13 abril, 2022

La escritura, el espíritu del escritor y la vergüenza

El viejo Roland Barthes, con el que tiene uno que esforzarse para comprenderle, publicó en 1969 una columna en el Corriere della sera, llamada “Diez razones para escribir”, en las que enumera las que cree que son las suyas para hacerlo. La que más me llama la atención es la número siete, en la que afirma que lo hace “para satisfacer a amigos e irritar enemigos”. Uno se ríe, quizás tenga razón, pero el resto del libro, donde se recoge el citado artículo (“Variaciones sobre la escritura”, Paidós, 2002), nos propone un nivel de significación, de estructuras, de discusiones relativas al texto y a su ejecución, que hacen que desaparezcan las risas de inmediato: escribir es un oficio creativo de traspiración extenuante, algunas veces, muchas, y otras, muchas, algunas, de un placer apasionante. Seguir leyendo el artículo aquí.

Artículo publicado en el diario La Prensa, viernes 8 de abril de 2022.

17 marzo, 2022

Variaciones sobre la biblioteca

Carlos Fong, hablaba los otros días en un artículo de las bibliotecas como parte de la necesaria acción política que dé acceso al conocimiento y la cultura a los ciudadanos. También lo hacía Nelva Reyes, en otro artículo, denunciando el deterioro que están sufriendo los libros y demás material de la Biblioteca Pública Carlos L. López de Las Tablas, cuyo Consejo Municipal no da solución a esta penosa situación.

Lo cierto es que el grado de abandono de las bibliotecas da una medida del nivel cultural y humano de quienes gobiernan. Me sorprendió gratamente que el diputado Juan Diego Vásquez, presentara un anteproyecto de ley que establece un marco jurídico para las Bibliotecas públicas en Panamá: cuando alguien tiene interés en que los demás tengan acceso al conocimiento, demuestra seguridad en sí mismo y una voluntad de transformación social que debe tenerse en cuenta para futuras citas electorales. Me fío siempre de una persona que no teme al crecimiento intelectual de los que lo rodean, que muestra interés por los libros. Seguir leyendo el artículo aquí.

Artículo publicado en le diario La Prensa, viernes 11 de marzo de 2022.

28 febrero, 2022

Wole Soyinka: Cincuenta años después

¿De qué escribe un hombre después de cincuenta años sin publicar una novela? Wole Soyinka (Nigeria, 1934) publicó su última novela en 1973. Poeta, ensayista y dramaturgo, reconoce que su fuerte no es el de ser novelista pero, a la vista de cómo maneja el tempo narrativo y la construcción de personajes en su primera novela, “Los intérpretes”, no cabe duda de que estamos ante un escritor brillante y sugestivo.

En 2021, el Premio Nobel de Literatura de 1986 (primer escritor africano y negro en obtenerlo), vuelve al terreno de la novela con “Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra” (Alfaguara) casi cincuenta años después, con una voluntad casi testamentaria. Las más de 600 páginas de la novela, y su largo título, dan cuenta de que estamos ante una obra que consigna varios de los mejores retratos de su Nigeria natal. Seguir leyendo la reseña aquí.

Reseña publicada el viernes 25 de febrero de 2022 en el diario La Prensa de Panamá

22 febrero, 2022

Crónica de la feria

Es de todos conocido aquel refrán que reza: “Cada uno habla de la feria según le fue en ella”. Lo malo de estas píldoras de supuesta sabiduría popular es que, la mayoría de las veces, son trampas dialécticas en las que nos enredamos el criterio y el buen juicio.

El relevo en el Ministerio de Cultura, ha generado mucho debate. Ante la evidencia de que la gestión ha sido de las malas (quizás el Ministerio de la República que en menos tiempo se ha degradado), los que han recibido algún beneficio del saliente, loan la gestión negando la mayor (allí quedan asuntos sin esclarecer), contando que a ellos en la feria les fue bien: son cronistas de las partes por el todo. Seguir leyendo el artículo aquí.

Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 22/2/22.

20 febrero, 2022

Las palabras de Rubén

“No deja de ser digno de observación y análisis el hecho que los escritos de Rubén Blades, que esporádicamente se refieren a la realidad política del país, le mueven el piso a los políticos…, la mayoría de los cuales, seguramente, no son capaces de escribir cinco párrafos seguidos y que tengan coherencia”.

De todo lo dicho sobre las palabras de Rubén Blades, suscribo estas de mi amigo, el periodista Egbert Lewis, que centran para su análisis el tema de nuestra circunstancia social y política: la falta de altura intelectual para el desarrollo de una alternativa que cambie el rumbo de nuestro país. Seguir leyendo el artículo aquí.

Publicado en el diario La Prensa, martes 14 de febrero de 2022.

12 febrero, 2022

Bertalicia Peralta en “Vindictas. Cuentistas latinoamericanas”

Que el cuento lleva viviendo un momento dulce por toda Hispanoamérica no es ningún secreto, aunque algunos sigan albergando la duda o la incertidumbre estética de que la novela es siempre mejor. Ante esta vieja deriva, cabe reeditar la perplejidad aquella que figura en el manifiesto “La rebeldía breve”, que abre la ya mítica antología “Pequeñas resistencias”, a cargo del gran Andrés Neuman: “…quisiéramos expresar nuestra perplejidad ante ese arriesgado fenómeno que podría denominarse la oficialización de la --supuesta-- inferioridad del cuento”.

En medio de este “momento” del cuento en Hispanoamérica, se han ido sucediendo distintas búsquedas, necesarias vindicaciones de grandes escritoras --acalladas por el olvido y la desidia (intencionados y no)--, que nos devolvieran una historia de nuestras literaturas mucho más clara, justa y precisa en su corpus, y, sobre todo, esclarecedora de nuestras raíces literarias. El cuento, siempre presente, ha sido escrito por muchas mujeres a lo largo y ancho de esa geografía de letras e historias que es el Español, y durante mucho tiempo se nos privó de esa enorme tradición que muchos sólo podíamos intuir. Seguir leyendo la reseña aquí.

Reseña publicada en el diario La Prensa, viernes 11 de febrero de 2022

11 febrero, 2022

Giselle González Villarué, Ministra de Cultura de Panamá

Giselle A. González Villarrué, es la nueva Ministra de Cultura de Panamá. A la decepción en muchos aspectos estrictamente culturales del anterior Ministro, el señor Carlos Aguilar Navarro, se suman los otros temas turbios y nunca bien aclarados que han sembrado, como cuando el antiguo INAC, de una profunda desconfianza por quien asume el cargo. Para el anterior ministro, todo el olvido estrictamente institucional posible, pero para la historia quedará su nombre inscrito como el del primer ministro de una Cultura panameña que lo esperó con tanta ilusión, pero no fue lo que queremos (el cambio en los tiempos verbales es intencionado). Todo esto dicho desde el optimismo crítico que también usaremos con la nueva Ministra, a la que le deseamos, y nos deseamos, toda, no la suerte, sino la eficiencia, entrega, apertura de miras y espaldas y piel fuerte para llevarnos y llevarla por el camino del éxito institucional que queremos y que queremos ya.

El futuro de Panamá se escribe en términos de respeto, valentía ciudadana, ética institucional y la necesaria transparencia. Lo que menos necesitamos son funcionarios y ex funcionarios resentidos por las críticas, que pretendan castigar dejando fuera a los que no les ponen carita, ni consentidores de un grupito de plañideros y palmeros que lamboneen a los funcionarios para beneficiarse, callaítos, del erario público. Desde el optimismo crítico ya citado, desde la más constructiva crítica, esperamos que esta nueva etapa del flamante nuevo Ministerio de Cultura, sea mejor que la anterior. Nos jugamos mucho. ¡Éxitos, Ministra!


09 enero, 2022

Panamá: una historia, una bandera

En mi trabajo veo muchas cosas ir y venir. Desde el aeropuerto, la vida se cifra en vuelos que van y vienen, trayendo o llevando su carga de sueños, mercancías, trabajo, maletas y esperanzas. Como dice mi querido Andrés Neuman: “Aeropuerto, patria en tránsito”.

Leí un correo electrónico la mañana del viernes 3 de enero, en el que se detallaban los actos que van a conmemorar el próximo 9 de Enero, los 50 años de uno de los puntos de inflexión más importantes de nuestra historia, el 9 de Enero de 1964. Entre otras cosas decía aquella nota que una bandera, aquella mancillada por la violencia, quedaría consignada en una urna que saldría de España, justo en estas horas bajas de nuestras relaciones comerciales. Esto lo leí en la oscuridad de mi cuarto, a las 5 de la mañana, medio incorporado sobre mi almohada.

Me fui para la oficina pensando en mi tierra allá lejos, pensando que desde Madrid viajaría hasta Panamá una urna en la cual una bandera del 9 de Enero de 1964 recibiría el respeto de todos los panameños de bien.

Una bandera

Las patrias son complejas y la idea de patriotismo está bastante viciada, llena de muy malos olores y mucha gente aprovecha los colores de su tierra para convertirlos en ideología contra los otros. Pero en mi casa, mis hijas reconocen una bandera de tres colores y dos estrellas, de un país lejano y “pequeño” (Lucía dixit), como una “S” durmiendo (Aitana dixit), y yo, padre orgulloso, las dejo curiosear en los álbumes de Esta es mi patria y me preguntan cosas sobre aquel paisito valiente (Lucía sabe ya lo que es un istmo, un accidente, aunque sólo sea geográfico) que un día quiso izar una bandera.

Una historia

“Papá, ¿qué hace ese muchacho subido en la farola con la bandera de Panamá?”, preguntan. Entonces me planteo cómo contarles a unas niñas la historia del 9 de Enero del 64. Papá escribe novelas y cuentos, pero no sabe cómo contar una historia tan difícil. Papá les dice que algunas personas no querían que la bandera estuviera puesta en una parte de Panamá. Pienso en la estupidez humana.

Una bandera. Una historia.

Unas niñas que preguntan. Yo también fui niño, yo también pregunté, yo también escuché las historias, yo también aprendí que unos muchachos fueron con una bandera panameña hasta la Zona del Canal para izarla. Me dijeron que les dispararon, que murieron, que los mataron. La Avenida de los Mártires sustituye a la avenida 4 de Julio, la independencia de los Estados Unidos reemplazada por la sangre derramada de la juventud panameña haciendo cumplir la legalidad.

Una bandera.

Un escritor en Madrid que trabaja en el aeropuerto. Me traen unos papeles. La mercancía viaja a Panamá. Pregunto al cliente si lo que viaja es una urna. “No, una bandera”, me dice, “es la bandera de tu país”. El corazón me dio un vuelco. Les conté por encima, la historia de aquella bandera que yo pensé que estaba en Panamá. No, me dicen que la han restaurado aquí en Madrid, “¿quieres verla?”.

Pedí que me sustituyera alguien en mi puesto y salí de la oficina hacia el muelle donde una caja de madera guardaba una delicada carga. Junto a ella, Damaris Grajales de Reyes, administradora del Museo del Canal, lucía satisfecha y agradecí ver un rostro cercano, unos ojos que verían lo mismo que yo, lo que los demás alrededor apenas intuían. Pensé en las imágenes que tenía de aquella bandera, pensé en el álbum de Esta es mi patria y allí estaba la figurita con la bandera. Pensé en mi país, en su deseo de justicia, en sus jóvenes marchando hacia la Zona deseando hacerla ondear junto a la estadounidense, queriendo hacer valer lo firmado por Kennedy con Chiari. Levantaron una tapa de madera. Debajo otra. El corazón comenzaba a latirme con más intensidad y creí no poder contener las lágrimas. Levantaron la otra tapa y allí estaba: la bandera panameña, limpia, unida, brillante, perfectamente restaurada. Pensé en mis hijas que siempre me preguntan qué ha ido o venido desde mi oficina. Tenía una historia que contarles, tenía que hablarles del 9 de Enero de 1964.

Girones de una bandera rota en la memoria. Encontré una metáfora perfecta de lo que nos pasa hoy. Esa bandera de más de 50 años, ultrajada en una lucha contra intereses mayores que nuestras expectativas, luce ahora renovada. ¿Quién dijo que no se puede restaurar la dignidad? Esa bandera que viaja desde Madrid es símbolo de cómo deben ser de ahora en adelante las cosas. Un intenso trabajo de restauración ha dejado la bandera restaurada. Las letras doradas que ponen “Instituto Nacional” lucen como un destello del pasado que reclama su vigencia. Me sentí conmovido, me sentí parte de algo que va más allá del aquí y el ahora, que va más allá del presente o del pasado, algo que es futuro, algo que ya es de mis hijas.

Contemplé en silencio la bandera, y vi a mi gente, vi a los que se sacrificaron para que vivamos en plena disposición de nuestro territorio, vi que un trabajo concienzudo puede restaurar los girones de una bandera, de una identidad, de la dignidad de un pueblo que no se ha echado para atrás nunca. Vi mientras la volvían a tapar, cierta luz, ciertos “fulgores de gloria” que hay que cantar menos y ejercer más.

Me sequé alguna lágrima necia y silenciosa, me tragué el llanto, y recordé a mis hijas con el álbum, preguntando por los muchachos y la bandera panameña en las farolas, saltando la cerca, haciéndola ondear en la Zona. Un símbolo de unidad que ya viaja rumbo a su tierra para contar, con su sola presencia, que el trabajo que queda por hacer es duro, pero que el resultado bien vale la pena.

“Papá, ¿qué viste hoy en tu oficina?, me preguntaron las niñas”. Vi una bandera, una bandera muy especial, les dije. Vi la bandera de Panamá, una muy valiente… y entonces, comencé a contarles la gran historia de un país chiquito, como una “S” acostada, que no dejó que el más grande lo pisara y que al final le ganó. “¿Cómo David y Goliat?”, me dicen. Sí, igual, les contesto, y volví a ver en mi memoria la bandera y al pueblo que representa.

Publicado en el diario Panamá América el 4 de enero de 2014.

 

06 enero, 2022

Página 2022

Cuando arranca el año, parece que no tiene uno de qué escribir. La inercia de las celebraciones nos empuja a creernos el cuento de que el cambio de dígito significa borrón y cuenta nueva, y allí está uno, otra vez, sentado ante la página en blanco, rodeado de libros y de anotaciones y temas por tratar, pero nada, uno no sabe por dónde empezar.

La verdad es que la página 2022 sigue a la 2021, y hay que afrontar lo que Nabokov entrecomillaba: la “realidad”. La vida sigue, y tenemos la posibilidad de continuar con el argumento de la página anterior y seguir en la misma vaina, o darle un giro a la historia para derrotar su monotonía destructiva, y convertirla en una aventura que nos lleve a la meta que de verdad estamos buscando: una mejor democracia. Seguir leyendo el artículo aquí.

Artículo publicado en el diario La Prensa, el martes 4 de enero de 2022

29 diciembre, 2021

Leer en medio de la oscuridad

En la oscuridad, sigamos leyendo”, esa es mi recomendación para este entrante 2022, y la ilustro con uno de mis cuadros favoritos de Goya: “La lectura”, una de sus famosas y bicentenarias “Pinturas Negras”. En la imagen, de una agobiante atmósfera tenebrosa, unos hombres leen un legajo de papeles, de los que parece manar cierta luz que centra la escena e invita al espectador a asomarse a lo leído, a participar de la acción.


Después de la palabra “corrupto”, la siguiente que mejor pinta nuestra circunstancia es “oscuridad”. Vistos los informes sobre nuestro nivel educativo, el despilfarro de nuestro dinero por parte de los políticos (un fiestón para entregar al presidente con minúscula un montón de papel mojado llamado “pacto”), su burla constante de las instituciones y la desidia generalizada, no nos queda más color para pintar nuestro destino que el de los cuadros de Goya. Seguir leyendo el artículo aquí.

Publicado en el diario La Prensa, el martes 28 de diciembre de 2021.