¿Quiénes somos? Es la básica y primera pregunta de las famosas cuestiones fundamentales es a la que responde la primera novela de Myriam Chirousse (Cagnes-sur-mer, Francia, 1973) “Vino y miel” (Alfaguara, 2009) y que está llamada a ser uno de los descubrimientos de este año. Con la Revolución francesa como fondo y el tránsito de esta a la República, la autora pinta unos personajes que buscan su identidad y con los cuales la vida no ha sido nada generosa ¿o sí?
“Vino y miel” es una novela de equilibrios emocionales a modo de novela de intriga en la que cada gesto, cada palabra o latido del corazón es una pista que nos lleva hacia adelante en la historia. La construcción de la novela necesita del absoluto desconocimiento del lector de ciertas claves de la misma para poder disfrutarla. Esto, que parece reiterado y natural de cualquier novela, es absolutamente necesario en esta y no sólo por descubrir el final de ella sino porque cada momento de intensidad emocional que nos hace vivir esta obra requiere que nos enfrentemos a ella sin los pudores y sobresaltos de un conocimiento previo.
La época convulsa y de cambios en la que están construidos los personajes de Charles de l’Eperay y Judith de Monterland es analogía y metáfora a un tiempo de su propia transición de la niñez a la edad adulta. Sus orígenes, sus destinos y el camino entre ellos hacen que sus vidas sean una constante lucha por saber quiénes son, cual es su lugar en el mundo.
Estas dos búsquedas se encuentran y dan paso a una pasión no exenta de desgarros emocionales, daños a terceros y tristezas que se van paliando con lecturas, amistad y ternura aunque el amor entre Charles y Judith no será fácil. ¿Cuánto durará su búsqueda? ¿Podrán amarse finalmente?
Myriam Chirousse pone la voz narrativa en el vientre materno, en un narrador no nacido que conoce la historia (¿quién será?) llenándonos con una voz lejana y conocida que también es búsqueda de la identidad, que es de alguna forma responsable de mostrarnos con detalle las vidas de estos amantes tan distintos y complementarios a la vez. Un narrador que dosifica los secretos, que mantiene la intriga, que nos somete a su rigurosa entrega por gotas de una trama que nos lleva al corazón de la vida.
Personajes bien trabados, llenos de pasión y ternura, vivos, sobre todo vivos y bien mezclados dentro de una historia tan cercana al corazón forman parte del secreto del acierto narrativo de esta primera novela que ha de consagrar a Myriam Chirousse como una voz literaria a seguir en Francia y aquí en España.
Como Rosa Montero nos sumamos a esa envidia que nos dan los que vayan a leerla por primera vez porque lo que van a experimentar es irrepetible. Gozaran de una lectura subyugante y terminaran pidiendo más o aplaudiendo en una cafetería o en el metro. “Vino y Miel” os dejará un regusto agridulce en el paladar emocional, despertará en vosotros la ternura y os reconciliará con lo hermoso en literatura.
“Vino y miel” es una novela de equilibrios emocionales a modo de novela de intriga en la que cada gesto, cada palabra o latido del corazón es una pista que nos lleva hacia adelante en la historia. La construcción de la novela necesita del absoluto desconocimiento del lector de ciertas claves de la misma para poder disfrutarla. Esto, que parece reiterado y natural de cualquier novela, es absolutamente necesario en esta y no sólo por descubrir el final de ella sino porque cada momento de intensidad emocional que nos hace vivir esta obra requiere que nos enfrentemos a ella sin los pudores y sobresaltos de un conocimiento previo.
La época convulsa y de cambios en la que están construidos los personajes de Charles de l’Eperay y Judith de Monterland es analogía y metáfora a un tiempo de su propia transición de la niñez a la edad adulta. Sus orígenes, sus destinos y el camino entre ellos hacen que sus vidas sean una constante lucha por saber quiénes son, cual es su lugar en el mundo.
Estas dos búsquedas se encuentran y dan paso a una pasión no exenta de desgarros emocionales, daños a terceros y tristezas que se van paliando con lecturas, amistad y ternura aunque el amor entre Charles y Judith no será fácil. ¿Cuánto durará su búsqueda? ¿Podrán amarse finalmente?
Myriam Chirousse pone la voz narrativa en el vientre materno, en un narrador no nacido que conoce la historia (¿quién será?) llenándonos con una voz lejana y conocida que también es búsqueda de la identidad, que es de alguna forma responsable de mostrarnos con detalle las vidas de estos amantes tan distintos y complementarios a la vez. Un narrador que dosifica los secretos, que mantiene la intriga, que nos somete a su rigurosa entrega por gotas de una trama que nos lleva al corazón de la vida.
Personajes bien trabados, llenos de pasión y ternura, vivos, sobre todo vivos y bien mezclados dentro de una historia tan cercana al corazón forman parte del secreto del acierto narrativo de esta primera novela que ha de consagrar a Myriam Chirousse como una voz literaria a seguir en Francia y aquí en España.
Como Rosa Montero nos sumamos a esa envidia que nos dan los que vayan a leerla por primera vez porque lo que van a experimentar es irrepetible. Gozaran de una lectura subyugante y terminaran pidiendo más o aplaudiendo en una cafetería o en el metro. “Vino y Miel” os dejará un regusto agridulce en el paladar emocional, despertará en vosotros la ternura y os reconciliará con lo hermoso en literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario