29 octubre, 2024

Mulino, por el mismo camiNito

Ya tiene el presidente un hermano embajador. Y dice que no es nepotismo porque su hermano está preparado, pero las acepciones de las palabras son precisas contra los hechos: si desde un cargo se designa a un familiar para un puesto, es nepotismo, que suele ser un síntoma de corrupción. Pero al que se le ocurra oponerse al nuevo embajador, le cae su rofeo presidencial.

¿Y la estrella estrellada del gobierno pasado? Sigue en su declive con una ministra empeñada en gastarse el dinero en lo que no resuelve el problema, o en alquileres de locales mientras las escuelas siguen su ruina igual que la Educación. Pero no hay rofeo desde Las Garzas para Lucy, que se convertirá en la más peligrosa ministra de educación de la historia panameña.

Cada día da más la sensación de que seguimos por el camiNito, quizás por la inercia, pero hay pocas luces en este gobierno, por muchas ruedas de prensa o viajes al exterior que se hagan para exigir que nos saquen de las listas opacas, pero se nombra embajador al hermano del presidente, como si en el extranjero no supieran que eso huele a nepotismo y a poca transparencia.

Nos tocará ver en pocos días a un montón de defensores patrios, presidiendo desfiles o de abanderados, que serían capaces de vender el país al primero que le ofrezca lo suficiente, todos ellos convencidos de que son los que están salvando la patria, mientras el resto se echa a las calles a gastar lo poco que tienen en quepis y uniformes para desfilar, como si eso fuese la única manera de celebrar esta tierra.

Nos conviene un plantón ciudadano a las instituciones, para que se deje de gastar en fiestas patrias y navidades lo que no nos podemos permitir. Mientras no seamos capaces de levantar la voz para que se tomen en serio esta situación, seguiremos en las mismas, creyendo en la fantasía de que estos van a cambiarlo todo.

Artículo publicado el martes 29 de octubre en el diario La Prensa.

01 octubre, 2024

Las «luces» del alcalde

El alcalde ilustrado dijo que las luces navideñas costarían 1.5 millones de dólares, que las anteriores habían costado seis, y que el ahorro, pues eso, saquen ustedes cuentas. De licitación no hablemos, para qué, huele a Navidad y las urgencias Santa Claus apremian; el pueblo quiere luces, desfile «tradicional» de Navidad y demás moderneces de gringos istmeños.

Lo que no dice —que es tener pocas luces y hasta tramposo— es de dónde sacó 1.5 millones cuando las arcas tienen menos 140 millones, lo que los llevó a suspender y luego volver a convocar por presiones un premio literario. ¿Dónde encontró la plata? Y eventos como la «Convención de Gaming» que organizó, ¿cuánta plata trajo a las arcas del municipio? El que pregunta no ofende.

El ahorro no existe, no coman cuento: nos gastamos 6 millones y ahora nos vamos a gastar 1.5, pero es gasto, no es ahorro, porque la diferencia no nos la va a ingresar nadie. Uno no «ahorra», uno lo que hace es no gastar y esa es la única contabilidad que sirve en una casa, en un municipio o en un país: no hay plata y punto.

Pero el iluminado, con sus pocas luces —el taquillero mayor de la ciudad—quiere hacernos creer que necesitamos este desfile como los demás alcaldes del pasado: nos han «metido» una yuca buena en forma de «tradición» navideña, que nunca hemos tenido ni falta que nos hace.

 Lo ciudadano sería no ir al desfile. Necesitamos infraestructuras, limpieza integral y sostenida, plata para obras de calado en nuestra ciudad, necesitamos un par de años de oscuridad navideña invirtiendo bien los recursos: nos haría mucho más bien que los runchos carros alegóricos de todos los años. Pero el alcalde es como la flamante ministra de Educación, que gastará la plata en laptops pata llevarlas a colegios sin luz ni agua. Estos dos iluminados amenazan con sumirnos en la más absurda de las tinieblas de nuestra historia reciente.

Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 1 de octubre de 2024.