En Fogwill nada es lo que parece, todo parece lo que es y cada cosa tiene su nombre y apellido aunque muchas veces las historias nos desconcierten y ofrezcan una nueva manera de llamar a las cosas.
Atmósferas oníricas, situaciones imposibles, amores absurdos, todo esto nos transmite Fogwill en sus cuentos que resultan ser más de ochenta mundos a los que dar la vuelta más de ochenta veces.
Celebrar la llegada de los cuentos completos de Fogwill a la ya mítica colección de cuentos completos de los grandes narradores no sólo latinoamericanos (Cortázar, Ribeyro) sino de todo el universo literario (están los de Scott Fitzgerald, los de Bellow, o Nabokov entre otros) es un acto de justicia literaria y un gran paso para colocar donde se merece a este grandes de las letras que sigue dando de qué hablar.
Si se fijan, los cuentos no son de hace mucho, el más antiguo es de 1974. Obedecen a una lectura de la propia obra que ha dejado fuera a algunas otras narraciones (cuatro o seis, dice el autor) por no parecerle al autor dignas de esta antología o cuentos completos en proceso de completarse. Son pocos para una vida llena de literatura pero nos advierte en la nota preliminar el propio Fogwill que fueron escritos como al dictado de una voz que con el tiempo dejó de frecuentarle y que decidió, con muy buen tino, no intentar imitarla. Y es que en literatura lo mejor que se puede hacer es no forzar las cosa.
La consecuencia de esa decisión son estos veintiún cuentos que tocan distintos géneros, exploran diversas técnicas y que reflejan la esencia de un autor dedicado al lenguaje con conciencia de oficio. Sobre todo encontramos en estos cuentos la crónica en clave de humor, terror, pasión del ser humano en general y el argentino en particular, cuentos universales que parten de una geografía concreta que es la de todos.
Fascinante por su atmósfera y su tema es “Memoria de paso”, cuento que provoca, que traen al final una reflexión que dota de profundidad al texto y que es un ejercicio de destreza literaria prodigioso. “Dos hilitos de sangre” nos da un largo paseo en taxi por buenos aires detrás de una experiencia rarísima que les animo a experimentar. Pero es “Help a él” el que se lleva para mí la palma en esta selección de una vida dedicada al cuento.
Una de las grandes cosas que de Fogwill hay que destacar, y son muchas, está su genio, su rareza de mago de las letras, cuyo secreto hay que descubrir dedicando a estos cuentos las lecturas que merecen y buscando el resto de la obra narrativa de este provocador de las letras hispanas.
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