Pensé que estaba leyendo mal pero no. La noticia de la destitución de Vielka Vagas me cayó encima como una maceta desde un quinto piso. O sexto. No me lo podía creer. Tampoco mi mujer Marga Collazo que la conoce por el entusiasmo con el que le hablé de ella después de volver de Panamá el pasado mes de febrero cuando compartimos en más de una ocasión eventos vinculados con la Literatura.
En el conversatorio que tuvimos en Excedra se expuso, salió a dar la cara. Los temas que salieron allí y en público fueron respondidos por Vielka Vargas con solvencia, espíritu conciliador y con la firme convicción de estar haciendo algo de verdad importante. Todos los escritores con los que conversé sobre ella en esos diez días intensos de visita a Panamá, me dieron su visto bueno y expresaron su alegría por tener por fin una interlocutora que hablara nuestra lengua.
Pero es evidente que los entusiastas de la ignorancia, los politiqueros que menoscaban la cultura en nombre de sus radiante falta de conocimiento (por no llamarlo estupidez), hacen de las suyas poniendo en evidencia la profunda necesidad que tenemos en Panamá de políticos que comprenda de una vez por todas qué es la cultura y cómo gestionarla.
Lamento muchísimo este nuevo varapalo que nos llevamos en la ya maltrecha cabeza de la Cultura, en el corazón del quehacer artístico. Nos quedamos con la retina carga de los buenos momentos compartidos con Vielka y con una clara idea de qué es lo que de verdad beneficia a la cultura panameña. La destitución de Vielka Vargas no es más que una prueba más del desprecio por las cosas bien hechas que enferma a la clase política panameña.
Pero las cosas no se van a quedar así. Hemos visto y vemos esta exhibición de insensatez en nombre único del ejercicio del poder. Allá ellos, pero creo que va siendo hora de que los escritores panameños le demos plantón a eso que se llama INAC. Espero oír en los discursos de recepción del Premio Nacional Ricardo Miró una fuerte reprimenda a esta necedad tan grande. Es hora de que la voz se levante y se deje oír clara en cada oportunidad que se tenga delante de un político.
Desde aquí mi más sincero agradecimiento a Vielka Vargas por su gestión, su entusiasmo y su capacidad de ilusionarse. Seguro que ella no dejará de estar allí donde las cosas buenas de la cultura se den. Al que viene detrás de ella cuidado: le ha tocado bailar con la más fea. Y la más peligrosa. Eso espero.
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