25 mayo, 2011

Y en Papel en blanco... Retratos y encuentros.

Para los que aman las letras, para los que quieren seguir leyendo historias, para los viejos y los nuevos escritores, para los de allá y para los de acá, para nosotros, para todos, incluso para los que no les gusta demasiado esto de las letras, la editorial Alfaguara pone en nuestras manos una rica selección de los mejores reportajes de no ficción que revolucionaron los cimientos del periodismo moderno. Su autor Gay Talese (New Jersey, 1932) es considerado junto a Tom Wolf como uno de los pioneros de lo que se ha llamado Nuevo Periodismo.

Con Retratos y encuentros (Alfaguara, 2010) podemos comenzar a adentrarnos en el universo de un maestro en el arte de convertir un frío reportaje o una gris entrevista en casi una historia, en un cuento. Porque la obra de Talese trasciende lo efímero del artículo y de la crónica para convertirse en literatura que no pasa de moda, en lugares a los que peregrinar de cuando en cuando. LEER MÁS.

20 mayo, 2011

Las grandes familias III: Cita en los infiernos (Reseña)

La palabra que define de manera precisa la última entrega de la saga “Las grandes familias III: Cita en los infiernos” (Libros del Asteroide, 2010), es irremediablemente decadencia. Maurice Druon (Francia, 1918-2009) cierra su ambiciosa trilogía de manera brillante dando respuesta a los grandes misterios de estas familias de entre guerras, grandes en su condición de paradigmas de una sociedad que vivió una quimera que le llevó puntual y directamente a su cita en el infierno de la Segunda Guerra Mundial.
Los hermosos Marie-Ange y Jean-Nöel Schoudler, rabiosamente jóvenes y hermosos, herederos del abolengo de sus apellidos, se presentan en sociedad en medio de un baile de máscaras que no es ni más ni menos que una metáfora de la realidad de entonces, la una sociedad vanidosa y enferma de una ilusión que no tardara en saltar por los aires.
Es la juventud la que paga los tributos de las grandes malas decisiones del pasado aparte de haber aprendido ambos, Marie-Ange y Jean-Nöel, a tomar malas decisiones como sus ascendientes, a no gestionar de manera positiva sus activos morales hasta verse instalados de la mano de un brillantemente ambiguo e intrigante personaje, Lord Pemrose, a las puertas mismas de la decadencia.
Druon, retratista de una clase social instalada en el poder, sabe llevar el ritmo de ese “lento disgregar hacia la ruina” de un modo lúcido y de una arrogante maestría que nos deja una huella a seguir dentro del arte de escribir novelas. Los jóvenes Schoudler se ven empujados por sus circunstancias, y la citada mala gestión de sus activos, a suscribir una vida que resuelve ofrecerle poco por mucho, que les separa, minando su fuerza ante los envites, y que les postra en la lona del ring de la historia devolviéndonos como en un espejo la imagen siempre triste de quienes parecían tenerlo todo pero que no supieron retenerlo.
Revelador y traumático resulta el momento en el que Jean-Nöel vuelve de Venecia (de vivir con “Las tres abejas” y experimentar tantos misterios gozosos y la pérdida de un amigo) y tiene que alistarse en el ejército. La visión de la decadencia tanto de burgueses como de obreros como el hecho de compartir la misma cola para reclutamiento como borregos que recibieron la misma orden dando al traste con años de enseñanza del pudor y la decencia: desnúdese. La vergüenza y la ignominia terminan en manos del omnipresente y mutante superviviente que es Simon Lachaume y que le convierte en su chófer.
Novela costumbrista a ratos y más corta que las anteriores (304 páginas), “Cita en los infiernos”es una lección, no de moral, no de cómo vivir, sino de cómo todo lo que sube baja, de cómo la física elemental, hasta en esto del poder, se cumple de forma irremediable aunque paulatina.
Maurice Druon cierra esta brillante trilogía con la que es para mí la mejor de las tres entregas. Plástica, versátil y aleccionadora. “Cita en los infiernos” es definitivamente una hermosa obra maestra. Busquen la historia de las tres abejas y el entierro al final, brillante, hermoso y conmovedor a pesar de las ruindades y de la decadencia, a pesar de toda esa sublime basura arrogante y perversa.

15 mayo, 2011

Viaje

Esto es un viaje y en su desarrollo, en su ida hacia el destino, has de disfrutar de cada paraje, de cada estación o paradero que se te meta en el camino. No es sólo llegar, un viaje es también ir aunque vayas dormido. Porque al soñar también viajamos y también hay estaciones y paraderos donde apearnos a estirar las piernas y la memoria. Y al despertar del sueño en el que viajamos seguimos de viaje y de súbito nos asalta la pregunta: ¿viajo o sueño? La respuesta es simple: ¡qué más da!

14 mayo, 2011

Por los Senderos con... Fernando Palazuelos






Fernando Palazuelos nos concedió vía internet esta interesante entrevista donde hablamos sobre su trabajo en el mundo de la microficción "Ficcionarium". A parte de contestar a nuestras preguntas nos deja para el final un bosquejo de lo que será un futuro microrrelato. Todo un lujo para estos Senderos.



1. Tienes una poética sobre la microficción.

De todos mis libros, éste es el único en el que he abordado una narrativa tan breve. Pero me gusta ponerme a prueba, adentrarme en nuevos retos. Tras escribir cuatro novelas, teatro y poesía, ha sido un placer aventurarme en este terreno, en el que lo lúdico se ha entremezclado con la historia, la literatura, el mito... Además de este juego híbrido, está la voz, la necesidad interior de “ver” el mundo con una mirada poética, también crítica, en muchas ocasiones desmitificadora y llena de humor. Es un libro con el que he disfrutado y en el que el lector puede adentrarse como quiera, abriendo sus páginas al azar, avanzando de atrás para adelante, consultando o no el índice... Mi intención es no dejar indiferente al lector y hacerle percibir la presencia humana en este planeta de un modo distinto.


2. ¿Cómo te van llegando los microrrelatos, sales a buscarlos o te van encontrando?

Creo que dentro de la diversidad de temáticas del libro hay una unidad que aglutina todas sus páginas, sobre todo una pretensión jocosa, un anhelo de disfrutar de la literatura. De todos los temas, unos pocos llegaron a mí por casualidad; pero la mayoría los he buscado, indagando en mi propio imaginario, en mis recuerdos, en mis gustos. El libro pretende contagiar algo (espero que no algo vírico), acaso una especie de sed por preguntarse las cosas, por cuestionar el mundo.


3. ¿Cuál es tu técnica de trabajo sobre los textos hiperbreves?

Es difícil, incluso para el propio autor, rebobinar y averiguar cómo y por qué surge un tema para un relato. La imaginación es prima hermana del inconsciente. Pero donde sí actúa uno con plena premeditación es en la técnica, en el tono, en el lenguaje. El mayor reto al trabajar con textos breves es el de la eficacia y la concisión. En ocasiones el lector puede preguntarse: Si este cuento tiene veinte líneas y ya he leído quince, ¿cómo diantre puede acabar? Se trata de redondear una historia con las menos piezas posibles, y sobre todo, sugerir, dejar un poso entre líneas para que la imaginación del lector construya en su mente con los colores que uno le ha ofrecido. En mi caso, que huyo de lo críptico como de la peste, ha sido un reto muy interesante. Sugerir e incitar: esto es cuanto le pido a un texto mío que aspire a ser incluido en un libro.


4. ¿Te documentas para escribir microrrelatos? En los verídicos hay un trabajo de informarse para luego escribir…

En muchos de ellos he necesitado datos, en efecto, pero he evitado construir un libro destinado a demostrar erudición. Al contrario; he intentado compartir. Al conocer una anécdota potente, ¿no siente uno la poderosa necesidad de contársela a alguien? Algo así me ha sucedido con algunos hechos, o con mi particular visión de algunos otros.


5. ¿Qué les dirías a los que tienen al género hiperbreve como insustancial o poco literario?

No soy un experto lector de este género, pero que intenten sostener esa idea tras haber leído algunas delicias de, por ejemplo, Manganelli o Cortázar. Quienes se preocupan tanto de etiquetar la literatura posiblemente se enfrascan en algo tan absurdo como empaquetar vasos de agua de distintos colores. Las fronteras entre géneros y los límites de algunos cánones estéticos son dos de las líneas más divertidas de traspasar. De hecho, en Ficcionarium hay algunos textos breves que no son relatos; son, agárrense los puristas, “ensayos hiperbreves”.


6. Al final del libro hay una relación de los cuentos ficticios, híbridos y verídicos ¿Por qué no nos dejaste con la intriga? Yo por lo menos decidí no leerla toda, que es una opción…

Dudé respecto a si cada relato debía tener junto al título una marca que aclarara su carácter verídico o no. Opté por arrojar luz sobre esto sólo en el índice, con la idea de que quien no desee saberlo disfrute del libro a su gusto. En cierto modo me tentó mucho dejar la duda en el aire, pero sentía lástima de algunos personajes reales, que me pedían a gritos este resquicio al que sujetarse (por ejemplo Maria Reiche).


7. ¿Cuándo se enteró Fernando Palazuelos que quería ser escritor?

Parece absurdo, pero me percaté de ello dos años después de terminar mi primera novela. La guardé en un cajón sin que la viera nadie. Pasado ese tiempo, a raíz de un premio por un relato, decidí enviar la novela a un concurso. El libro gustó. Ganó tres premios en un año. Entonces comencé a preguntarme en serio qué tenía la literatura que tanto me cautivaba, no ya solo como lector, sino también como creador. Por otro lado, a los veinte años abandoné mis estudios de arte. Lo hice bastante decepcionado con la universidad en la que estaba matriculado. Unos años más tarde descubrí que la literatura me ofrecía un campo idóneo para mi creatividad.


8. Para entrar en tu universo literario ¿qué libro tuyo nos recomiendas?

Todos son criaturas nacidas de mi entraña, y es difícil decantarse. Tal vez mi primera novela, La trastienda azul, o la cuarta, Pura chatarra, que no es muy extensa y es muy emotiva (según dicen).


9. Recomiéndanos un par de libros.

Mañana elegiría otros dos distintos, y pasado mañana otros, seguramente, porque es muy difícil decantarse. Pero hoy se me ocurren estos: El palacio de los sueños, de Kadaré, y La impaciencia del corazón, de Stefan Zweig.


10. “Sueño visionario” es un texto que me maravilló ¿qué sueña Fernando Palazuelos sobre el futuro del libro?

Como muchos otros autores y lectores amantes del papel impreso, estoy a la expectativa. Viendo lo que está sucediendo con el mundo de la música, el asunto da pavor. Sentiría una tristeza inmensa si el libro de papel desapareciera, engullido por este vertiginoso ritmo del progreso tecnológico. Temo que la versión real de la novela de Bradbury pueda llegar a ser peor incluso. En lugar del fuego, del que el destino sólo librará a unos pocos, a los libros de papel tal vez les aguarde otro horror: el vacío. Desde hace tiempo tengo un relato hiperbreve en la mente, aún pendiente de ponerlo por escrito. Podría ser momento de ponerlo en palabras. Su borrador podría ser éste:

“En un futuro no muy lejano, el patrimonio escrito del mundo ha sido escaneado, todas las bibliotecas han sido desmanteladas, en las librerías se vende abono para los invernaderos de los tejados y millones de páginas han sido recicladas para fabricar teclados ecológicos. Un día un informático experto en virus sofisticados encuentra un terrible troyano denominado Qwerty-451. Lo mantiene aislado y lo estudia durante semanas, sorprendido de su complejidad y de su potencial destructor, latencia letal que se activará al de un año de ser creado. Con el fin de lograr un antivirus eficaz lo analiza con cautela, como si se tratara de la cepa de la viruela. No obstante, al manipularlo comete un error. El virus se activa. Pronto se extiende por la red. En cuestión de días las hemerotecas virtuales se corrompen, los registros documentales se deshacen como comidos por una enfermedad incontenible, y toda la literatura digital del planeta, presente y pretérita, se descompone, dejando un vacío que nadie sabe cómo aliviar.”

Ficcionarium (Reseña)

Hay quien desprecia la ficción brevísima, el microrrelato o minificción (sírvanse ustedes del nombre que quieran) por tenerla como un oficio necio y lastrante que sólo demuestra la pereza o la torpeza del escritor. Nada más lejos de la realidad. Lo bueno, si breve, ya se sabe pero, lo breve si brevísimo pues… buenísimo.
Eso es lo que pasa con este magnífico libro de Fernando Palazuelos (Bilbao, 1965) “Ficcionarium” (Ediciones Baile del Sol, 2010) que es un hito en su carrera literaria. Un escritor de novelas, teatro y poesía se sienta ante los microrrelatos con el propósito de disfrutar escribiendo y deleitar con el resultado como hacen los buenos escritores.
“Ficcionarium” tiene tres partes (en la segunda las ficciones son más extensas) que abarcan periodos distintos de la escritura de los relatos. La verdad es que, te metas por donde te metas, seguro saldrás picado e infectado por algo que, creo yo, se llama ganas de vivir y de reír. Porque los cuentos de “Ficcionarium” aspiran a hacernos pensar deleitando como dije antes. Y es que el autor nos ofrece, para los que se animen a mirar atrás un índice que muestra que cuentos son verídicos, pura ficción o un híbrido entre ambas. Yo les sugiero que no lo lean hasta el final y luego les propongo un juego: adivinar, intuir a cual categoría corresponde cada uno. Los resultados les sorprenderán y sobre todo les dará una medida de la calidad del oficio del autor.
Siempre es complejo elegir de entre tantos buenos microrrelatos unos pocos para hablar de ellos pero querría mencionar cuatro de ellos.
“Torre de Babel” dibuja en su brevedad la típica confusión que es metáfora social y diagnóstico de nuestra circunstancia. Cada uno oye lo que quiere, o lo que le parece.
“Georges Simenon” es un homenaje y retrato de uno de los grandes escritores europeos del siglo pasado. Infectado, qué casualidad, por el virus de la imaginación.
“El castigo de Pavlov” es una pequeña genialidad que aporta un dato muy escondido de la vida del fisiólogo ruso al que tanto le debemos todos, saliva más, saliva menos.
Luego está mi favorito, “Sueño visionario”, que consigue unir con pocas líneas y con una densidad poética precisa pasado y futuro en un sueño para construir un texto que da para pensar y disfrutar.
Sin lugar a dudas Fernando Palazuelos ha superado el reto: ha conseguido someter la brevedad con resultados muy buenos, ha conseguido dominar el lenguaje para que los textos en su brevedad de concha escondan las melodías de un mar poderoso de olas. Porque no es simple escribir microficción y quien crea lo contrario se engaña
Un descubrimiento feliz este Ficcionarium que es una excelente puerta para entrar en el universo literario de Fernando Palazuelos que le hará pasar un rato “buenísimo” por lo brevísimo de sus textos que no deben leerse con excesiva rapidez: los buenos microrrelatos necesitan e invitan a la relectura, que es la reacción natural al asombro ante un texto brillante.

13 mayo, 2011

Daniel Viglietti, desalambrando (Reseña)

Leer a Mario Benedetti es siempre un lujo escriba de lo que escriba. En este caso la obra que nos ocupa no es de ficción, es un ensayo musical que pone de manifiesto el enorme talento de Benedetti más allá de sus cuentos y poemas.
Daniel Viglietti, desalambrando”, (Alfaguara 2010), perfila la figura de uno de los grandes cantautores de América Latina, Daniel Viglietti (Montevideo 1939), tal vez olvidado hoy y al que Benedetti hace justicia para que las nuevas generaciones o los despistados sobre el tema no pierdan cuidado.
La primera parte del ensayo es una puesta en perspectiva espacio temporal de la figura de Daniel Viglietti. Mario Benedetti habla con amargura de los años más oscuros de Uruguay, reflexiona sobre la ruptura de la libertad, pone los hechos sobre la mesa para que comprendamos como el personaje de Viglietti toma consistencia y es proyectado sobre otras tantas realidades latinoamericanas de la época.
Una entrañable entrevista entre Mario Benedetti y Daniel Viglietti acerca misterios, convoca realidades, persuade conciencias. La memoria de dos hombres que lucharon contra los enemigos de la libertad, que cantaron sus versos para dar carta de ideología a unos sentimientos naturales y justos son una muestra de que la memoria no debe ser callada y que es necesario que se reediten libros como éste, más allá de colores, signos impresos en banderas, más allá de sistemas políticos y demás simplezas que son nimias cuando lo que está en juego es la democracia.
“Daniel Viglietti, desalambrando”, viene ilustrado por una serie de fotografías que dan cuenta de quién es Daniel Viglietti. Son imágenes que convierten en carne y hueso al mito, que dan rostro a la voz y que le humanizan: fotos con si hija, con su madre, con sus amigos, fotos de sus exilios. Imágenes que dan cuenta de los lugares que ha transitado este hombre de letras profundas, de sones de revolución y protesta.
Después vienen una serie de datos para el seguidor más interesado: títulos de canciones, versiones de otros artistas, bibliografías que permiten seguir adentrándose, cada uno por su cuenta, en la vida de este personaje tan interesante como polémico.
El libro viene acompañado de un CD para escucha a Daniel Viglietti interpretar sus canciones y a Mario Benedetti acompañarle con la lectura de sus poemas. La verdad es que la experiencia es de esas que remueven la memoria. Nada mejor que ponerle banda sonora a la vida y la música de fulano es la de muchas aciagas fechas en la historia de América Latina.
Un Benedetti distinto, enriquecedor y que ejerce magisterio sobre los que pretenden escribir este tipo de ensayos se puede ser erudito pero deleitando, se puede escribir sobre lo que sea pero con belleza y de eso Mario Benedetti sabe mucho y lo demuestra en este cálido homenaje a una de las grandes voces del continente americano.

06 mayo, 2011

En Revista de Letras... Gatos y Ratones (I): Comisario Jules Maigret

Revista de Letras publica la entrevista que le hice a Jules Maigret. Costó lo suyo pero aquí está.



Iniciamos el ciclo dedicado a personajes de novela negra y de misterio, en el que ofreceremos textos inéditos sobre los grandes mitos del género. Pedro Crenes Castro ha podido visitar al comisario Jules Maigret y nos ofrece, a modo de reportaje-entrevista, un retrato del hombre que inmortalizó al escritor George Simenon. Ir al artículo.

02 mayo, 2011

Y en Papel en blanco... Bibliotecas llenas de fantasmas.

¿Tenéis libros en casa? Pero no digo unos pocos sino unos cuantos, es decir, varios cientos que amenazan con convertirse en miles, creciendo en estanterías, con posibilidades muy altas de transformarse en una avalancha de letras o apilados en el suelo cortándote el paso. Augusto Monterroso ya decía en un pequeño texto de ‘Movimiento perpetuo’, Cómo me deshice de quinientos libros, que a él le tocó vivir en una época en la que se editaban muchos libros. Y a nosotros también. El libro del Eclesiastés en la Biblia dice que No hay fin de hacer muchos libros y yo apostillaría, con asterisco en el texto Sagrado, a pie de página, y con la reverencia para estos casos indicada, que “leerlos tampoco lo tiene”. Leer más.

Pulsión del amigo (Reseña)

Para mí ha sido todo un descubrimiento. Un descubrimiento que me llegó de la mano de mi amigo Juan Carlos Chirinos, excelente escritor venezolano. Hay muy buenos cuentistas en este país pero yo no conocía a Nicolás Melini (Santa Cruz de la Palma, 1969) y lo que hace en su último libro “Pulsión del amigo” (KRK Ediciones, 2010) es, por encima de todas las cosas, literatura perdurable, de fondo, construida al límite, al borde del acantilado donde de la realidad amenaza con saltar y perder toda su verosimilitud. Para los que no hemos leído nada más de Nicolás Melini esta es una excelente puerta de entrada, se quedaran con, se los aseguro, ganas de más.
Los 12 relatos de “Pulsión del amigo” están escritos al límite como hemos apuntado. Su autor es capaz de convertir los “instantes” en magnificas ráfagas de acción que se sostienen sobre la contundente personalidad de sus protagonistas. Su inteligencia a la hora de abordar cada relato deja ver a un artesano de la ficción que no deja indiferente al lector.
Lo que les va a seducir de los relatos de Melini es, sin duda alguna, la fuerza de sus personajes. He visto muy pocos libros de cuentos que contengan tantas ficciones en las cuales sus personajes son perfectamente relevantes, creíbles y perdurables. Porque hay cuentos en los que da igual a quien le pasen las cosas, la anécdota o suceso es lo que manda, pero en estos de Melini, por su construcción psicológica del personaje (precisa y limpia) se convierten en necesarios.
Quiero destacar la brutalidad arrolladora de “Un montón de pequeños trozos de alga” que me estremeció volando hacia París, que me provocó un vuelco de entrañas, que esconde en su brevedad todo un aluvión de sentimientos y emociones que desbordan al lector. No es el tema, es el trato que recibe por medio de sus personajes, es el manejo del tiempo dentro de la narración lo que conmueve.
En “Malestar” asistimos a otro de esos temas que parecen desbordar cualquier relato pero, una vez más, Melini consigue domarlo y ponerlo en marcha por medio de las vivencias del personaje. Un instante, un tocamiento por parte de un adulto a un menor es un tema que desbarata cualquier intento de acercamiento pero como verán en este cuento el autor va más allá de la mera anécdota gracias a la construcción de un sólido personaje.
Pero por encima de todos (está “Marcial”, el más extenso de los cuentos con un protagonista de esos que merecen un corto) está para mí “Pulsión del amigo”. Este cuento es definitivamente en una joya. Transcurre ante nosotros la vida de un psicópata de libro. Los instantes que recuerda el protagonista, la “pulsión” latiendo bajo el pellejo de la realidad, el paso del tiempo y la continua búsqueda del mal, convierten este relato en una excelente muestra de esa veta psicopática que se esconde en más gente de la que creemos.
Hemos reiterado una palabra que es clave en estas ficciones: instante. Nicolás Melini demuestra en estos cuentos su capacidad para dilatar los instantes, iluminarlos y convertirlos en fracciones de vida perdurable. No es fácil capturar instantes: tomarlos por un lado, expandirlos e ir ralentizando las emociones para revelarnos su luminoso lado oscuro. Una impronta personal de un autor que merece ser ampliamente difundido y leído. Literatura de la buena que nos dejará más de un instante de verdadero placer estético.