22 agosto, 2010

Ha muerto Fogwill


A Fogwill lo conocí en un viaje a Buenos Aires en mala compañía. Le conocí literariamente, no bíblicamente ni personalmente. Entré en la librería Galerna y pregunté por escritores argentinos a los que había que leer, “Fogwill”, me dijo el hombre de la librería como si estuviera ensayando la respuesta desde hacía tiempo, como si anduviera esperando que un panameño lector le preguntara eso. Compré “Los pichiciegos”, la cual leí y que después me robaron. Las malas compañías. Desde esa época hasta ahora le había seguido la pista literaria y había leído últimamente que andaba metido en dos novelas a la vez, un tipo lleno de vitalidad al que vi retratado subiendo una pierna por encima de la cabeza demostrando flexibilidad a sus años.
Pero en lo que no fue flexible nunca fue en su manera de ser y de venderse. Como experto en marketing se fraguó una imagen que acompañara su obra literaria y que le generó más problemas que alegrías pero para él, seguro, la alegría era escribir, la verdadera persona del escritor residía en sus textos.
Poeta, ensayista, cuentista a ratos y novelista, su apuesta más acertada que acaba de reeditar en España “Periférica” es "Los pichiciegos" (entre otras) que tengo ganas de releer y comentar. Una obra centrada en la guerra de las Malvinas y que sorprenderá a más de uno que no la haya leído.
Como he dicho en otra ocasión (pincha aquí para leer la reseña de sus cuentos completos) el silencio de su obra en España ha sido roto por Periférica y por Alfagura que le ha publicado sus cuentos completos, una delicia para los buenos lectores y una excelente puerta por la que meterse en el universo de un escritor que mereció más lectores y que los tendrá a pesar de que ya no esté. Nos queda su obra y el recuerdo de un tipo genial e irrepetible.

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