Ser Presidente de la República de Panamá, supongo, no es
tarea fácil. Gobernar es una cosa, mandar es otra. Mandan los dueños de cadenas
de supermercados de relativo y sospechoso éxito, gobiernan grandes estadistas,
gobiernan mujeres u hombres con visión de Estado, posponiendo sus pasiones y
fobias para el ámbito privado.
Me parece increíble, por no decir muy raro, que el mismísimo
presidente (sí, en minúscula) de la República de Panamá se sienta directamente
molesto con un grupo de panameños, “El Kolectivo”, que ha pintado un mural
recordando a nuestros mártires del 9 de enero. Declara él, “lo que ustedes
pinten se lo vamos a volver a pintar”, si se les ocurre a este grupo de
ciudadanos volver a pintar el mural. En fin, parece que en este país no hay
nada más importante que ocupe la atención y el tiempo (que paga cada ciudadano
con sus impuestos) del señor presidente. O ¿es que hay algo más?
Desde fuera, no se entiende este ataque furibundo a la
legítima expresión del sentir de los ciudadanos. No olvide el señor Martinelli
que su puesto está regado con la sangre de aquellos que murieron en busca de la
libertad y soberanía que disfruta. Que le recuerden, a la ministra con
minúsculas, que sin Ascanio y los demás que murieron, que sin los que
resultaron heridos y sin la valentía de los institutores que hoy ella ningunea,
no estaría disfrutando (más que ejerciendo) el ministerio (minúsculo a más no
poder) que ostenta.
En este país, parece que los políticos no saben a qué
dedicar su tiempo. Pues aquí les mando una idea: cojan una silla, pónganse de
cara a la pared y dedíquense a pensar y a recordar de dónde vienen. Pónganse a
buscar en su pasado, en el camino que les ha llevado hasta este mismo instante
y dígannos que no recuerdan lo que pasó el 9 de enero, y dígannoslo mirándonos a
los ojos, a los ojos del pueblo panameño. Háganlo a ver qué les pasa.
Pero claro, la historia está para ocultarla, para olvidarla.
Vaciando de contenido la nacionalidad, ocultando murales y retirando cátedras de
estudio sobre nuestra relación con los Estados Unidos, generamos obreros,
empleados, serviles “mano de obra barata” cuyos horizontes no son más que los
de pan y circo. Es escandaloso lo que desde el gobierno se está haciendo con
nuestro dinero.
La fórmula para resolver las cosas del presidente y su
gabinete de minúscula comparsa ¿cúal será? ¿Suspender las garantías constitucionales?
¿Torcerle el brazo al derecho o montarnos un lamentable accidente o acosar a nuestros
familiares? ¿Qué será señoras y señores que gobiernan? ¿Cerrarnos las imprentas
para que no podamos publicar nuestras novelas, poemas, cuentos, ensayos, obras
de teatro, canciones, décimas? Seguiremos hablando, seguiremos pintando murales,
seguiremos denunciando este absurdo atropello a la memoria de todos.
Los Grafitis seguirán apareciendo y desapareciendo, su
vocación momentánea le es inherente. Sorprende la nocturnidad y alevosía con
las que el gobierno quiere resolver el asunto. Allá ellos. Nosotros a no olvidar,
nosotros a ganarles con dignidad y talento la partida de la memoria a los
entusiastas de la ignorancia a los paladines del olvido.
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