El cuento de las alianzas tiene
dos ilustres personajes que lo representan: Mr. Potato, para los más
infantiles, y Frankenstein, para los más sofisticados (aunque siempre hay que
recordar que el monstruo no tiene ese nombre en la novela de Shelley): ambos
personajes están hechos de piezas, y aunque dan la apariencia de un todo, todos
sabemos que no encajan como deben, les falta alma: es de plástico uno y de
restos humanos el otro.
El alma que les falta es la
respuesta a una pregunta urgente (estamos en septiembre y nadie dice nada): ¿Cómo
van a cambiar el rumbo del país? ¿Cómo van a desmantelar el clientelismo? ¿Cómo
van a salvar el Seguro Social? ¿Cómo salvarán el Canal? ¿Cómo desharán el
contrato minero? Nadie nos responde al “cómo”, y siguen hablando paja del
“qué”.
El “qué” es el país, es la
educación, la salud pública, la vivienda, el empleo, las infraestructuras, eso
lo sabemos, y los políticos siguen nombrando lo obvio mientras nos miran
condescendientes, como si fuésemos imbéciles, y no nos dicen cómo lo van a hacer:
nos vienen con el cuento de que si se alían su maldad corrupta de años se va a
neutralizar.
Sumen aliados y tendremos un Frankenstein
multicolor que terminará por arrasar con lo que queda de país. Si alguno cree
que la solución a nuestra circunstancia está en sumar a los mismos, o es
cómplice o es ignorante (como ya dijimos): necesitamos apartarnos de lo de
siempre y tenemos que exigir que se nos diga el “cómo”, basta de hablar del
“qué”: eso ya lo sabemos.
Un gobierno de siglas y colores
distintos nos va a convertir en un estado atrofiado, policéfalo y
autodestruible. Muchos líderes y pocos servidores, pocos estadistas, pocas
luces largas, pocas respuestas: el que calla el “cómo” es porque no tiene
intención de cambiar nada. El que proclama el “qué”, aspira a seguir haciendo
lo mismo con cara dura de Mr. Potato. Leer el artículo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 12 de septiembre de 2023.