Camilo José Cela, Nobel 1989, se presentó al premio Planeta en 1994. Ganó. En 1995 le dieron el Cervantes. Saltó la noticia: plagio. José Saramago, Nobel 1998, publica Las intermitencias de la muerte en 2005. Saltó la noticia: plagio. Alfredo Bryce Echenique, premio Planeta 2002. Saltó la noticia: plagio. Tres ejemplos recientes y conocidos.
El plagio es condenable, sin fisuras ni excusas grandilocuentes. Esta forma de corrupción es común, antigua y de muy mal gusto, la practique quien la practique. Al plagiario lo convierte en víctima de sus limitaciones y vanidad; al plagiado, lo cosifica, transformándolo en mero objeto de copia. Seguir leyendo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, 28 de junio de 2018.
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