¿Quién es esta Carolina Grau? ¿De dónde viene? ¿Está viva? ¿Está muerta? ¿Es de aquí o del más allá? Carlos Fuentes (1928) juega con el lector a una búsqueda, casi una persecución, de este escurridizo personaje femenino tierno y a la vez misterioso que da título a estos cuentos “Carolina Grau” (Alfaguara, 2011).
Pero no es oro todo lo que reluce y aquí no vamos a desvelarles ni claves ni atajos. Sumérjanse en la lectura de estos ocho relatos y busque cada uno por donde transitarlos a ver donde terminan. Esta es una obra en su conjunto de pasadizos y sombras. Prueben.
Carlos Fuentes mezcla personajes y situaciones de antes con las de ahora, logrando tirar de nosotros para que le sigamos al siguiente enigma, al siguiente cuento, a la perdida de referentes entre lo onírico, lo fantástico, o lo real (¿qué es eso?).
Estos cuentos interrogan sobre el más allá, sobre el sentido de la vida y la continuidad de la existencia. Juega con el amor, con la densidad de la vida para ofrecernos su lado oscuro y es en la extraña persona de Carolina Grau en la que Fuentes encierra el misterio que hay que descubrir.
Este texto no es esta vez una novela hecha de cuentos como se nos dice en el título de “La frontera de cristal”, son cuentos independientes que juegan a acercarse aunque pueden alejarse en su autonomía y secuencia sin que se vean perjudicados.
Lo fascinante de los relatos de “Carolina Grau” es el trabajo del autor en los escenarios. Los personajes de estas ficciones resaltan por lo que tienen detrás, se agrandan por “dónde” se mueven. Distinto es lo que ocurre por ejemplo en “Inquieta compañía” (también cuentos del mexicano) donde los personajes “son” mucho más que “dónde” se desarrollan sus tramas. Ejemplos en este libro que reseñamos son “El prisionero del Castillo de If” como “El arquitecto del Castillo de If” donde todo lo que ocurre tiene como fondo los escenarios de “El Conde de Montecristo” lo que lleva al lector a ver mejor el desarrollo de la historia con esta información que subyace al momento de la lectura.
Este juego de máscaras, este ser tantas personas a la vez de Carolina Grau hace que el libro quede inserto en la sección décima, “Los días enmascarados”, en la que Carlos Fuentes divide su obra cuyo título global es “La edad del tiempo”. Máscaras, porque al leer estos cuentos nada es lo que parece, nadie es quien dice que es cuando empieza un relato y por supuesto al terminar la realidad, o lo que eso sea, se transforma necesariamente en otra cosa, produciendo en el que lee un benéfico desasosiego.
Se van a encontrar con grandes momentos en estos cuentos. Certezas inciertas, zozobras que tranquilizan, fantasmas que liberan de monstruos, todo ello escondido, o no tanto, en la “figura” de una Carolina Grau que es tantas cosas a la vez y quizá ninguna porque todo es producto de la imaginación, del sueño o del horror.
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