En esta “Retrato de un hombre inmaduro” (Tusquets, 2009) su protagonista nos cuenta los vericuetos de su vida con la pícara sonrisa del niño que jamás dejó de ser travieso, con el humor y la ironía sanamente franca de quien se encuentra al final de su mundo. Nos traslada a los días aquellos cuando España no era lo que es, nos evocas músicas y fiestas y maneras y modos de una sociedad que ha cambiado muchísimo, sin dejar de frecuentar su más reciente memoria, lo que nos deja el retrato completo de quienes fuimos y estamos siendo.
Esta es una novela de personaje, de su construcción precisa. Porque este personaje no arranca su vida desde el principio, la hace partir desde donde quiere, desde donde su memoria le llama para empezar a contarle a una enfermera del hospital su vida simple y sin grandes acontecimientos, la vida singular que por ser la suya la relata con vehemente alegría.
El anecdotario bien trabado, las peripecias vitales, las atmósferas el recurso, del narrador testigo son la trastienda de esta novela emotiva y llena de vida. Luis Landero que conoce bien su trabajo como escritor se sirve de los más variados recursos para convertir esta novela de “géneros” en una suerte de libro de memorias o testamento vital o confesión de haber vivido. Un testimonio de que todos los seres humanos y sus vidas son dignos de ser contados. El cariño emocionado que le vamos tomando a este hombre que se nos va apagando poco a poco es el gran logro de este escritor de raza.
Pero si es cierto que “Retrato de un hombre inmaduro” es una novela que mira atrás con los ojos y la memoria de su personaje principal, su reflexión nos hace mirar al rededor con el futuro delante, haciendo que nos preguntemos por lo que hemos sacrificado por esta sociedad tan consumista y deshumanizada. Nos hace preguntarnos si este cambio tan radical que hemos sufrido en estos últimos treinta años no nos ha dejado al borde de una inmadurez tanto social como emocional. Asómense a la novela, disfruten y coméntennos sus impresiones.
“Retrato de un hombre inmaduro” nos sitúa en la convicción del principio: estamos ante una de las obras literarias más consecuentes y regulares de nuestras letras, una belleza textual cargada de imágenes que nos llevarán, estamos seguros, al aplauso intelectual de una novela que deben recomendar a sus amigos. Esta novela les tocará la fibra y seguro que se reconocen o reconocen a alguien en sus páginas.
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