Una de las cosas que más me fascinó cuando leí por primera
vez “Rayuela”, fue la actitud retadora de Julio Cortázar hacia mí como lector.
Desde el principio, ya en el “Tablero de dirección”, Cortázar nos advierte que
este libro, “a su manera”, es muchos libros y pasa a retarnos: el lector pude
elegir una de dos posibilidades. Aquí entonces me sentí interpelado por el
argentino: “Rayuela”, se deja leer de forma corriente y prescindiendo de los
capítulos a partir del 56, “sin remordimiento”, según el autor. Luego está la
otra forma de leer la novela, partiendo del capítulo 73, y siguiendo el orden
del tablero. Cortázar nos pregunta: “y tú, lector ¿eres de los corrientes o de
los que se atreven a empezar por el medio?”
“Rayuela”, exige un salto cualitativo en el lector, una
mirada atenta y preparada para ver lo nunca visto y, sobre todo, unas buenas
zapatillas para caminar esta ficción que cumple cincuenta años en plena forma. La
complicidad del que lee es absolutamente necesaria para disfrutar de una novela
que no se termina ni en las tres estrellitas del capítulo 56.
Alfaguara ha publicado una edición que celebra estos
cincuenta años en activo. Interesante por el apéndice en el que Cortázar
explica la concepción de la novela y un mapa del París en el que ocurre “Rayuela”.
Hay otra, una de mis favoritas, que pertenece a la célebre
“Colección Archivos”, un gran esfuerzo multiterritorial para la publicación de
las grandes obras literarias de Hispanoamérica cuando se celebró el Quinto
Centenario del Descubrimiento de América. En ese volumen de “Rayuela”
participan grandes conocedores de la obra (el experto por excelencia en
Cortázar, Saúl Yurkievich y Julio Ortega, son los coordinadores de esta
edición). La riqueza de este volumen radica en los múltiples puntos de
vista desde los que se aborda la novela
y la vida del escritor argentino.
Pero sin duda, la edición de andar por casa, y no por eso
menos brillante (puede ser una de las mejores), es la de Andrés Amorós
(Cátedra, 2013) que volví a encontrar después de regalar mi ejemplar a buen
amigo. La de Amorós va por la 24ª edición y vio la luz en el año 1984, año en el que nos dejó, un 12 de febrero, para siempre, Julio Cortázar.
Ahora bien ¿cómo arranca de verdad “Rayuela”? Leyendo como
dice Cortázar que hay que hacer, desde el capitulo 73, el arranque es
prodigioso y mágico: “Sí, pero quien nos curará del fuego…”. ¿A qué pregunta
responde el “sí”, a qué gran fuego haremos bien en estar atentos en lo que
sigue de novela? Cortázar intriga desde la primera línea y nos echa a andar por
París, por la rue de la Huchette, haciéndonos buscar a una misteriosa mujer, la
Maga, a la que haremos bien en conocer.
Para eso sirven los aniversarios como este de “Rayuela”,
para volver a acercar al gran público, sobre todo a los más jóvenes, a una
novela que les va a marcar seguro. Es una excelente oportunidad para volver a
leerla, para terminar de hacerlo si alguien la dejó a media o para llera de
otra manera, de la común, o de la manera que dice el autor que hay que hacerlo.
Una obra inagotable.
Lo comentaba un día con mi amigo, el escritor colombiano
Alejo López: “ojalá que lo que escribamos genere tanta literatura como la
literatura de Cortázar”. Sueño, la primera parte, pero una absoluta verdad la
segunda porque toda la obra de Julio Cortázar inspira más literatura, dispara
la creatividad, genera más sueños.
Para los que no la han leído, hay aquí una buena oportunidad
para hacerlo. Los que ya la leyeron, háganlo otra vez, refresquen sus sentidos
literarios, déjense llevar de nuevo por este juego que es en definitiva
“Rayuela” y contamínense de una manera de hacer, de ver y de vivir la
literatura, por una obra maestra.
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