25 septiembre, 2008

Zapatero el cachondo

Por fin nos han dado la receta contra la crisis: el sentido del humor. Bueno. Hay que reírse mucho, es obvio, hacer lo que los psicólogos llaman “relativizar” o como decimos más a pie de calle “quitarle hierro al asunto”. Bueno. Me río.
Ahora bien, no es suficiente reírse, necesitamos soluciones que evidentemente no pasan por la risa floja, esa que tuvieron que forzar la comparsa de Zapatero después de su chiste ante los empresarios gringos. Tardaron en reaccionar, miren el video. El presidente cachondo es además muy optimista (la mayoría de los chistosos lo son). Dijo que España "quizás tenga el sistema financiero más sólido del mundo". ¡Chúpate esa! Pues nada, más risas. Sobre todo se tronchan Berlusconi y Sarkozy (sus amigos de risas).
Nuestro optimista irredento, de esos que se hunden con la patria en vez de intentar reflotarla, le dice a Rajoy que sea más cachondo como él, que esas bromas se las gastan los Primeros Ministros (que se fastidie Mariano que no es Primer Ministro ni nada y encima doble perdedor) y que evidentemente él no las entiende.
Pero el mejor chiste de estos días, de esos que remontan crisis económicas que da gusto, es uno que contó mi tocayo Pedro Solbes en el Congreso de los Diputados (Globo Media a cerrado contrato con el Estado español para retransmitir desde allí “El club de la comedia”): “nosotros nunca hemos negado la crisis”. Mi mujer Marga Collazo casi tuvo que llamar al SAMUR del “descojone” que me dio (todo esto en vísperas de nuestra boda es muy preocupante, lo digo por lo del des-cojone y la luna de miel). Pero una vez oído al cachondillo de don Pedro me he quedado más tranquilo, sobre todo con eso de que esta es la peor crisis que él ha visto nunca. Risas.
Pero hay un “mogollón” de gente que se “troncha”: el señor de la tienda de electrodomésticos de Getafe que ha tenido que cerrar después de veinte años de negocio, al igual que la mujer de la tienda de muebles y las fruterías de barrio. Unos cachondos todos. Se están “partiendo la caja” los padres que tienen que dejarse un riñón en libros este año o a los que les han denegado las ayudas de comedor por ser “ricos” (que me “mondo”). Otros graciosos son los parados que son gente de chiste fácil allí en las colas del INEM y los que están cayendo en la morosidad hipotecaria también son unos cachondos. Todos ellos viven en la “primera división” de la economía, la española, “la más sólida”, quizás, del mundo. O quizás no, cachondo.
Basta de risas y pongámonos manos a la obra (otros chistosos los de la construcción) con la economía. La risa que remedia muchos males, no reduce hipotecas ni da trabajo. A menos que decidamos escribir monólogos para políticos cachondos que nos matan de risa con sueños económicos a largo plazo, como Zapatero el cachondo, que vive en el País de la Maravillas sin Alicia ni conejo parlanchín. Los dos están el paro. ¡Qué risa señores, qué risa!

24 septiembre, 2008

Caminar

Hay que caminar. Si nos quedamos inmóviles, temerosos y tristes la "realidad" (el entrecomillado es de Nabokov) terminará consumiéndonos. No temamos el camino que vayamos haciendo al andar. Escuchemos como Don Quijote a los perros que ladran porque caminamos. Disfrutemos del paisaje mientras haya luz. Llegará un buen día el crepúsculo definitivo y se terminará el camino cuando hallamos dejado de andar. Para ese día espero tener la pupila llenas de soles y en el horizonte, al Creador.

Mortal y rosa

Conservo con cariño el ejemplar de Mortal y rosa que Francisco Umbral me firmó en el Círculo de Bellas Artes. Lo había leído y lo subrayé profusamente. Aprendí mucho y descubrí al Umbral que se escondía tras el personaje Umbral.
La literatura en forma de diarios es muy popular. Desde el famoso Diario íntimo de Amiel pasando por los "tomazos" de Salón de pasos perdidos de Trapiello hasta el reciente Dietario voluble de mi perseguidor Vila-Matas (que me ha regalado mi mujer Marga Collazo como despedida de nuestra soltería), la literatura en este formato busca la cercanía a la intimidad, seducir con hechos del alma el corazón de los lectores.
Mortal y rosa consigue este objetivo, sin ser ficción. Comunica al lector las dos grandes pasiones del autor: su hijo y la Literatura. Del hijo y su enfermedad Umbral se queja, llora. Protesta por lo que él entiende como un suicidio de la civilización, es decir, la muerte de un niño. En el hijo que se marcha poco a poco, que se apaga, se centra toda la carga existencial y dramática, la tristeza profunda y rabiosa ante la perdida.
Pero la contraparte del libro, la Literatura, se transforma en el bálsamo, el clavo ardiendo, el ancla. Umbral retoma los senderos de su vocación, se repite en soledad qué es la Literatura y la llama en su auxilio. Quiere verse reflejado en los libros, atrapado, rescatado por ellos. Francisco Umbral, golpeado por la tragedia no renuncia a su destino irremediable como escritor sino que en medio de la vorágine se confirma como tal.
El terror ante la muerte de un hijo, la decisión de no renunciar a la Literatura aun en su ausencia, son toda una lección vital pero también lo es la técnica con que son tratados estos sentimientos, esas sensaciones terminales, profundas, al borde del abismo. Lo fragmentario de los textos, la metáfora certera y precisa, convierten este texto fundamental de la Literatura española en un referente para los que pretenden hacer literatura hoy.
Sobre el hijo un breve fragmento de los tantos en este libro: "vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad". Sobre el ser de escritor dice: "escribir es sólo la exteriorización de una actitud y de una óptica. El escritor va por dentro".
La edición que me firmó Umbral es la misma que ilustra esta reseña, la de el periódico El Mundo. Félix Grande dice en el prólogo que Umbral "estaba tan aturdido de dolor que no se daba cuenta de que escribía un monumento a la literatura". Razón no le falta: Francisco Umbral a conseguido la metáfora perfecta y la ha escrito en un libro. Consiguió convertir en Literatura la más grande de las heridas: la muerte de un hijo. Aquí nos queda uno de los libros más brillantes sobre la oscuridad. El más triste sobre la alegría de ser escritor.

23 septiembre, 2008

La popularidad del populismo

Vuelve a estar de moda esa vieja perversión de la democracia que se llama populismo y que tanto daño hizo en América Latina durante los años setenta y ochenta. Parece que no escarmentamos. El pueblo unido ha sido vencido por esta lacra que no deja más herencia que el inmovilismo civil. Me explico.
El populismo en su vertiente más negativa (de la que hablamos aquí) pretende, según una de las mejores definiciones que he encontrado, utilizar "medidas de gobierno populares", destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si ésta posee derecho a voto aún a costa de tomar medidas contrarias al estado democrático. Lo que pretende el líder populista es hacer depender al pueblo de él. Las conquistas sociales sólo sirven para secuestrar la voluntad del ciudadano, para hacerle comulgar con ruedas de molino. Estos sistemas sólo buscan mantener en el poder al caudillo de turno.
Al principio, el líder solo busca la comodidad del pueblo, que es tan estúpido que necesita que precisamente él lo libere. Una vez producida la liberación, el pueblo entra en deuda civil con su “salvador”. Este a su vez refuerza el "estado de salvación" a base de decidir él por el pueblo. A medida que avanza el tiempo, la sociedad civil va perdido su capacidad de decidir y juzgar y se instala en una pasividad crítica destructiva.
Tal es la influencia del líder sobre “su” pueblo, que lo que un día se presentó como una "liberación" pasa a ser un secuestro a voluntad de un Estado. Entonces asoma la dictadura o “dictablanda”, como nos vendieron en los setenta a los panameños. Muy blando todo pero también todo "de a dedo", todo pactado y llevado acabo por el dictador y sus secuaces. Y no se puede protestar.
Llegan los famosos repliegues o las puestas en escena de “elecciones generales” donde los pocos opositores son “invitados” a renunciar a sus pretensiones políticas en beneficio común del pueblo, que quiere vivir en paz, una paz impuesta por decreto ley. Es curioso que las juntas militares u oligárquicas nunca dejan el poder al pueblo a los pocos meses del golpe o de la "revolución". No, se pasan décadas estudiando como hacerlo mientras acorralan silenciosamente a la mayoría.
En medio de la confusión surgen las fuerzas externas. Presión internacional, intervención de las grandes potencias en lo que tenga que ver con la oposición del país, intentos de derrocar al dictador de turno. Estas potencias pretenden liberar al pueblo de las garras del populismo pero su único interés es económico. Fuera los sueños altruistas.
Las sociedades acostumbradas a esta especie de síndrome de Estocolmo político, terminan por sufrir, si logran salir de la dictadura, de una fuerte inacción civil. Añoran los días del caudillo populista porque no saben decidir. El criterio desaparece quedando la sociedad civil a merced de los “demócratas” que muchas veces se aprovechan de la situación llegando a ser peores enemigos para el pueblo que los que antes ejercían el poder.
Es triste que la única herencia de los días del populismo sea una profunda incapacidad para decidir con criterio civil pleno. A pesar de la libertad, de vivir en democracia, de poder acceder a la información y a la cultura, la sociedad opta por “arrancarse”, por "irse de marcha" como si de un fin de semana político y eterno se tratara. Prefieren aislarse del debate político. Es más importante el salto de un compatriota, o los goles y “jonrones” de otro que lo que decidan nuestros representantes políticos.
Panamá hoy sufre ese mal, el síndrome de alienación del criterio, que se dá en sociedades que han sufrido dictaduras, dictablandas y demás populismos recalentados y con etiqueta de democracia. Necesitamos dar más de leer, dar más participación a los jóvenes, hay que dar un vuelco a las “opciones” políticas. Menos PRD y menos Panameñismo. Basta de Endaras, y Martinellis y Balbinas que no quieren de verdad lo mejor para nadie excepto para ellos mismos.
Sigamos debatiendo nuestra realidad pero impliquémonos todos para cambiarla, para dejar fuera para siempre el populismo que nos canta las bondades de un mañana mejor para los mismos, los de arriba, sean militarotes u oligarcas, sean de derechas o de izquierdas, sean panameños o no.

22 septiembre, 2008

Los malos de la tele

Durante la cena, mi hija me pregunta que por qué llora un chico en la tele. Su madre se adelanta y le contesta que unos hombres muy malos han matado a su padre. Lucía se queda callada, piensa en el suyo y responde diciendo que hay que meter a esos hombres malos en la cárcel. Ojalá, le digo yo, y continúan las noticias hablando de la inundación en Coslada.
ETA vuelve a matar a la desesperada. Vuelve a matar a un inocente de manera cobarde tiñendo de luto al país. Lucía pide justicia a sus cuatro años, pensando tal vez que nadie debe matar al papá de los demás. Ella no sabe que lo que es tan simple en su mente, para los adultos es un mundo lleno de políticas egoístas y de nacionalismos lacerantes. No me es fácil sostenerle la mirada a mi hija cundo me dice con la sinceridad de sus cuatro años recién cumplidos que hay que meter en la cárcel a los malos. Se me hace muy difícil explicarle que los políticos vascos vuelven (¿vuelven?) al pensamiento aquel de que unos mueven el árbol y otros recogen las nueces.
Estoy de acuerdo con el presidente cántabro: yo también señalo al PNV como colaborador necesario en toda esta violencia. Son los parientes “majos” de los asesinos, su vertiente más relajada y pseudo distanciada de la violencia. No se pueden condenar asesinatos pero desear sus resultados políticos. Es una cobardía que el “lehendakari” nos diga con tono entristecido que no es justo que sean “ellos” los que deban renunciar a su proyecto político. ¿Qué proyecto? ¿Uno basado en la violencia o sembrado de terror civil?
Nos mienten a todos y lo hacen todos en nombre de la seguridad del Estado, de las correctas relaciones entre partidos o de ocultas negociaciones. El Ministro del Interior no hace mucho, no lo olviden, se jactaba de que en su legislatura no había habido ni un solo muerto. Normal señor ministro, estaban ustedes negociando, como han negociado todos pero salvando las distancias. Es terrible que como ciudadanos asistamos al espectáculo de nuestros políticos utilizándonos para sus fines partidistas. Y nosotros no hacemos nada, sólo celebramos eurocopas, toures de Francia y medallas de oro obtenidas en unos juegos olímpicos en los que nunca debimos participar. Pero ese es otro pato que hemos pagado y del que ya hablaremos.
El hijo del brigada Luis Conde ha dicho con la voz rota que ETA no se saldrá con la suya y es verdad: no lo permitiremos, tendrán que matarnos a todos. Los acorralaremos y les meteremos en la cárcel, haremos justicia para que mi hija crea que de verdad los malos la pagan muy caro y entonces yo pueda sostenerle la mirada diciéndole con rotunda seguridad que en este país sale muy caro hacerle daño al papá de otro. Pero mientras no hagamos nada, esquivaré con vergüenza la mirada de una niña de cuatro años a la que le daremos su madre y yo el ejemplo que jamás tendrá de los políticos que recogen las nueces del árbol que con violencia sacuden los asesinos.

21 septiembre, 2008

Son cuatro

Hoy cumples cuatro años princesa. Tu madre me contó que el mismo día que naciste le sonreíste y que ya mirabas con ojillos de ardilla sabia y pícara a tu alrededor. Sabes, tienes la capacidad de devolverme a la infancia, de retar mis decisiones, de protestarme con mis propios argumentos. Me preguntas, te contesto y a veces logro convencerte pero otras me miras con recelo, con la mirada de “voy a consultarlo mejor”.
Eres aire fresco, risa de arrollo y perseguidora mía a todas horas. Cuando me llamas por mi nombre antes de irte a la cama azul de tus sueños con estrellas me haces sentir bueno y me acercas a la nostalgia aun no perdida del padre que nunca me contó una historia como las que te cuento yo.
Me gusta cuando te ríes y también cuando mi riñes como yo te riño. Te veo imitarme y siento miedo, ya ves que cosa, porque imites algunos de mis defectos. Aun así las cosas me gusta verte mirar con alegría la película de Batman o la de Michael Jordan como si fuera cada vez la primera vez y luego me la comentas.
Son cuatro años, pocos, pero son los básicos, los que gestan y fijan el carácter, esos de los que recordarás muy poco cuando seas mayor, pero de los que quizás guardes un remoto recuerdo que encienda tu nostalgia y me preguntes a mí o a tu madre cómo fueron exactamente esos años y te contemos lo felices que fuimos.
Lucía, hoy cumples cuatro años y me alegro de formar parte de tu vida. Nos esperan muchos años, los que Dios quiera, de crecer juntos, de conocernos, de ser felices. Aprenderás pronto a leer y a escribir y deseo que cuando puedas leas todo lo que yo he leído, incluso lo que he escrito para ti o para otros. Quiero oírte leer tus primeras palabras y cuando eso ocurra te escribiré un artículo, “un artículooo” dirás y yo me reiré contento y tu lo leerás y te reirás conmigo.
Postdata: La imágen para este artículo la eligió Lucía.

18 septiembre, 2008

Cena con el recuerdo

Ayer cenamos en casa con unos invitados latinoamericanos. Digamos eso para no herir sentimientos. La madre se sentía un tanto incómoda (como muchos latinoamericanos) por ser invitada por sorpresa a expensas de mi hija Lucía que se lleva muy bien con su niño. El niño (digamos que se llama Gustavo) comió con las ansias de quien come poco. Jugó con los juguetes que nunca tendrá y deseó volver a nuestras casa con un habitación para cada uno, con comida en la nevera y con vitrocerámica y televisor para ver lo que quiera. La madre estaba muy cohibida, se reía pero se le notaba incómoda por la hospitalidad. Es persona de invitar y no de ser invitada.
Me recordó mucho a otra madre con otros hijos, en otro país, en otro tiempo. Me recordó cuando íbamos con mi madre, mi hermano Pablo y yo, a casa de la señora Carmen que tenía un hijo (ella ya murió) que se llama Viviano y que tenía muchos juguetes, su propia habitación y que comía lo que quería de su nevera. No como nosotros.
Ayer le di las gracias a mi mujer Marga Collazo por la cena, por hacerme vivir sin saberlo una vuelta a un pasado donde yo comía con las ansias del que no come mucho y que terminaba por robar un juguete de casa de aquel amiguito que no notaría la desaparición de aquel mínimo juguete. Menos mal que Gustavo (dijimos que llamaríamos así al niño) no se llevó nada porque es mejor que yo.
Cené con el recuerdo de que hay muchos en este país que no tienen todo lo que desean, que hay muchos niños que no juegan con los juguetes que desean y que hay mucha gente que a la que le cuesta reconocer que no les va tan bien como creen. Ayer cené con el recuerdo de una madre que nos advertía antes de salir de casa, que nos portáramos bien en casa de la señora Carmen y que tratáramos bien a Vivianito por que era nuestro amiguito. Bendita memoria que te recuerda de dónde vienes para que no termine uno por creerse que las cosas siempre fueron como hoy.

17 septiembre, 2008

¿Quién dijo crisis?

Para los patriotas y no patriotas, paralos derechones rancios y rancios progres, para antitaurinos sectarios y para paladines de la fiesta nacional, para los verdes, para los catalanistas y para los nacionalistas vascos, para ellas y para ellos, para todos: Crisis. Bueno, para todos menos para el Gobierno y sus opositores que no se bajan del burro, que se van de vacaciones a nuestra costa y encima van de afectados por las subidas. Pobres políticos que se merecen nuestro afecto y un sueldo vitalicio.
Gobierno derrochón que con la que está cayendo se inventa dos nuevos Ministerios (con lo que cuesta eso) y encima ni ellos se enteran exactamente de que van. Ministerios con individuas ignorantas de nuestra lengua y sus reglas (no reglos ¡cuidado machistas!). A ver si nos igualan a todos. En lo del sueldo que es ahora lo más importante para los españoles con "hipotecas" (el plural no es mío, es de la realidad).
La Oposición, otro tanto. En vez de centrarse en reclamar lo de la crisis, que tanto juego les dio durante la campaña de cahondeo político contra la sociedad española (Manuel Pizarro como fichaje estrella), se encerraron en una vorágine reformista que le dio cancha a los que gobiernan para insultar de anti-patriotas a los que dijeran crisis. Unos sinvergüenzas, en resumen, todos, los Hunos y los Hotros que diría don Miguel.
¿Y ahora qué? Pues nada como estamos en crisis, Ministerios, como estamos en crisis, ampliación de la ley del aborto, como estamos en crisis 400 euros para todos, como estamos en crisis el toro de la Vega. ¿Y de la crisis en sí misma qué? Nada que estamos preparados para superarla pero, un detalle irrelevante, ¿cuándo? No se apuren ya habrá tiempo para eso, disfruten del paseo. Mientras, empeñe un riñón y váyase de vacaciones o intente vender su casa devaluada. En crisis regálese Canal plus o la TDT total, por unos euros de menos... Pero sobre todo, no mencionen ustedes la crisis, no se obsesionen, ya se sabe, la culpa al final es de nuestros amigos lo gringos que para eso son muy socorridos. Vendrá Hugo Chávez (es gran hombre de estado) a salvarnos con su petróleo y Evo repartirá jerseys para todos cuando llegue el frío. Crisis ¿qué crisis? Pues eso.

14 septiembre, 2008

El escritor, una justificación

Me han dicho varios lectores de estos “senderos” que esa cita de Andrei Tarkovski que abre el blog lo único que pretende es justificar mi supuesta condición de escritor talentoso pero no publicado. Es, como me decían, una auto-complacencia.
Posiblemente no les falte razón. Si uno no se cree capaz de hacer lo que le gusta pues pare usted de contar. Juan Antonio Vallejo-Nájera decía que todos los escritores son vanidosos. Todos. Ese prurito de “soy humilde me da igual que no me lean” es más falso que una peseta (ahora euro) de goma. Todos quieren publicar, todos quieren vivir de lo que escriben, todos quieren escribir para seguir viviendo de ello. No nos llamemos a engaño.
Lo bueno de un blog es que te da la posibilidad de someter lo escrito al escrutinio del público. Es como tener un taller literario en línea (pasaros por el blog de mi querido Jorge Eduardo Benavides) para ser ayudado en lo que se escribe y reclamado por lo que se piensa y eso es bueno. Para el que escribe y para el que lee.
Si creo que tengo dones naturales o no eso tiene que decirlo la gente, en esto, ya se sabe, todo es relativo. Gente sin ningún talento publica y gente con mucho talento no consigue ver publicado ninguno de sus cuentos. Así es la vida. No vayamos de víctimas editoriales por la Literatura. Lo que deseo es escribir, ser escritor es eso nada más.
La urgencia de crear no es directamente proporcional al talento, lo que creo que el cineasta ruso quería decir es que en esa urgencia del creador se encuentra la clave del talento. Esta tesis es apoyada por aquello del iceberg que decía Hemingway. Bioy por su lado comenta que es el trabajo y la experiencia lo que permiten al escritor tomar las riendas de la creación. Transpiración e inspiración volviendo a Hemingway.
Kafka dijo también que hay que escribir en la oscuridad, como en un túnel. Hay que meterse en el oficio, sumergirse en la escritura y en la búsqueda de la mejor manera de contar la historia que nos persigue. Sea microrelato o novela o cuento, si no nos sumergimos, no podremos contar nada. Me quedo entonces, dicho todo esto, con lo que Tarkovski dice a mitad de su frase: El artista se caracteriza por su urgencia de crear. Arista o no la urgencia por crear es la que es y es mejor asumirla que echarse a llorar. Es mejor escribir en la oscuridad que no escribir.

¿Cuántos caben?

Ignacio dejó pasar a un dependiente. Luego, una mujer sin dinero le pidió pasar. Hablaron los tres. Luego vino un asesino ilustrado y un escritor para instalarse en el mismo espacio e Ignacio, que es así, no era capaz de echar a ninguno. Luego resulto que el asesino ilustrado era el padre de la hija de la mujer sin dinero que se había metido con ella sin que Ignacio lo supiera. El profesor Souto, con el que tiene mucha confianza ultimamente, le dijo que dos o tres, que les separara.
Ahora Ignacio tienes dos microrelatos y una cena más que pagarle al profesor.
Octava enseñanza: Muchos son los invitados, pocos los elegidos: no hay líneas para tanta gente. Tres no comen donde comen dos.

13 septiembre, 2008

Que viene, que viene

Yo estaba tan tranquilamente escribiendo sobre el silencio, eran las 7:30 y fíjense por donde lo he tenido que dejar a un lado para montar una algarabía en mi blog y dejarme de tanta Literatura y de tanto Vila-Matas y de tanto Walser. Ahora se trata de la vida, de las cosas de verdad importantes, de la verdadera alegría de asistir al comienzo de una novela de la que seguro no leeré el final. Aquí no caben los microrelatos.
Hoy nacerá, posiblemente ya lo haya hecho, Álvaro, hijo de Kevin y Mariángeles, amigos de toda la vida. Nos sorprendió, qué casualidad, que el niño quisiera venir al mundo durante nuestra estancia todos juntos en casa de sus abuelos. Lo decidimos el miércoles pasado y le esperábamos para dentro de tres semanas. Álvaro rompió la noche de sueño con puertas que se abren, luces que se e encienden, un motor de coche que se aleja urgente en medio de la madrugada. Yo dormía en el salón de los abuelos de Álvaro que tiene nombre de noble y que seguro será un buen hermano menor. Su hermano mayor Javier exhibe esta mañana durante el desayuno una camiseta que dice “Big brother”. Está emocionado y pregunta por teléfono si nació ya “su” bebé. Seguro que será un buen hermano mayor.
Mi mujer, Marga Collazo, me pregunta con cara de emoción de madre que si estaré nervioso cuando me toque ser padre. Le contesté que lo más seguro es que sí porque ya me pongo nervioso con Lucía, que será hermana mayor pronto y Dios mediante, y que quiere por ahora un hermanito y no una hermanita. Veremos qué se puede hacer. Lucía siempre será para mi hija mayor aunque yo no sea su padre biológico. Cosas de esta vida moderna.
Aquí en Campo Real, la mañana huele a génesis, a arranque de novela, a nueva oportunidad. El futuro llega para quedarse, la aventura de una nueva vida se abre paso para protagonizar otro milagro de Dios y nosotros, ¡qué bien!, seremos testigos.
Yo vuelvo a ser tío postizo como lo soy de Javier. Ahora Álvaro va llenar nuestros brazos y a ocupar gran parte de nuestras oraciones. Así es la maravillosa vida de los tíos, postizos o no.
Saldré luego a dar un paseo hasta el hospital con mi mujer Marga Collazo y mi hija Lucía para ver a mi nuevo sobrino. Como Vila-Matas me persigue lo mismo aparece por allí y se lo presento. Me persigue porque estaba leyendo un cuento suyo cuando me interrumpieron por la espalda para darme la noticia del nacimiento de Álvaro.
Entro en su vida como se entra en un libro, seré un personaje, una escena quizás, pero entro en su vida con todos sus riesgos. Vila-Matas en su cuento sale de la vida de Marguerite como se sale de una frase. Espero que Álvaro no lo haga.
Postdata: Le vimos por fin. Nació a las 13:33 del 13 de septiembre. Un chico con números de carácter. Su madre estaba muy bien y su padre contento. Los abuelos de las dos partes estaban emocionados. Yo quise cogerlo y mi mujer Marga Collazo igual pero ya habrá tiempo. Su hermano Javier me mandó un recado para Álvaro: "nada". Tendrán toda la vida por delante para hablar.

10 septiembre, 2008

La herencia de Eszter

Con pocas palabras de puede decir mucho y es que, haciendo una relectura del la tan manida frase “una imagen vale más que mil palabras”, la verdad es que no hacen falta tantas para lograr una buena imagen. Por lo menos en Literatura.
Eso hace Sándor Márai (1900-1989) en esta novela La herencia de Eszter. Con líneas breves pero intensas el autor hace que asistamos a la puesta en escena de una compleja trama de sentimientos y situaciones que cubren veinte años en la experiencia de la atormentada Eszter. La paz de una vida sencilla salta por los aires con el regreso de Lajos, (que viene de lejos a perturbar la paz) un ser retorcido y moralmente réprobo que consigue ganarse nuestro rechazo. Márai narra desde Eszter, en primera persona, la verdad de aquel regreso, los sentimientos ocultos durante tantos años y el despertar de los mismos ante el regreso de hombre que vuelve para llevarse lo último que le queda a Eszter.
Frases breves, diálogos, imágenes, todo ello contribuye a que la acción avance y terminemos comprendiendo la decisión final de Eszter.
La estructura de la obra es muy simple: arranca planteando la necesidad de Eszter de poner por escrito lo que sintió y ocurrió aquella tarde de domingo cuando Lajos vuelve luego de veinte años de ausencia, para llevarse todo lo que queda de la herencia Eszter. La acción comienza despacio, con la recepción del telegrama que anuncia (más bien advierte) la visita de Lajos. Reflexiones íntimas, recuerdos del pasado, opiniones de los personajes (Nunu, Tibor, Endre, Laci) que van conformando la psicología del temido Lajos. Luego se acelera, Lajos y su torbellino emocional barre la tranquila morada de Eszter y Nunu, removiendo el pasado, haciendo confesiones, llevando a Eszter a tomar una decisión. Esta parte revela mejor la psicología de la propia Eszter, su pasado, sus emociones, el porqué de sus sentimientos y pinta el camino que la conduce a la toma de su decisión final. Aparecen en esta segunda etapa de la novela personajes como el propio Lajos, Eva y Gabor, sus hijos, Vilma, hermana de Eszter y mujer de Lajos, muerta hace varios años, Olga y su hijo, que vinieron con Lajos ese domingo. Todos son personajes secundarios que ayudan a crear la tensión necesaria entre Eszter y Lajos.
Capítulos pequeños, lineales, que simplemente acotan escenas nuevas e introducen nuevos personajes y nuevos diálogos entre los protagonistas. Retrospecciones al principio y luego diálogos intensos crean la atmósfera propicia que nos da la sensación de estar leyendo una novela más larga.
Pero el gran acierto de Márai es el uso del lenguaje. Consigue crear una atmósfera, señala con precisión emociones sentimientos y acciones, no muestra, lleva al lector a mirar, a crear en su lectura el texto.
Según lo que dice la escueta biografía de Márai que precede al texto de la novela, era húngaro, y se exiló durante el régimen de Horthy durante los locos años veinte. Para el año 48 abandonó definitivamente su país y emigró a los Estados Unidos.
Lo triste es que este longevo autor de 89 años, condenado al olvido en su país por la prohibición de su obra, terminara suicidándose pocos meses antes de la caída del muro de Berlín y el fin de la utopía comunista. Por ahora desconozco las razones de su decisión, pero seguro que le habría encantado verlo.

Líneas de historia

Una mujer gorda y triste fuma sentada frente a Ignacio en un bar. Le cuenta su vida, su fracaso sentimental, su peregrinaje vital dando tumbos de un amor a otro, rota su felicidad por aquel hombre lejano en el pasado del cual sólo le da al escritor un nombre: Norberto.
“¿Cuánto te ocupará mi historia?”, preguntó gris la mujer gorda apagando el décimo cigarrillo.
“Una línea”, contestó Ignacio. “El microrelato se llamará Necios”.
La mujer gorda se levantó molesta pensando buscarse a otro escritor: su historia se merece una novela.
Séptima enseñanza: Lo breve, si bueno, dos veces breve. Cualquier historia cabe en una línea.

07 septiembre, 2008

Los aguafiestas

Hace unos días me contaba Sábato (un gran aguafiestas) lo que un amigo le dijo hace tiempo, “mira, nadie duerme en la carreta que le lleva de la cárcel al patíbulo”. Y es cierto: camino de la muerte (camino que todos estamos recorriendo) lo mejor que se puede hacer es reflexionar para mejorar. Esas reflexiones molestas las plantean, sin duda alguna, los escritores. Por ello no suelen gustar, ya que se empeñan en despertar con lo que escriben las conciencias dormidas de sus contemporáneos que marchan con ellos hacia el patíbulo. Sean poemas, cuentos o novelas, la literatura consigue molestar con palabras a las masas. Vivos o muertos, los escritores y sus obras son capaces de revolucionar sociedades. Por esa razón muchos orquestan campañas de vacunación contra la lectura o cauterizan las conciencias con lecturas poco provechosas.
Aunque Panamá sea una fiesta este año del oro olímpico, los escritores no pueden celebrar nuestros minúsculos logros obviando todo el trabajo que aun queda por realizar. Han de instar al abandono de la pubertad patriotera y deportivista para abrazar con fuerza la digna madurez de la construcción de una sociedad y a dejar de comer los caducos y miserables manjares de la soberanía para nutrirnos de la construcción de un presente que nos permita inventarnos un futuro.
Esa es la tarea del escritor, de la gran literatura: “despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo” (como me decía Sábato), aguarles la fiesta a los que creen que hemos llegado a la meta, a los que creen que hemos entrado en la historia por habérsenos devuelto un canal, a los que piensan que pasar la centena de años de independencia nos convierten en una sociedad moderna o en una democracia sólida. Si no existimos como literatura no existimos como nación ya que la identidad de los pueblos nace de su cultura y cultura no es tener jugadores en las ligas profesionales de béisbol o en la liga española de fútbol o que salten hasta el infinito. Los recuerdos que guardamos de un pasado supuestamente glorioso están consignados, en negro sobre blanco, en los textos que nuestros escritores nos han legado. La literatura ha de ser eso: un lugar donde cuestionar la cotidiana mentira que estamos viviendo, un lugar donde reflexionarnos.
Zavalita, el inmortal personaje de Mario Vargas Llosa se pregunta, en los primeros compases de Conversación en la Catedral, ¿cuándo se jodió el Perú? Pero demos otra vuelta de tuerca a la pregunta vargasllosiana: ¿hasta cuándo seguirá jodido el Perú? ¿Hasta cuándo seguirá jodido Panamá? Ya no importa quién ni por qué, ya no hay tiempo para trazar absurdas abstracciones retóricas sobre las razones por las cuales se jodió, hoy hemos de contestar a la pregunta más importante ¿hasta cuándo? Es precisamente esa la pregunta que los escritores han de plantear en su quehacer literario. La literatura ombliguista que pretende situarnos en el corazón de un universo inexistente o hacernos puente de un mundo que no sabe siquiera situarnos en el mapa es muy peligrosa. A ver si conversamos más con Sábato y le invitamos a nuestra fiesta.

06 septiembre, 2008

Formas breves

Formas breves es una poética de Ricardo Piglia y decimos una porque al terminar la lectura de este libro tenemos esa sensación que nos deja el famoso “continuará” de las grandes series. Como dice en la contraportada del libro de Anagrama asistimos en su lectura a una “fiesta de lo posible”. En él todo se prueba, se mezcla, se convierte en material narrativo, en posibilidad literaria.
Los relatos que “ilustran” esta poética de Piglia son magistrales por su brevedad, su poder cautivador y sobre todo por la capacidad que tienen de comunicar la propuesta narrativa que sugiere. El más evocador es La mujer grabada que hace alusión, como casi siempre, a Macedonio Fernández.
Una de las secciones más intelectualmente fascinantes es El arte de la natación, dentro del capítulo Los sujetos trágicos (Literatura y el psicoanálisis) donde nos plantea que el género moderno para discutir mejor la sociedad y su relación con la ley y la verdad es el género policíaco inventado por Poe. El personaje del detective como solución al punto de vista fuera de la sociedad es enriquecedor.
Luego quedan sus dos Tesis sobre el cuento que son una bitácora para críticos y escritores. Sencillamente son verdaderas cumbres del arte crítico. Partiendo de Chejov, pasando por Borges y por y Kafka, Piglia nos lleva de la mano, por los vericuetos del género literario por excelencia.
Lo seductor de Piglia, como de otros grandes escritores que hacen buena crítica literaria, es que viven y respiran Literatura. Cada artículo o conferencia que dictan rezuma una vivencia personal con ella. Los que creen que los escritores no pueden ser buenos críticos o estudiosos de lo que se escribe que lean a Piglia y cambien de opinión.
Una frase para reflexionar sobre el cuento: “Todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida. Lejanas oscuras, son mundos paralelos, vidas posibles, laboratorios donde se experimenta con las pasiones personales.
Los relatos nos enfrentan con la incomprensión y con el carácter inexorable del fin pero también con la felicidad y con la luz pura de la forma”.
La posibilidad de lo literario, es decir, la verosimilitud en la Literatura, de los cuentos en este caso, es un tema viejo de los estudios literarios y no digamos nada de las pasiones personales y el sustrato de cada escritor que guardan sus personajes. Siempre hay algo del autor en sus criaturas. A pesar de que los cuentos son “como la vida misma” es cierto también que esa vida, tan terrible tantas veces, tiene sus intersticios de felicidad, sus intermitencias de alegría y los cuentos reflejan eso con la luz de la forma, con sus estructuras que acercan al lector o al que escucha nuestra narración, por unos momentos, a otras posibilidades vitales.
Piglia lograr llevarnos con su profundo análisis a ver más allá de lo que escribimos y a leer mucho más allá de lo que tenemos delante, todo ello con una brevedad que invita a la reflexión, a la doble y triple lectura que requieren los grandes microrelatos.

05 septiembre, 2008

Leer hasta quedarse seco

Me pasó anoche. Estaba repasando los libros de Vila-Matas y Doménico Chiappe para buscar unas ideas que ellos tienen claras. Levanto la vista y miro el reloj: las 02:45 y sigo sin aclararme. Menos mal que el tiempo acompaña para estarse en gayumbos en medio del salón. Por fin me aclaro. Son las 05:00 de la mañana y el despertador sonará dentro de una hora. Me acuesto para leer hasta dormirme y no me duermo. Me quedo seco, con los ojos arenosos de trasnochar y con la garganta buscando líquido para recuperarme del esfuerzo. Doy un trago a la Coca-Cola de la nevera y me preparo un café cargado: la mañana va ser larga hasta que regrese a mi mesa de trabajo.
La arena en los ojos me recuerda a Borges que tanto amaba la lectura y se quedó ciego. Menuda tortura. También es una tortura no poder aclarase uno a pesar de las muchas lecturas y de las muchas páginas escritas y desechadas y vueltas a escribir. Así es esto: una especie de de mito de Sísifo donde cada palabra, frase, párrafo o capítulo es llevado a la cumbre y luego vuelve a desmoronarse y encima sin ver. "Escribir nos merece la alegría", no nos pongamos sentimentales.

04 septiembre, 2008

Las trampas del juego

La gente se sorprende porque quiere y a veces parece que quiere hacerlo. Las noticias informan esta semana de que un hombre Marcelino Fernández Arnaiz, recién liberado de la cárcel, ha vuelto a comer el mismo delito una vez más y así lleva treinta años: abusar sexualmente de menores. El pobre sale, ha cumplido su pena y nadie diagnostica que no está curado (ni lo va a estar nunca). La Justicia dice a los padres del niño abusado que nada pueden hacer, el hombre ha pagado su condena y que éste es un estado democrático y existen unas “reglas del juego”.
En este estado garantista con los delincuentes, en el que robar, matar, ser pederasta o terrorista es francamente barato (ver el caso de De Juana Chaos o de Otegui “ese hombre de paz”) el español de bien se ve muchas veces empujado por unos deseos terribles de tomarse la justicia por su mano. Es increíble oír a los políticos regodearse en la necedad de la reinserción cuando cualquier persona con dos dedos de frente sabe que los delitos sexuales por ejemplo, aquí o en la China olímpica, no tienen reinserción. Ni castración química, ni física, ni nada semejante: estos perfiles se transforman en delincuentes aun más sádicos ya que, al no poder concluir sus fantasías de manera “natural”, buscarán hacerlo por otras vías que se nos antojan aun más terribles que lo "natural".
Somos un país, no una ONG (Delincuentes sin fronteras) para que apadrinemos lo peor de cada casa y encima creamos ingenuamente en la bondad innata del hombre. Es deseable que terroristas, violadores, pederastas (caso sangrante el de éste hombre pero no olvidemos el de Mariluz Cortés y las fotos que las derechas e izquierdas de este país se hicieron con el padre de la niña), o los que vulneran la confianza de los contribuyentes (Afinsa, Marbella o Coslada) sientan todo el peso de la ley sobre ellos. Si nos dedicamos a dar señales equivocadas diciendo que todo vale, que si te metemos en la cárcel redimes pena sacándote una carrera y demás maravillas del sistema penitenciario, terminaremos por delinquir todos, total con la crisis que nos azota es mejor estarse tras las rejas y no pagar hipoteca o alquiler y encima cobrar un sueldo y hasta puede que terminemos convertidos en abogados o en políticos.
Sí, claro que hay unas reglas del juego pero también es cierto que la sensación de que la Justicia de este país nos hace trampa en el “juego democrático” crece por momentos. ¿Quién no ejecutó las sentencias contra el pederasta Santiago del Valle, asesino de Mariluz? Tranquilo señor juez Don Rafael Tirado Márquez usted está por encima de la vida y la muerte. ¿Quién permite que Emilio Menéndez, "ese gran letrado", se escape conociendo los antecedentes del bribón? ¿Quién pretende juzgar los crímenes de la Guerra Civil, amigo Baltasar Garzón (que estuvo dando charlas por Panamá), justo ahora que no tenemos nada mejor que hacer? Nos hacen trampa señores, hagan juego total, los buenos son los delincuentes y los ciudadanos honestos unos estrechos que se merecen cinco años y un día por llamar terroristas a hombres de paz o por manifestarse en contra de consultas anticonstitucionales amparadas por pistolas asesinas lo cual es un delito tan grave como apretar el gatillo contra al prójimo.

Epifanía

Ignacio lucha, se mueve con nerviosismo ante su texto, tacha, reescribe, busca sinónimos, se detiene. Piensa. Repasa las palabras, ha memorizado el texto, juega con ellas, las mueve de aquí para allá, su cerebro hace clic. Las 46 palabras del microrelato embonan. Se ríe satisfecho.
Sexta enseñanza: Lucha con las palabras. El texto aparecerá tarde o temprano.

03 septiembre, 2008

Reacciones a “Dragones verdes” de Pedro Guerra

Para mi mujer, Marga Collazo,
regalo del Señor y palabras de escritor convertidas en carne de mujer.

Ciertamente los dragones verdes existen, se perpetúan y nos persiguen. En cada esquina, bajo la almohada o detrás del sofá allí están, verde claro o verde caña pero están. Lo cierto, lo que afirmas, es que el sol saldrá de nuevo. De hecho sale cada mañana como testigo de la misericordia del Dios en el que creo de eso estoy seguro.
Lo de las promesas ya sabes como va. Hoy te prometen, para siempre, te dicen, y al final nada. De un plumazo lo eterno se hace vulgar y efímero. Pero las promesas que me rompieron no comprometen las nuevas promesas que me harán, lo cual abre para mí un número indeterminado de nuevas posibilidades de que alguien me diga eso tan manido pero tan necesario: te quiero.
El nosotros. Es complejo volver a conjugar los “tiempos vitales” en plural. Un “nosotros” aterra por que la sombra alargada y hostil de la soledad planea sobre él amenazando mi maltrecha esperanza. ¿Escribiré nuevos cuentos y novelas en el “nosotros”? Quién sabe, aunque reconozco que siempre se escribe mejor cuando hay alguien a tu alrededor revoloteando, recordándote que a parte del literario hay otro mundo que vivir. ¿Sobreviviré? supongo, todo el mundo lo hace y además, deseo sobrevivir. No me quedaré en un eterno desconsuelo, bregando en un mar de tristezas inútiles.
Diré que pena, sí. Pero que dicha cuando otra mujer vuelva a pisar firme sobre el rudo suelo de mis páramos y diga con ojos claros y voz tierna, con acento de esperanza, ¡hágase la luz! y lo que ayer fue paisaje gris se transforme en una explosión de colores. Ese día no habrá penas que recordar ni pasado que lamentar.
Otra vez habrá un bosque, claro tocayo. Huerto de Dios lo llama la Biblia. Y nubes y un río y un montón de flores de colores y una primavera nueva habrá, en mayo o cuando sea, seguro. El beso que nombras y el mojar los labios serán de nuevo a pesar de los dragones verdes.
Evidentemente el mundo no se termina donde acaba un beso. El mundo comienza allí, en el gesto de acercar los propios labios a los labios del otro. En ese tránsito breve van todas las esperanzas, van todos los deseos, y en el acto del beso, el mundo vuelve a brillar y al separar los labios, al mirarnos en los ojos del otro, al descubrirnos transformados por el beso, nos reconocemos en el paraíso, Adán y Eva con un mundo por delante, con un mundo por nombrar y sin espada en la entrada, amistados con Dios y esperándole en la brisa de la tarde.

Chico Heron, mi tío

Mi mamá me llamó a Madrid para darme la mala noticia: “tu tío Carlos pasó a la presencia del Señor”. Al principio parecía mentira pero de pronto, como quien se roba la segunda base, la memoria comenzó a derramar imágenes de mi infancia y adolescencia junto a ese hombre bueno que acababa de fallecer. Lloré, me sentí lejos, y lamenté no poder despedirme de él, de no escuchar por última vez su voz, una voz que siempre preguntaba por mí.
Chico Heron más que una gloria nacional del deporte fue un ser humano entrañable, lleno de cariño y poseído por una pasión: el béisbol. Le recuerdo siempre con gorra, con andar pausado, como si se dirigiera hacia el montículo para hablar con su pitcher. Me quería y me llenaba de orgullo formar parte de la dimensión íntima de una persona extraordinaria y reconocida. Cuando decía en la escuela que Chico Heron era mi tío los muchachos se asombraban y me envidiaban un poco. “Tu tío si sabe de béisbol”, me decían ellos que que sabían de pelota.
A mí jamás se me dio bien el béisbol, a parte de verlo en televisión o escucharlo por la radio, Chico Heron nunca me habría firmado con los Yankees, o con Kansas City o con los Phillies de Filadelfia pero aun así me firmó un contrato mejor: ser mi tío, él que me permitió conocer a Billy Martin que vino a dar un “clinic” a Panamá y me dio su autógrafo, o a Roberto Kelly o a Mariano Rivera.
Pero mi tío Carlos fue también un hombre de fe, de una fe sencilla pero profunda en las palabras de Jesús en la Biblia: “el que cree en mí aunque esté muerto vivirá”. Mis primos me dijeron que hasta lo último no dejó de asistir a la iglesia ni al estadio, sus dos grandes territorios íntimos. Un hombre fiel, constante, disciplinado.
Repaso por Internet los homenajes y las palabras de elogio a la figura y a la trayectoria de un hombre que tantas cosas buenas ha legado a Panamá y a los amantes del buen béisbol, que tantos valores ha transmitido a muchos jóvenes que soñaban con tocar el cielo de las grandes ligas y caigo en la cuenta de que de verdad se ha ido, que de verdad no le volveré a ver sino en el cielo, en la morada celestial prometida por Jesucristo.
No podré estar el jueves con mi familia, honrando la memoria de mi tío pero las palabras, la memoria que la muerte desata, son el mejor homenaje de un sobrino escritor que desde el otro lado del planeta lamenta y llora la partida de alguien muy especial. El jueves, cuando Chico Heron reciba el aplauso unánime del deporte nacional, cuado todos digan tantas cosas buenas sobre él, yo rumiaré en silencio y desde la distancia, el recuerdo de lo que viví con él y volveré a saborear su cariño que no se apaga y le batearé un “homerun” a la tristeza para que mi tío Carlos se sienta orgulloso de mi.
Leído durande el funeral de mi tío Carlos por mi hermano Pablo Crenes.

El "salto" de Chet

Os lo advierto: estoy intrigado con lo que le pasó a Chet Baker el día de su muerte, con cómo ocurrió todo. Me entero que Bruce Webber rodó un documental en blanco y negro sobre Chet y dijo una cosa que me dejó inspirado: "Chet provocaba puro romanticismo, pura dulzura, y luego desilusión". Me gustaría llegar al fondo esa desilusión. No sé que pasó en aquel hotel de Amsterdam y me intriga (como a medio mundo del jazz) saber quien le empujó. Ya sé, no soy un ingenuo, que no soy ni mucho menos, el primero que se interesa por todo esto.
Cocaína, heroína y todas esas cosas comunes a la vida de Chet Baker me parecen muy bien pero hay que indagar más, las cosas no pudieron ser tan simples y vulgares. Hubo algo más, algo ocurrió aquel 13 de mayo del 88 en Amsterdam.
Llego tarde a su biografía, a su música, pero ya me tiene intrigado todo sobre él. Me parece, cuando le escucho, que tiene un don, que hacer música como la hizo él no se estudia ni se aprende, sensación que corrobora la lectura de su biografía. Además, crece en mí la fuerte sensación de que alguien por horribles e inconfesables motivos o sólo por piedad decidió empujarlo hacia el mito desde una ventana.
Escuché y vi en DVD una de sus últimas interpretaciones de My funny Valentine. Me deja conmovido el sudor de Chet, el sentimiento que imprime en su manera de cantar, sentimiento tan profundo como una despedida premonitoria. Busco más información sobre sus últimos días. Creo que está creciendo una obsesión sobre aquel último vuelo de Baker. Le preguntaré a Vila-Matas a ver si sabe algo.

02 septiembre, 2008

Ángel del presente

Ahora me sale un acérrimo crítico y me dice que escribo desde el pasado. Ángel González, mi amigo (no el poeta sino el abogado), me reclama que no estoy en la actualidad. ¿Qué es la actualidad? Toda crítica social, todo posicionamiento ante la realidad, viene de la memoria, del pasado. Somos nuestro trasfondo, nuestras vivencias. Construimos lo que somos y lo que pretendemos ser con lo que fuimos.
Baltasar Garzón, por ejemplo, ese “gran juez”, dice que va a mandar a investigar todos los crímenes de la Guerra Civil. Pasado. César Vidal, ese “gran escritor”, acaba de reeditar “Recuerdo 1936”. Más pasado. Los girasoles ciegos, la novela de Alberto Méndez y llevada al cine por José Luis Cuerda es también pasado igual que la última novela (novelón y esta sí que escribe bien) de Almudena Grandes que dice que cada mañana fusilaría a más de uno de la derecha (pasado rencoroso en este caso).
Todo se escribe así. Aunque parezca que escribimos literatura futurista (Fahrenheit 451, Walden Dos, 1984, Un mundo feliz) siempre estamos recordando, manteniendo una conversación con lo que fuimos, pudimos ser o quisimos u odiamos. La opinión pública (pasa en todos lados y aquí en España mucho) va en función de lo que ocurrió a nuestros antepasados durante la Guerra Civil. Las mentes más claras de este país, en cualquier debate televisivo, terminan abdicando de la razón y de los hechos para caer en la sinrazón y el resentimiento de posibilidades novelescas muchas veces con el sólo fin de llevar razón. No importa la verdad, importa que los demás sepan nuestra opinión.
Cuando escribimos con la libertad de una columna terminamos siempre consintiendo con la nostalgia y vamos dando voz a nuestro presente con los tonos de nuestro pasado. Pocos desean ser objetivos (no hay nada más subjetivo que la objetividad) y la verdad es que este país está necesitado, como todos, por lo medos del deseo de buscar tan escurridiza virtud. Hace mucho tiempo que salimos de esa búsqueda para agradarnos a nosotros mismos.
Busco ser objetivo, a pesar de la parajoda descrita más arriba (parajoda como diría mi amigo Guillermo Cabrera Infante), pero no puedo renunciar a mirar el pasado. Situarse correctamente en el presente es estar bien situado en el pasado y tener una relación sana con él. La actualidad, comentarla por lo menos con juzteza, tiene que ser un ejercicio intelectual y emocional que puede darnos (y da) resultados increíblemente enriquecedores.
Y qué mejor estímulo para la búsqueda de la objetividad perdida que un buen amigo que te lea y te ponga en solfa, que te rete intelectualmente y que, sobre todo, se mantenga a tu lado a pesar de las diferencias. Con Ángel me pasa eso, y sí que somos distintos, pero nos une una amistad que está soldada por el cariño por la común pasión por el conocimiento y por la mítica e indiscutible figura de Michael Jordan al cual seguía yo en directo desde Panamá cuando el no sabía lo que era un balón.
Ahora que lo sabe, y sabe tantas cosas, va a tener que invitarme a una comida para seguir indagando juntos en la actualidad y buscando sin descanso la objetividad que se sigue escapando, como en el verso de Ana María Martínez Sagi, por las esquinas del aire.