El presidente de la república rofea, los sindicatos rofean; rofea la policía y los ciudadanos rofean a la policía, y así nos vamos aislando como sociedad, evidenciando una alarmante «nostalgia del dictador»: unos quieren un Bukele, un Trump, o un resucitado Torrijos o Arnulfo Arias: alguien que venga y nos resuelva la corrupción clientelar que nos hemos creado.
Los periodistas opinan, hacen editoriales, predican su doctrina sin soluciones y siguen generando una profunda desconfianza, y son sustituidos por una caterva de opinadores con miles de seguidores en redes que son peligrosísimos, y que generan a capricho un caos que el ciudadano se cree porque no tiene criterio y le parece más fiable. Las islas de este archipiélago que somos, se hacen más visibles en la redes, que no son más que el consuelo de los necios.
Es tramposo oponernos como panameños unos a otros. Si eres policía, «represor», si sindicalista, «terrorista», lo que es de un simplismo triste que nos desvía de lo que es importante: tenemos que hacernos oír, pero no de cualquier manera; que somos todos panameños, aunque unos se crean más patriotas que otros; que no podemos renunciar a ser istmo por ser archipiélago: corremos el riesgo del «divide y vencerás», y ya nos llevan ventaja.
«No me sirve la razón si tú no estás aquí», dice la canción, pero esta sociedad es de razones y no de soluciones. Nos gusta hablar paja, tener razón en nuestro fuero interno, en nuestras redes, esperando que al salir de casa todo esté solucionado, pero que va, eso es cuento, es ignorancia y falta de criterio.
Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 18 de febrero de 2025.
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