Llegó la hora de la verdad. En el día grande
de la Literatura panameña, El Gobierno se repliega, hacen un feo gesto a los
escritores en general, y a César Young en particular (de García Márquez ya
hablaremos), y salen por la puerta de atrás dando un sonoro portazo. La
arrogancia institucional es infinita como su ignorancia de lo que de verdad es
importante.
A la hora de la verdad, el Día D, el desembarco
autoritario se dio preciso y recuerda mucho a los días verde oliva de las
dictaduras. Volvemos hacia una oscuridad que pensábamos que se iría quedando
solo en la memoria. Creo que es de recibo que hoy y desde este espacio,
expresemos nuestro absoluto rechazo por una actitud que esconde intereses
lejanos a la Cultura.
Lo que sorprende de todo este hecho son dos
cosas: la primera es que las instituciones, con la Ministra de Educación y la Directora
del INAC a la cabeza, dieran pábulo a una razón tan baladí y absurda para
suspender los actos de celebración del Día del Escritor: ¡la muerte de Gabriel
García Márquez! Vaya, la culpa es del muerto. Cuando lo comenté con otros
escritores aquí en Madrid, no salían de su asombro, muertos de la risa.
Ridículo.
Lo segundo, son las formas. Una llamada al
poeta César Young de alguien que ni siquiera era la Ministra o la Directora o
el Presidente de la República. Si la suspensión vino por orden presidencial,
como poco, hubiese sido bueno que le llamara él para excusarse −sí excusarse−,
y explicarle al galardonado las circunstancias del asunto. Pero no, puro
realismo mágico, una extraña voz comunica la bofetada. Bochornoso.
Quienes no entienden lo valioso de la cultura
panameña, no deben dirigirla. Las instituciones culturales de un estado
democrático no deben estar al servicio de quienes las dirigen, deben dinamizar
las distintas manifestaciones de lo que somos. Gabriel García Márquez, en su
discurso de aceptación del Nobel, titulado “La soledad de América Latina” (un
discurso muy discutido, como todo él en estos días), dice esto: “…los
inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer
que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de utopía...” Y
nosotros, creadores, deicidas, no renunciamos, otra vida cultural es posible,
lejos del “sancocho y la zancadilla” como dijo Enrique Jaramillo Levi. Por eso
no andamos y andamos como andamos. “El rostro de la barbarie” como ha dicho
también Manuel Orestes Nieto.
Lo que la Ministra y la Directora del INAC
tienen en sus manos no es solo su trabajo, es el patrimonio de toda una nación.
Si tan solo hubieran consultado a un escritor, a uno solo, nos habríamos
ahorrado este bochorno.
La literatura, la generamos los escritores, no
lo olviden los dirigentes culturales y educativos. La historia, la
protagonizamos los panameños, la cultura es nuestra y no es suya. No olviden
esto: mi patria, son mis manos llenando páginas de cuentos y de novelas, de
poesías, de ensayos y microrrelatos. Los escritores, somos libres.
No hay ninguna buena razón para lo que
hicieron. Hecho está. Lo triste es que a la bofetada le sumen la creencia de
que uno es idiota. No es elegante, ni educado suponer esto de nadie, y creo que
lo han hecho con los escritores esta vez. Gabriel García Márquez, habría
querido que la fiesta siguiera adelante a pesar de su muerte. Las letras deben
continuar, pero lo que continúa es el show de una ignorancia que se quiere
institucionalizar.
Y no me tomen por pesimista, pero el hecho es
grave: el Día D, el de la verdad, a las letras les dijeron no. Los escritores
se seguiremos creando, creando opinión y criterio en libertad, ejerciendo el
derecho a creer que no es demasiado tarde para construir no una utopía, sino
una realidad donde la cultura esté por encima de quienes la dirigen.
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