La culpa, ese sentimiento tan castrante según unos, y del que nos podemos librar según otros (sin relativizarlo ni excusarlo), me obsesionó de una manera tan profunda que me empujó hacia la Psicología, la Criminología y la Teología. Las tres carreras las dejé de manera formal, y hasta el día de hoy las sigo frecuentando con muchas lecturas: no he podido dejar de mirar nunca a ese peligroso abismo del que debemos guardarnos, como decía Nietzsche (“Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti”. "Más allá del bien y del mal"). Sigue leyendo aquí.
Publicado en la Revista de Cultura Hispanoamericana otroLunes, #61, en noviembre de 2021.
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