23 octubre, 2012

Senderos recomienda... Laboratorio de escritura teatral

Laboratorio de escritura teatral
Cómo escribir para la escena desde la música, el ritmo y el silencio
En Panamá



EXPOSITORES:

VANESSA MONTFORT (España) Dramaturga y novelista.

Comienza su carrera teatral como autora y directora con “Quijote Show” a la que seguirán: “Paisaje Transportado” y “Estábamos destinadas a ser ángeles”.

Entre sus obras de teatro se encuentran: "Flashback", "La mejor posibilidad de ser Alex Quantz" y "La cortesía de los ciegos" (traducidas al inglés).

Ha sido invitada en dos ocasiones por el Royal Court Theatre de Londres, donde asiste a talleres con los principales dramaturgos británicos, entre ellos: Harold Pinter, Tom Stoppard o Martin Crimp. En 2012 estrena la primera versión teatral de "La Regenta", actualmente en gira por España.

En su faceta como novelista ha publicado: "El Ingrediente Secreto" (XI Premio Ateneo Joven de Sevilla Algaida, 2006), "Mitología de Nueva York" (Premio de Novela Ateneo de Sevilla 2010), y "La isla

sin voz".

Otros reconocimientos a su trabajo son la ‘Orden de los descubridores’ otorgado por la John’s University de Nueva York y el Premio Nacional Cultura Viva 2009 al Autor revelación del año.

Forma parte del staff de profesores del Centro de Formación de Novelistas de Madrid. En la actualidad se dedica por entero a la literatura e imparte talleres dentro y fuera de España. www.vanessamontfort.com




LUIS ANTONIO MUÑÓZ: cantante, instrumentista y director español.

Desarrolla su labor como intérprete en diversas formaciones del panorama musical español como el Coro de RTVE y el Coro Nacional de España, al que pertenece actualmente.

Ha colaborado con diversas agrupaciones especializadas en la interpretación del repertorio antiguo de distintas épocas, entre las que se encuentran la Capilla de Música Antigua de Madrid, el grupo Alfonso X el Sabio, la Schola Gregoriana Hispana, el grupo Axivil Aljamía o el grupo Música Antigua de Eduardo Paniagua.

Desarrolla igualmente una labor de difusión de la música, como conferenciante y colaborador en diferentes actividades de apreciación musical (Univ. Complutense de Madrid, U.P.S.A.M. de Madrid, Sociedad Hispánica de Amigos del Arte, St John’s University de Nueva York, etc.)

Como director musical y arreglista ha trabajado en múltiples y variados terrenos que abarcan desde la música Pop hasta la dirección musical, adaptación y composición para obras de Teatro y audiovisuales.

 Asesor musical de producciones cinematográficas y teatrales, desarrollando actualmente una faceta dedicada a la comunicación y coaching de voz en entornos empresariales.


INFORMACIÓN GENERAL:

Fecha: Sábado 27, lunes 29 y martes 30 de octubre.
Profesores: Luis Antonio Muñoz y Vanessa Montfort
Duración: 3 días
Sesiones: Sábado de 9:00 a.m. a 1:30 p.m. Lunes y martes de 6:00 p.m. a 9:00 p.m.

Objetivos del taller: Descubrir y experimentar con las herramientas que nos da la música para escribir, a través de ejercicios de improvisación de escritura y análisis de textos teatrales en sesiones prácticas.

Perfil de los alumnos: Está indicado para personas que escriban, con o sin experiencia en el texto teatral, pero también para actores o directores que deseen la experiencia de entender el texto teatral con el que habitualmente trabajan desde otras perspectivas.


Programa:
Sábado (Mañana): Sesión de preparación para la escritura. Nociones básicas sobre la música, el ritmo y el silencio como parte del texto teatral. Primer ejercicio de improvisación y planteamiento de materiales para las siguientes sesiones.

Lunes (de 6.00 p.m. a 9:00 p.m.):
Ejercicios de improvisación con música. La música cómo inductora de estados de ánimo. La música como disparador de una historia. Aportaciones de la música al texto teatral.
Lectura de textos.

Martes (de 6.00 p.m. a 9:00 p.m.):
El ritmo interno del texto y el silencio en el texto teatral. Lectura de textos de ejemplo. Ejercicio de improvisación.
Lectura de textos. Conclusiones.

Precio Regular: B/.200.00

Precio Pre-venta: B/.150.00 (hasta el 20 de octubre)

Cupos limitados.

Más información al: 6031-6041

Email: escribepanama@gmail.com

22 octubre, 2012

Y en Día D... "A piedra y lodo": Recordando bajo el árbol.

El suplemento cultural del Panamamerica Día D publicará una serie de artículos míos bajo el nombre general de "A piedra y lodo". Allí espero que podamos recordar y reflexionar juntos. Les dejo el enlace aquí para que puedan leer el primero.

21 octubre, 2012

Días de ira: tres historias en tierra de nadie (Reseña)

Media distancia. Un género por el que han recorrido las letras de Juan Rulfo, García Márquez y más cerca en el tiempo y aquí en España, Andrés Barba. Distancia que también ha recorrido Jorge Volpi (México, 1968) y que Páginas de Espuma reúne en “Días de ira: tres historias en tierra de nadie” (Páginas de Espuma, 2011)  nos da la posibilidad de leer en un solo volumen tres extraordinaria historias que combinan personajes bien definidos, historias extremas y sobre todo provocan en el lector inquietud y asombro.
Un prólogo a modo de explicación abre este libro intentando poner ciertas bases de esa narrativa entre la novela y el cuento, suscitando en el lector una búsqueda de las obras que se citan para constatar los argumentos del escritor mexicano. Entre la monumentalidad de la novela y la placidez y agilidad del cuento, habita un género que tiene en su propia solución onomástica un enjundioso trabajo de definición. Un prólogo ágil e inteligente que comparte visiones para resolver el enigma de esta vieja medida literaria.
Las narraciones están ordenadas de la más antigua a la más reciente, todas ellas escritas a finales del siglo pasado y todas protagonizadas por una pareja, terreno este done los conflictos crecen y la narración se dinamiza en tanto que los problemas se plantean y son resueltos.
La primera de estas narraciones “A pesar del oscuro silencio”, que puede leerse en una suerte de clave de auto ficción. El protagonista, Jorge, entra en un proceso de obsesión enfermiza con la vida del poeta mexicano Jorge Cuesta al que estudia, disecciona de manera febril y al que de una forma termina viviendo en su lado oscuro. El conflicto se plantea dentro de su pareja que termina arrasada por la obsesión por el personaje y por cierta incomprensión del conflicto moral por parte de Alma, su pareja.
Días de ira”, segunda de las narraciones y la que presta nombre al libro, es la que más me ha entusiasmado. Una vez más Jorge Volpi hace un guiño a la literatura y esta vez va más lejos que en su búsqueda de Jorge Cuesta. Una novela, inocente, banal, insulsa, encierra una trampa mortal: una vez abierta, lector, todos estamos en ella.  Pero advierte el narrador que las trampas de esta novela, lo que guarda como una terror que asalta y provoca el protagonismo mas terrible del que lee, están puestas allí de antemano, que nada es casual, que el determinismo literario existe y que nosotros somos parte del terrible juego. El lector de “Días de ira” terminará siendo cómplice, junto con el autor y el protagonista, de un suceso helador y oscuro. Otra vez, la trama ocurre dentro de una pareja y sus aledaños.
Una tercera pareja protagoniza la última de estas narraciones. “El juego del Apocalipsis” quizá la más conocida por el público, arranca, con un inocente llamada que le regala a su protagonista un viaje a Patmos, la isla donde escribió San Juan el Apocalipsis (ya sé que saben dónde está Patmos). El viaje lo regala una fábrica de embutidos para recibir el año 2000 en la enigmática isla. Hasta aquí la cosa parece pintar bien pero ya saben cómo es Jorge Volpi: concesiones cero, historia absorbente al borde del tercer milenio, personajes que se van complicando la existencia hasta terminar en un asombro ante los escombros. El guiño a la literatura lo pone Andrea, una crítica literaria de cuchillo en los dientes y parche en el ojo, una demoledora de escritores que disfruta con su trabajo. Al final el Apocalipsis sobreviene y ya depende de ustedes saber qué pasó exactamente.

15 octubre, 2012

Carolina Grau (Reseña)

¿Quién es esta Carolina Grau? ¿De dónde viene? ¿Está viva? ¿Está muerta? ¿Es de aquí o del más allá? Carlos Fuentes (1928) juega con el lector a una búsqueda, casi una persecución, de este escurridizo personaje femenino tierno y a la vez misterioso que da título a estos cuentos “Carolina Grau” (Alfaguara, 2011).
Pero no es oro todo lo que reluce y aquí no vamos a desvelarles ni claves ni atajos. Sumérjanse en la lectura de estos ocho relatos y busque cada uno por donde transitarlos a ver donde terminan. Esta es una obra en su conjunto de pasadizos y sombras. Prueben.
Carlos Fuentes mezcla personajes y situaciones de antes con las de ahora, logrando tirar de nosotros para que le sigamos al siguiente enigma, al siguiente cuento, a la perdida de referentes entre lo onírico, lo fantástico, o lo real (¿qué es eso?).
Estos cuentos interrogan sobre el más allá, sobre el sentido de la vida y la continuidad de la existencia. Juega con el amor, con la densidad de la vida para ofrecernos su lado oscuro y es en la extraña persona de Carolina Grau en la que Fuentes encierra el misterio que hay que descubrir.
Este texto no es esta vez una novela hecha de cuentos como se nos dice en el título de “La frontera de cristal”, son cuentos independientes que juegan a acercarse aunque pueden alejarse en su autonomía y secuencia sin que se vean perjudicados.
Lo fascinante de los relatos de “Carolina Grau” es el trabajo del autor en los escenarios. Los personajes de estas ficciones resaltan por lo que tienen detrás, se agrandan por “dónde” se mueven. Distinto es lo que ocurre por ejemplo en “Inquieta compañía” (también cuentos del mexicano) donde los personajes “son” mucho más que “dónde” se desarrollan sus tramas. Ejemplos en este libro que reseñamos son “El prisionero del Castillo de If” como “El arquitecto  del Castillo de If” donde todo lo que ocurre tiene como fondo los escenarios de “El Conde de Montecristo” lo que lleva al lector a ver mejor el desarrollo de la historia con esta información que subyace al momento de la lectura.
Este juego de máscaras, este ser tantas personas a la vez de Carolina Grau hace que el libro quede inserto en la sección décima, “Los días enmascarados”, en la que Carlos Fuentes divide su obra cuyo título global es “La edad del tiempo”. Máscaras, porque al leer estos cuentos nada es lo que parece, nadie es quien dice que es cuando empieza un relato y por supuesto al terminar la realidad, o lo que eso sea, se transforma necesariamente en otra cosa, produciendo en el que lee un benéfico desasosiego.
Se van a encontrar con grandes momentos en estos cuentos. Certezas inciertas, zozobras que tranquilizan, fantasmas que liberan de monstruos, todo ello escondido, o no tanto, en la “figura” de una Carolina Grau que es tantas cosas a la vez y quizá ninguna porque todo es producto de la imaginación, del sueño o del horror.

La gran novela Latinoamericana (Reseña)

Carlos Fuentes (Panamá, 1928) es poseedor de un extensa obra ensayística que viene a consolidarse, si cabe (siempre cabe), con este muy interesante “La gran novela latinoamericana” (Alfaguara, 2011) que dialoga con otro ensayo suyo “Valiente mundo nuevo” que se ve complementado y profundizado por este que ahora publica Alfaguara.
A Carlos Fuentes no le ha fallado en este ensayo la presencia de los que están, con lo cual podemos estar más o menos de acuerdo, pero clama al cielo la gran ausencia que sentimos mucho todos los lectores de novelas: la del chileno Roberto Bolaño. Ya no habrá tiempo para un siguiente ensayo del mexicano en el que nos descubra el misterio de esta gran ausencia o debemos suponer de entrada que la obra del chileno directamente no fue de su agrado.
Un libro como este no es más que un ejercicio de “placer de la lectura” convertido en literatura. Porque quienes gozamos del vicio de leer, de la pasión por los libros, podemos canalizar esa pasión y ponerla en limpio sobre papel para explicarnos primero a nosotros y luego a los demás, el por qué del asombro, el motivo del milagro de la ficción obrado en nuestro ser.
Fuentes, avisado lector, nos invita a sumergirnos en sus reflexiones sobre la ficción que se ha hecho en América Latina y confecciona una hermenéutica que ayude a la comprensión de un continente que sigue a la caza y captura de su futuro. Una visión de América, desde sus grandes novelas y novelistas, traza un perfil con mejores asideros para el lector con ganas de comprender mejor, no más, porque en Literatura más siempre es menos (o eso dicen que dice Quevedo). Asomarse a Latinoamérica no es cosa de cantidad si no de calidad.
Por supuesto, esta es la visión muy particular del lector y escritor Carlos Fuentes. Por “La gran novela latinoamericana” pasan muchos mexicanos, muchos argentinos, algunos cubanos, otros tantos colombianos sin dejar por fuera (y se agradece) a los brasileños. Hay peruanos y chilenos (entre ellos no está, ya lo dijimos, Bolaño). Por esta disparidad de criterio y arbitrariedad se excusa al final del texto Fuentes, pero es comprensible que cuando uno comienza su reflexión sobre algo de esta vida, lo haga por lo cercano y conocido y vaya avanzando hasta la frontera de las piezas más lejanas y no tan familiares aunque sean parte muy importante del discurso.
Yo destaco, por la cercanía con los escritores estudiados, el capítulo dedicado a Julio Cortázar, cercano al del ya citado “Valiente mundo nuevo” y que lo complementa. El que dedica a Vargas Llosa, en el que se traza una lectura sobre los dictadores partiendo de “La Fiesta del Chivo” y el dedicado a José Donoso, que me interesa mucho más desde que leí “Correr el tupido velo” de Pilar Donoso, su hija. Capítulos para disfrutar y discutir a partes iguales.
Sin lugar a dudas este ensayo les va animar a leer muchas novelas que no conocían o a releer algunas que tenemos oxidadas. Todos, eso sí es seguro, disfrutaremos de una lectura amena, que invita al debate y a estar en contra, si hace falta, de las tesis del autor. Un  texto que se visitará más de una vez además de confrontarlo con otros que también pretenden lo mismo.
PD: Sí, Carlos Fuentes es panameño de nacimiento, pero esa es otra parte de su historia.

04 octubre, 2012

Aire de Dylan (Reseña).

“Aire de Dylan” (Seix Barral, 2012) es el regreso siempre esperado de Enrique Vila-Matas  con una novela que hunde sus más profundas raíces en la relación entre un padre y su hijo puesta en escena como si de una obra de teatro se tratase, como si “Hamlet” se postmodernizara hasta su transformación en pura y leve vitalidad.
Cierto que es que Vilnius, el protagonista narrado por sí mismo, por su padre y por el escritor escogido y sin nombre encargado de reescribir o inventar las memorias transversales de Juan Lancastre, anda a la caza y captura de sí mismo, anda buscando quién es en relación con su padre y cada vez que se narra a sí mismo (o le narran) o a su padre lo hace en medio de una muy cuidada puesta en escena que no es más que la constatación literaria y ficcional de lo que ya sabemos en la “realidad”: la vida es teatro (comedia o drama) y cada acción una escena de esta obra a la que llamamos vida.
Pero Vila-Matas  no renuncia a su firma como si se tratase de un incorregible asesino en serie. Están las referencias a la realidad que se convierte en literatura, las citas de otros y las inventadas (este es unos de los leit-motive de la novela), las teorías que no se pierden nunca en la literatura vilamatiana (aunque una novela suya diga lo contrario en el título), abismos con personajes que los bordean, películas y personajes que son una categoría en sí mismos como Oblomov de la novela de Iván A. Goncharov.
Juan Lancaster, novelista de éxito y último de los de su generación, muere produciendo en Vilnius su hijo (muy parecido a Dylan cuando joven) una desazón que le trastorna por completo. Lancaster se mete, según el propio Vilnius, en su mente y le da órdenes, le enuncia teorías, le evoca recuerdos a los que el hijo se resiste en busca de ser original en contra de las máscaras que exhibió siempre su progenitor.
La relación padre e hijo pasa por todos sus estadios posibles: admiración, rechazo, odio, influencia no aceptada, búsqueda de la memoria del padre, deseo de destrucción de su figura. Vilnius se convierte poco a apoco en muchos momentos en quien más detesta del  mundo: su propio padre. Con una madre opresiva y destructora, la relación de familia se hace insostenible hasta el punto de que esta desprecia abiertamente a su hijo y le confiesa que ha sido ella quien ha matado al padre, un bicho malo de los buenos.
Vilnius cambia, se trastorna su búsqueda de identidad, le obsesiona tanto su padre que comienza a ser peligrosamente él.
Vila-Matas  narra a Vilnius a través de los ojos de sus puestas en escena, de sus teatros y de la escritura de las memorias de su padre a petición de este y su ex novia, Débora que termina liándose con el propio Vilnius y fundando una sociedad infraleve que opta por la inacción: la sociedad Aire de Dylan.
Personajes al borde del abismo, muy al filo de la navaja como diría Fitzgerald (que pulula por esta novela en muchos rincones) y sobre todo la búsqueda y planteamiento de teorías literarias y vitales que se van desgranando a lo largo de la obra. De fondo Barcelona, los cafés, las librerías, los cines… una atmósferas escenográfica que deleita la lectura y que empuja al peregrinaje hacia los escenarios (vayan a la Librería Bernat y pregúntenle a Montse por Vilnius a ver qué os dice).
Vila-Matas  regresa y nos deleita con otra profunda novela con el sello de casa, con la originalidad de siempre. Como dice el anónimo narrador y escritor de estas memorias de Juan Lancastre, “escribimos para mejorar” y Vila-Matas  lo hace con solvencia y dando un giro a su búsqueda estética que nos promete muchas más grandes ficciones.