De Gutenberg se ha dicho de todo, incluso hay una galaxia que lleva su nombre de brujo maligno que nos ha traído esta maldita manía viciosa de leer. Anejo a esto, la maldita manía de pensar y con ello la maldita manía de protestar, de reprochar y de querer cambiar las cosas y darnos otro rumbo.
Lo del adjetivo "maldito o maldita" lo ponen los entusiastas de la ignorancia a los que Gutenberg y su magia de tipos móviles les sigue pareciendo peligroso.
Todavía hoy y en países de los llamados civilizados (con las repúblicas bananeras no se metan) se siguen ocultando cuando no prohibiendo ciertos libros que amenazan la estabilidad del pensamiento único ya sea de derechas, izquierdas o de cómodos y a veces nada equilibrados centros.
Pero para este nuevo año 2012-2013 vamos a dejarnos engatusar una vez más por la magia que nos legó Gutenberg leyendo como locos y escribiendo si se tercia más historias que nos hagan partirnos de risa o tan sólo reírnos que con la que está cayendo no es poco.
Gutenberg me asalta en estos días porque de paseo por Vigo en Galicia me metí en una tienda de libros, discos y películas de segunda mano regentada por una amabilísima dependiera con acento argentino. Entre tantas cosa interesantes había dibujos de grandes personajes de la historia sacados de viejísimas enciclopedias. Estaban por allí Voltaire, Quevedo, Calvino (Juan, no Ítalo) y otros reyes y reinas a precios elevados. Pero apareció Gutenberg mirándome a tres euros y decidí hacerle huego en mi recién colocada biblioteca pendiente de inauguración. Le dije a mi mujer Marga Collazo que le buscaría un marco para ponerle por casa y se rió de mi romanticismo. "Definitivamente es culpa suya que vivamos con tantos libros", le dije, y se volvió a reír.
Gutenberg ya está en casa como responsable de la maravilla de tener libros, todos nosotros y sí, todos los que queramos o que podamos tener, gracia su prodigioso invento que le convirtió en enemigo público de los autoritarios y precursores del pensamiento único, en un brujo, en un tipo de esos que te agua la fiesta porque le grita a los invitados que los cubatas están envenenados.
Por cierto, el marco para Gutenberg no ha llegado aunque metido entre los libros parece no estar tan incómodo.
Foto, todos los derechos reservados por Kai Hogan
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