"Rapsodia" (Seix Barral, 2011) como se indica en la definición del diccionario Oxford en inglés es un surte de arrebatado, de cantico extravagante y entusiasta que en el caso de Gimferrer es una reflexión de la edad tardía que ve con satisfacción lo vivido y se goza de ello, de allí la vitalidad tan a flor de piel que desfila por las dieciséis secciones en las que se divide este poema unitario y único.
Gimferrer es un escritor inmensamente culto. Cinéfilo, melómano, apasionado del arte. Todo ello en el vientre poético del poeta es un parto de imágenes y símbolos que orquestan una fiesta para los sentidos estéticos, que recuerda que toda sensación vivida, es materia poética, es elemento fundacional para levantar el edificio del poema.
Construido en seis días y pulido durante meses “Rapsodia” es también una muestra de que es el ejercicio de la reescritura es donde de verdad las grandes obras se gestan. Reescribiendo, puliendo lo escrito nos encontramos a nosotros mismos y hacemos de lo creado una verdadera obra de arte.
La libertad del poeta en el universo de su poema es total. Pero este hecho no es óbice para que el autor se pierda en necedades literaria, en un puro exhibicionismo divorciado como siempre de toda estética, no es enseñar músculos en una playa. Gimferrer medita la belleza, marida las palabras una a una con mimo desquiciante. De allí al ritmo, a la cadencia a las imágenes bien montadas como en una película de Mizoguchi o de Dreyer.
Indaga el poemario en la creación literaria, en la vida del poema, en el tiempo o los tiempos trascurridos y sus su virtud de hacerse verso, del amor a una mujer que persiste con insistencia de las estaciones, en estar junto al poeta.
Prueben a leer en voz alta este poemario, escuchen esta amalgama de palabras saliendo de vuestras gargantas como un torrente de sol, bramando belleza desde los pulmones hasta vibrar en el aire. Dos cosas se consiguen con esta sencilla experiencia, el sentido rítmico de la puntuación y respiración y la belleza y disfrute da la pronunciación de las palabras en sí mismo. La cercanía del texto a lo que es absolutamente bello se experimenta con esta interacción física con las palabras. Aquí es cuando se nota más el trabajo de reescritura y elección de las palabras. Como fetichista literario, poder asomarme al manuscrito corregido y vuelto a corregir, sería una de esas experiencias cruciales de disfrute y aprendizaje.
Texto versátil, amplio para multitud de lecturas y relecturas, la vuelta Gimferrer y su “Rapsodia” evidencian el magnífico estado de forma del poeta. Alguien como Octavio Paz dijo de sus poemas que “se encuentran entre los mejores que se escriben en España y América” y eso, dicho por el mexicano, no es poca cosa.
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