a cabo en una liturgia de ninguneo del conocimiento y afeamiento de la búsqueda de criterio, tiene como fin prepararnos para las simplificaciones, que serán consumidas con un gusto ingenuo y sin el más mínimo atisbo de deseo de preguntarnos ¿es esto todo? Seguir leyendo el artículo aquí.


Artículo publicado en el diario La Prensa, 21 de enero 2020.

14 enero, 2020

El culto a la ignorancia


Corría el año 1986 cuando cayó en mis manos un libro grueso, de letras apretadas y páginas amarillentas que decidí leer a toda costa: “Introducción a la Ciencia” de un tal Isaac Asimov del que solo sabía que era un genio. Más de 800 páginas de ciencia divulgativa que pensaba yo, me prepararían para abordar el bachillerato en Ciencias.

Unos años antes, el 21 de enero 1980, Asimov firmó un artículo en la revista Newsweek, breve, apenas una página, titulado "Un culto a la ignorancia" donde daba un certero diagnóstico de la sociedad y su relación con el conocimiento que se encierra en la siguiente frase: “mi ignorancia es tan válida como tu conocimiento”. Seguir leyendo el artículo aquí.

Artículo publicado en el diario La Prensa, 14 de enero de 2020.

07 enero, 2020

La vida de los que escriben

Mario Benedettí con su madre.

Blas Matamoro dice en su ensayo “Novela familiar” lo siguiente: “Nunca tenemos acabada la definitiva historia de la vida de un escritor, como tampoco tenemos leída del todo y para siempre su obra”, precisamente porque el escritor imbrica vida y escritura, vida y lectura, convirtiéndose siempre en parte de la obra que construye, porque sin ser nunca el protagonista de sus historias busca construirse una memoria de sí mismo.

Esta es una de las evidencias silenciosas y más importantes del hecho de ser escritor: la vida del que escribe es muy poco pública, es poco consciente de los focos, de los medios. La escritura todo lo copa, la escritura es su asomo al otro, la asunción de su lugar en el mundo.

Uno inventa su vida mientras escribe, “al hacer narrable algo en sí mismo inenarrable”, dice Matamoro. Se narra la herida, y sin herida no hay historia. Escribir sin herida, sin narrarse, puede ser muy democrático pero nunca producirá buena literatura. Impreso no es sinónimo de escrito.

La vida bajo las letras se nota. La narración de la luz o de la oscuridad, el ritmo del silencio, los versos del hambre. El escritor repuja el cuero, lo hiende con su vida, deja una huella en el texto y en el alma del que lee, de eso va la literatura, de búsqueda propia y de hacer camino al escribir.

Esto no se aprende en ningún taller literario. La herida, como el talento, se trae de casa. Se puede enseñar a dominar la técnica narrativa pero sin herida, ni la mirada que genera, nuestra obra será solo una cáscara de tinta.

Aunque todo pase por discutible, conviene ser conscientes de que muchas frustraciones y egos literarios nacen directamente de esta falta de vida en muchas obras. Se puede escribir sobre el 9 de enero, pero sin olvidar que la emoción y la belleza no los da el tema, los construye desde la herida el buen escritor.


Artículo publicado en el diario La Prensa, 7 de enero de 2020.

01 enero, 2020

La década del cambio


Recuerdo la viñeta del gran Antonio Mingote cuando estábamos apunto de entrar en el nuevo milenio: un hombre asomado por el agujero del cero, no se sorprende por lo que ve. Más de lo mismo es lo que parece mirar.

Al asomarnos por las ranuras de los ceros del 2020 parece que lo que nos espera es más de lo mismo: "buen gobierno" lento, con políticas titubeantes y corruptelas que parecen no tener fin. El año que viene (la década) no tiene visos de mejora. Y esto no es pesimismo.

Aún así, está última noche del año les ánimo a asumir un compromiso con ustedes mismos: voy a leer más, voy a dedicar tiempo y esfuerzo a estar informado, a no dejarme permear por la indolencia civil.

Este nuevo año necesitamos un compromiso más serio con nuestra democracia y eso comienza por desarrollar el hábito de la lectura. Allí empieza todo. La única manera de no dejarnos seducir por el reguetoneo politiquero es abrazar el conocimiento.

Nuestra actitud hacia la cultura y el conocimiento tiene que dar un giro. Los vuelcos sociales no empiezan en los gobiernos, arrancan en los hogares, en las aulas, con padres y maestros con visión de futuro, con jóvenes que de verdad comienzan a interesarse por el suyo y lo que esto significa, con adultos que no van a resignarse a que las cosas sigan igual.

Nuestro país no tiene más tiempo, no tiene otra década para invertir en promesas huecas, necesita que todos estemos más atentos que nunca a dónde van nuestros recursos y hacia dónde quieren llevar la educación. Habrá muchos temas, pero éstos dos harán la diferencia en esta década: si el dinero no va a educación será más fácil robarnos.

Ojalá no tenga razón la viñeta. Ojalá nos asomemos por los ceros y el futuro se vea enderezando la senda, no por obra de ninguna energía, sino por la convicción inquebrantable de los ciudadanos de nuestro país.


Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 31 de diciembre de 2019.