25 diciembre, 2024

Milagro de Navidad

Ojalá nos pasara a los panameños como a Ebenezer Scrooge en Cuento de Navidad: que se le aparezcan los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras para que algo de dentro nos mueva hacia una verdadera transformación y nos convierta en un milagro navideño, aunque tengo la sensación de que para nosotros no hay mucho margen de mejora, ni siquiera en un cuento, así lo escribiera el mismísimo Dickens.

Nuestras navidades pasadas y presentes se parecen mucho, apenas se notan cambios en los fantasmas. Dan el mismo miedo, cuestan igual, y ya les hemos perdido el respeto y ni siquiera tienen la capacidad de hacernos reflexionar: el hartazgo es tan grande que ya no tememos ni pensamos, total, parece que vivimos en el mismo subdesarrollo, solo que ahora nos oprimen de civil y antes de uniforme verde oliva.

El panorama de las navidades futuras se parece mucho a estas. Nos veremos con los mismos titulares, con los mismos problemas, los mismos empobrecidos, los mismos corruptos. Llevamos en la misma Navidad depauperada años, y nos seguimos comiendo el mismo cuento navideño sin final feliz ni milagro, con la banda sonora de Asalto navideño, con Héctor y Willy cantándonos La Murga, o el Gran Combo diciéndonos, clarividentes, «Tíralos pa’bajo que son un peligro arriba», pero no escuchamos a los profetas de la salsa.

Ojalá esta sea la Navidad en la que de verdad tomemos conciencia de quienes somos y hacia dónde vamos. Deseo que bajo el árbol nos dejen el regalo de un mejor criterio, de más honestidad y menos cinismo. Que el Cristo que nace nos traiga paz y una verdadera transformación como sociedad. Necesitamos más que nunca de un milagro de Navidad.

¡Feliz Navidad! Que la única luz que de verdad puede iluminarnos el camino, nos guíe a la única salida posible de nuestra circunstancia: una renovación de nuestro carácter nacional que deje atrás y para siempre la corrupción y el juega vivo.

Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 24 de diciembre de 2024.

20 diciembre, 2024

Seguir recordando


Hay quienes no creen en la necesidad de contar con un día de duelo nacional por un asunto práctico: detener la economía. El problema no es decretar que el 20 de diciembre sea de reflexión o duelo, el problema está en la poca pedagogía que hacemos de la memoria histórica reciente. Hemos perdido, hace tiempo, la capacidad de seguir recordando.

Hemos de evitar perder la memoria por cansancio y por dejadez pautada por los pragmáticos, que lo que desean es que vivamos desmemoriados, como si aquí no nos hubiera pasado nada, como si lo único importante fuese la recuperación de la democracia, y los muertos sean solo un daño colateral. Aquello que nos hicieron no fue justo, y muchos seguimos discutiendo si era necesario. Lo cierto a fecha de hoy es que fue, y ahora toca no olvidarlo.

Tzvetan Todorov, nos enseña en Los abusos de la memoria que «la memoria ejemplar es potencialmente liberadora», es decir, no usamos el recuerdo para exacerbar nuestras instancias más primitivas, no, pero recurrimos al recuerdo de lo pasado «con vistas al presente, aprovechando las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día, y separarse del yo para ir hacia el otro».

Han pasado 35 años. Un cielo moteado de ardientes fulgores de muerte se precipitó sobre distintos puntos de este país. Volvimos a sufrir aquella madrugada, pero a gran escala, lo que vivimos el 9 de enero de 1964, el abuso del supuesto «vecino amable», que pudiendo hacerlo de otra forma, optó por una crueldad mortal innecesaria. Y aquí estamos, de aquellos polvos estos lodos.

Sigamos recordando, sigamos contando qué fue lo que pasó en novelas, poemas, cuentos, en obras de teatro. Hablemos todos, escuchemos, dejemos registros de una «memoria ejemplar» que persigue no caer en la vieja posibilidad de repetir los mismos errores. No seamos necios: si nos olvidamos, ya lo hemos dicho, otros vendrán a recordarnos como nunca fuimos.

Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 17 de diciembre de 2024.

03 diciembre, 2024

El alcalde disruptivo

La revista Forbes Centroamérica publica en portada una foto en blanco y negro de los alcaldes de San José y de Panamá. Los llama «disruptivos». Ambos tienen aspecto de estar encantados de conocerse. Solo hablaré del panameño, que no termina de romper con nada, sino que comprueba la deriva política que sufre nuestro país por mano propia: tenemos lo que hemos votado.

Cuando digo que el alcalde es el «Chikilicuatre» de la política panameña no es burla, es un paradigma. En 2008, un personaje de ficción representó a España en Eurovisión. El público, harto de los malos resultados, optó por un voto disparatado y mandó a Rodolfo Chikilicuatre al certamen. No quedó en mala posición, y ha superado a muchos de sus sucesores pero, al poco tiempo, desapareció: el actor que lo encarnaba no se dejó tragar por el personaje.

Mayer Mizrachi se cree su personaje, confunde su vida y su persona con la Alcaldía, taquilla, trata el cargo para el que fue elegido como si fuese de su propiedad; desaparece biencuidaos y buhoneros y no dice dónde los recoloca, y ahora les da permisos hasta el 6 de enero para vender, pero no una solución continua a su realidad. Y eso que lleva poco más de cinco meses. ¿Que le demos chance como al presidente? Sí, claro, pero que quede dicho que a ambos se los ha tragado hace tiempo su personaje, y que no hay nada más peligroso en política que un funcionario que se cree su propio delirio.

Lo único disruptivo del «Chacalde» (casi Chikilicuatre) es su afán de ser quien no es. Por lo demás, es exactamente igual que sus antecesores: sordo a los consejos, con poco conocimiento, y con un afán de protagonismo peligroso, que lo lleva a ponerse delante de todos para brillar tomando a los ciudadanos por tontos. Ojalá que se le pase pronto el personaje, y también al presidente de la república, y se pongan a hacer su trabajo.

Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 3 de diciembre de 2024.