Arrancan las clases en Panamá. Recuerdo la emoción de la
primera mañana, el uniforme, los zapatos nuevos, las ganas de aprender y sobre todo,
las ganas de amistad y de juego. De todos mis amigos, el libro no era el mejor,
no exactamente, pero lo apreciábamos, y las maestras que tuve intentaron
enseñarme el amor al conocimiento lo mejor que sabían.
Veo las fotos de mis sobrinos en su primer día de clases y
les envidio. Mis hijas salen corriendo con sus amigos a formar su fila para
esperar el timbre y empezar a soñar aprendiendo. ¡Quién pudiera volver a
sentarse a escuchar a la maestra y sentir el cobijo de una segunda madre que
cuida que sepas leer y escribir!
Arrancan las clases en Panamá, en la escuela República de
Costa Rica de La Chorrera. Un edificio provisional acoge a los estudiantes.
Ciertamente el inicio de clases no es igual para todos y fíjense ¡el presidente
de la República estuvo allí! ¡Qué manera tan importante de empezar el año
escolar! El acceso a las instalaciones provisionales es un caos, pero los
padres, garantes de la educación de sus hijos, no ceden a las adversidades.
En esa visita, el presidente con minúscula, vuelve a
sorprenderme con una actitud de esas que hacen historia. ¿Cómo se comprueba que
un piso de escuela (provisional) es seguro? La escena que veo en un video es
ésta: un grupo nutrido de personas accede al recinto. Una madre le muestra al
ciudadano elegido por la mayoría para gobernar el país (no es suyo, ni es el
jefe de nadie), cómo el suelo cede bajo sus pies. Una madera combada con el
peso de la señora hace saltar las alarmas. El presidente observa. Entonces va a
una clase, los niños son puestos en pie y Juan Carlos Varela, cruzado de brazos,
pide a los niños que brinquen en su puesto. El suelo no cede, menos mal. Entonces
se vuelve a la madre y le pregunta "¿está tranquila señora?"
Seguro que el señor Varela no dejaría a sus hijos asistir a
clase en esas condiciones. Es tan esperpéntica su intervención que, después del estupor del primer visionado, uno cae de la tristeza a la rabia contenida al
ver que la persona que debe encarnar el buen gobierno, la escucha atenta y resolutiva
de las situaciones adversas del país, tenga tan poca sensibilidad y exhiba
tanta torpeza en su trato. Enfurruñado como un niño chico acostumbrado a tener
siempre la razón va y hace que los alumnos “brinquen” a ver si es verdad que el
piso cede.
Esta actitud lo único que hace es destruir la imagen de
nuestro país. Queremos engañar a turistas e inversores para que visiten un "país
moderno" que esconde vergüenzas como éstas que son muy graves. Si lo que quieren es
moldear una sociedad de serviles y olvidadizos de su identidad y deber, van por
muy buen camino. Brinquen en su puesto, a ver si el suelo cede, a ver si se hunde todo de una
vez por todas.
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