29 marzo, 2011

Pequeñas Resistencias 5 (Reseña)

“Pequeñas Resistencias 5” (Páginas de Espuma, 2010)es un texto que cierra un ciclo y abre otro. Es, entre otras cosas, el excelente final de una serie de textos que han cartografiado el planeta cuento de una manera solvente, rigurosa y con vocación de permanencia. Porque la serie “Pequeñas Resistencias” está llamada a ser un referente, un escaparate para los lectores de cuento en español, una brújula para emprender un viaje que promete muchas satisfacciones. Eloy Tizón, uno de los grandes narradores de este país, funge de maestro de ceremonias, de presentador reflexivo que termina su prólogo alabando y celebrando la llegada del nuevo cuento, de la nueva manera de hacerlo. Eloy Tizón hace una muy interesante puesta de largo del cuento actual, de su situación y su versatilidad festiva y cambiante lo que presagia a nuestra cuentística de largos años de vida. Da cuenta del movimiento centrífugo del cuento, de su agilidad. Andres Neuman ejerce de seleccionador nacional con el consabido problema que tienen los que ocupan ese puesto: todo tenemos un seleccionador dentro. Y un antólogo, por lo cual, para mí, el criterio de selección de los cuentos y sus autores me parece muy bien y sin discusiones. Hay quien discute tanto esto como lo de convocar o no a uno u otro futbolista para jugar con la Selección pero al final quien decide es el que tiene la responsabilidad de hacerlo y lo ha hecho bien: tenemos un referente de por dónde van nuestros autores, que les gusta y que no, cómo viven los cambios en la manera de narrar. Siempre es difícil, por las dimensiones de una reseña, citar sin ser injustos a algunos de los autores antologados. Pero quisiera mencionar tres nombres de todos los que me han llamado poderosamente la atención: Daniel Gascón y su muy bien trabado “Fuera de cobertura”, Sara Mesa y “El niño sapito”, excelente cuento cuyo personaje se merece por lo menos un cortometraje y Víctor García Antón y su “Últimas palabras a mi padre”, especialmente profundo y conmovedor. El cuestionario del final es una muy buena oportunidad para ver la trastienda intelectual del cuento, para saber más de sus creadores, de sus practicantes, de sus oficiantes. Es, en palabras de Eloy Tizón, “un libro dentro del libro”. La teoría o no teoría dice mucho, los textos que se recomiendan, las influencias. Por fin vamos hacia un universo más común, compartimos más influencias allí donde estemos. El panorama que pinta es de una diversidad fructífera que tiene en las lecturas y autores citados su nexo común. Influencias digeridas y transformadas por los trasfondos personales de estos cuentistas que darán y están dando mucho de qué hablar. Lo que “Pequeñas resistencias 5” nos trae es una invitación al disfrute de las cortas distancias en literatura. Aunque muchos autores se quedaron fuera, Andrés Neuman nos da un listado de esas obras lo cual constituye no solo un reconocimiento a los escritores sino también, una invitación a ir más allá de esta antología tan bien traída. Un perfecto fin de ciclo que presagia muchos años más de buenos cuentos, de buena literatura.

25 marzo, 2011

Y en Papel en blanco... Julio Cortázar: Manuscrito hallado en una cómoda.

Ando desde el año pasado leyendo a fondo a Julio Cortázar que terminará convertido en personaje de ficción lo más seguro. Ya os diré más. Fue en medio de este frenesí de lecturas cuando en una visita inocente a una librería me encuentro con un nuevo libro de Cortázar: “Inédito”, reza en la portada una pegatina color oro. “¡No puede ser!”, me dije y cogí casi sin pensarlo Papeles inesperados (Alfaguara, 2009). Me quedé blanco como este papel. Le eché un rato al índice y viajé arriba y abajo por sus páginas allí mismo en la librería.

Carles Álvarez Garriga, uno de los editores de este volumen, cuenta en el prólogo la historia de este milagro bibliográfico que parece más una historia cortazariana que otra cosa. Resulta que Aurora Bernárdez, viuda, heredera universal y albacea de la obra de Cortázar, (coeditora con el prologuista del texto) encontró estos papeles metidos en una cómoda. “¿Qué?”, me dije en voz alta esta vez y la gente me miró raro mientras leía la historia de estos súbitos textos. Entonces supe que había llegado la hora de, como dice el propio Borges, dejar de creer en el concepto “edición definitiva”. O en el de “obras completas”, mira tú por dónde.

Nabokov y su Lolita (Reseña)

El conocimiento de Nina Berberova (Rusia, 1901- Estados Unidos, 1993) sobre Vladimir Nabokov y su obra nos deja ver, para los que nos acercamos por primera vez a ella, a una mujer muy culta, de visión literaria precisa, y que emprende una búsqueda sólida del entramado técnico de “Lolita”, que quiere descubrir el por qué una novela como esta y un escritor como Nabokov son fundamentales en la Historia Universal de las Letras. No en vano, este breve ensayo literario arranca haciendo una declaración de principios: “Hay libros que caben por entero entre sus dos tapas; allí se quedan, y de allí no salen. Hay otros que no caben entre sus tapas, que parecen desbordarlas; pasan años a nuestro lado, nos transforman, transforman nuestra conciencia. Hay finalmente una tercera clase de libros, aquellos que marcan la conciencia (y el modo de vida) de una generación literaria y dejan su marca en todo un siglo”. A ese tercer grupo pertenece por derecho propio “Lolita” y el análisis certero de la obra y su autor nos dejan claro que definitivamente así es.
Tres partes componen "Nabokov y su Lolita" (La Compañía, 2010): en la primera se desgrana la historia de la literatura rusa para ubicar en ella con su propia luz a Nabokov y se analizan los cuatro elementos que debe tener una novela para ser una gran novela aunque no confluyan siempre todos en ella. Es una suerte de “sistema periódico de los elementos literarios”. Luego, en segundo lugar, un estudio de la unidad “forma-contenido” que hace en seis sustanciosos niveles. Finalmente y en tercer lugar, Berberova se lanza a autopsiar “Lolita” sin destriparla (a estas alturas está de más que les diga que lean “Lolita”). Lo decimos porque muchos sesudos y eruditos estudios sobre cualquier novela hacen una escabechina en lugar de plantear las cosas literarias de manera cercana y edificante para el lector. Muchos estudiosos dan la sensación gris de enfurruñamiento intelectual lo que no ocurre con “Nabokov y su Lolita”, que nos sumerge en un muy recomendable baño de cultura, estética y concreción.
El epilogo y reseña biográfica de la autora nos da envidia. Ese primer café en París que relata Hubert Nyssen, el editor francés de la obra de Nina Berberova, a cualquiera de nosotros nos habría gustado tomárnoslo y disfrutar de la conversación torrencial y literaria con esta mujer culta y llena de tantas cosas terribles y hermosas como las que le tocó vivir en su siglo convulso. Un retrato nítido y de verdad que aleccionador para todos lo que se quieran dedicar a la escritura.
Nyssen hace un alegato sobre la personalísima visión que de Nabokov tiene Nina, hasta llegar a decir que habla ella de “su” Nabokov, y que revela mucho más de ella y de su necesidad de demostrar en su día su valía como escritora e intelectual literaria en un mundo universitario plagado de machismo y de academicismo alcanforado. Berberova demuestra, lo que resulta también aleccionador, que cualquier intento de impostura intelectual sobre la Literatura, ente vitalista y rebelde, resulta inútil y necio porque esta no soporta la corsetería fina por mucho que sus diseñadores se empeñen en llevarla por ese camino engañosamente glamuroso.
Un espíritu libre, estoicamente festivo y que celebra la gran literatura, es el de Nina Berberova y su “Nabokov y su Lolita”, texto que les sorprenderá y acompañará más allá de las pocas páginas que dura.

19 marzo, 2011

Por los Senderos con... Armando Rivero




Armando Rivero nos concedio esta breve entrevista en la que desgrana parte del interior de su poemario "Las viejas traiciones", poesía que deja sin aliento.

1. ¿Cuándo y dónde te asaltó la poesía?

Como decía Jim Morrison: debía ser en uno de mis desmayos, y dejará de asaltarme cuando ella quiera.

2. Las imágenes que utilizas son brutales ¿ese es el tono de tu poesía en general o este libro lo requería así?

Siempre tiendo a imágenes contundentes porque me llegan esas imágenes con esa misma crudeza que intento reflejar.

3. Al no estar dedicado a nadie el libro ¿debemos sentir los lectores que está dedicado a todos nosotros?

Por supuesto, una vez parido, expuesto al mundo, arrancado del callejón, creo que pertenecen a todos, dedicados a todos, e incluso un poco hasta a mí.

4. ¿Cuándo nace este libro?

No tengo conciencia temporal de ello, porque hay cosas que se fraguan durante tiempo en la mente sin haber llegado al papel, durante mucho tiempo, incluso desde el subconsciente.

5. ¿Qué grado de cercanía hay entre tu poesía y tu experiencia vital? Da la sensación de que el poeta se siente muy molesto con lo que le rodea.

Uno intenta ser un observador dentro del calidoscopio social, participo de la escena que me lleva a escribir sobre lo que veo. Pero innegablemente, hasta un documentalista altera el hábitat y participa, por el mero hecho de estar presente.

6. ¿Qué le debe tu poesía a la fotografía y tu fotografía a la poesía?

Que los libros se han apoyado en unas fotografías igual de contundentes y geniales de la fotógrafa Noemí Márquez que indudablemente ha mejorado el resultado.

7. ¿Crees que la franqueza está de moda o nunca se terminará esta hipocresía vital que reina?

Las dos cosas van de la mano. Conviven y se retroalimentan, está en nosotros desnivelar la balanza.

8. ¿Las viejas traiciones se renuevan constantemente?

Por supuesto, son las mejores traiciones, tienen mejor fondo. Y somos como sociedad un caldo de cultivo perfecto para que siempre estén latentes.

9. Utilizas frases de actrices para abrir algunos de tus poemas ¿a qué se debe?

Esta pregunta no puedo responderla, porque no me había percatado en qué sentido las puse. Me estoy haciendo la pregunta y cuando tenga respuesta te la mando.

10. Recomiéndanos un poemario.

Memoria del caos. Del bilbaíno José Blanco.

Las viejas traiciones (Reseña)

Imaginaos en una escena de acción en la cual se os apunta a la cara con una Mágnum 45 y el que empuña el arma, sin ser Harry “El sucio”, os lanza un discurso típico de estas escenas, lleno de razones y motivos por los cuales estamos de esa guisa. Al final nos lanza la frase, que si es de Harry “El sucio”: “Alégrame el día”. Y nosotros callados.
Quien es encañonado es el lector y quien empuña el arma poética cargada es Armando Rivero (San Andrés, 1975) que en su poemario “Las viejas traiciones” (Baile del Sol, 2009), desgrana su discurso rotundo y hermoso, lleno de imágenes densas y directas que paralizan cualquier tentativa de cerrar el libro.
Es un torrente de escenas y sensaciones que nos confirman que este poeta está en plena efervescencia de su creatividad, que guarda en su haber poético mucho que decir todavía y al que haremos bien en rastrear en sus anteriores libros.
Los poemas de “Las viejas traiciones” no dan tregua alguna al que lee, están hechos de noche y de tristezas, de rabia y de pasión. Llenan los ojos de rotundidad y alcohol, de canallas y traidores, de amores insoportables y soportados como si estuviéramos dentro de una canción de Joaquín Sabina.
En la página 72 leemos un poema al que precede e introduce una frase de Greta Garbo (las frases de actrices son una constante del libro) y que alude a las traiciones del título. Al final del poema dice: “¡Me devolverá eso lo suficiente para un billete de vuelta al páramo!/sólo lo digo, para comenzar de nuevo, /afilando más los colmillos, /perfilando más el tiro/y evitar así a los salteadores”. Muestra de que esas viejas traiciones tan al día no deben dejarnos postrados, no deben detenernos nunca.
En el fondo, leyendo este excelente poemario, tenemos la sensación de que, de una u otra forma, tanto el poeta como sus lectores, entienden que la vida, trae implícita sus traiciones, pero este conocimiento no nos priva del dolor de esas traiciones que se renuevan a diario.
Mención aparte merece la fotografía que practica Armando Rivero. Comparte con su poesía la capacidad de captar la imagen y titularla, robándole al tiempo y a la vida un verso de carne y hueso, instantes únicos que dejan en la retina un rayo de belleza. La más elocuente es “Los planes de Dios” captada en Las Ramblas de Barcelona, en donde se ve a un hombre mayor sentado en el suelo en primer plano. Pide al parecer. Al fondo la gente va y viene.
Me quedo con el poema de la página 43 tengo la sensación… Os invito a descubrirlo, a hacerlo rondar por los pasillos del alma. Un texto que desierta un cosquilleo en la boca del estómago porque parece que de súbito el suelo que pisamos nos será quitado a traición.
Un poemario excelente, rico y enriquecedor, para los amantes de la contundencia lírica y de los compromisos con la realidad. Para los amantes de la noche y para los esperanzados a pesar de las traiciones viejas o nuevas. Alégrenme el día.