Hay quien desprecia la ficción brevísima, el microrrelato o minificción (sírvanse ustedes del nombre que quieran) por tenerla como un oficio necio y lastrante que sólo demuestra la pereza o la torpeza del escritor. Nada más lejos de la realidad. Lo bueno, si breve, ya se sabe pero, lo breve si brevísimo pues… buenísimo.
Eso es lo que pasa con este magnífico libro de Fernando Palazuelos (Bilbao, 1965) “Ficcionarium” (Ediciones Baile del Sol, 2010) que es un hito en su carrera literaria. Un escritor de novelas, teatro y poesía se sienta ante los microrrelatos con el propósito de disfrutar escribiendo y deleitar con el resultado como hacen los buenos escritores.
“Ficcionarium” tiene tres partes (en la segunda las ficciones son más extensas) que abarcan periodos distintos de la escritura de los relatos. La verdad es que, te metas por donde te metas, seguro saldrás picado e infectado por algo que, creo yo, se llama ganas de vivir y de reír. Porque los cuentos de “Ficcionarium” aspiran a hacernos pensar deleitando como dije antes. Y es que el autor nos ofrece, para los que se animen a mirar atrás un índice que muestra que cuentos son verídicos, pura ficción o un híbrido entre ambas. Yo les sugiero que no lo lean hasta el final y luego les propongo un juego: adivinar, intuir a cual categoría corresponde cada uno. Los resultados les sorprenderán y sobre todo les dará una medida de la calidad del oficio del autor.
Siempre es complejo elegir de entre tantos buenos microrrelatos unos pocos para hablar de ellos pero querría mencionar cuatro de ellos.
“Torre de Babel” dibuja en su brevedad la típica confusión que es metáfora social y diagnóstico de nuestra circunstancia. Cada uno oye lo que quiere, o lo que le parece.
“Georges Simenon” es un homenaje y retrato de uno de los grandes escritores europeos del siglo pasado. Infectado, qué casualidad, por el virus de la imaginación.
“El castigo de Pavlov” es una pequeña genialidad que aporta un dato muy escondido de la vida del fisiólogo ruso al que tanto le debemos todos, saliva más, saliva menos.
Luego está mi favorito, “Sueño visionario”, que consigue unir con pocas líneas y con una densidad poética precisa pasado y futuro en un sueño para construir un texto que da para pensar y disfrutar.
Sin lugar a dudas Fernando Palazuelos ha superado el reto: ha conseguido someter la brevedad con resultados muy buenos, ha conseguido dominar el lenguaje para que los textos en su brevedad de concha escondan las melodías de un mar poderoso de olas. Porque no es simple escribir microficción y quien crea lo contrario se engaña
Un descubrimiento feliz este Ficcionarium que es una excelente puerta para entrar en el universo literario de Fernando Palazuelos que le hará pasar un rato “buenísimo” por lo brevísimo de sus textos que no deben leerse con excesiva rapidez: los buenos microrrelatos necesitan e invitan a la relectura, que es la reacción natural al asombro ante un texto brillante.
Eso es lo que pasa con este magnífico libro de Fernando Palazuelos (Bilbao, 1965) “Ficcionarium” (Ediciones Baile del Sol, 2010) que es un hito en su carrera literaria. Un escritor de novelas, teatro y poesía se sienta ante los microrrelatos con el propósito de disfrutar escribiendo y deleitar con el resultado como hacen los buenos escritores.
“Ficcionarium” tiene tres partes (en la segunda las ficciones son más extensas) que abarcan periodos distintos de la escritura de los relatos. La verdad es que, te metas por donde te metas, seguro saldrás picado e infectado por algo que, creo yo, se llama ganas de vivir y de reír. Porque los cuentos de “Ficcionarium” aspiran a hacernos pensar deleitando como dije antes. Y es que el autor nos ofrece, para los que se animen a mirar atrás un índice que muestra que cuentos son verídicos, pura ficción o un híbrido entre ambas. Yo les sugiero que no lo lean hasta el final y luego les propongo un juego: adivinar, intuir a cual categoría corresponde cada uno. Los resultados les sorprenderán y sobre todo les dará una medida de la calidad del oficio del autor.
Siempre es complejo elegir de entre tantos buenos microrrelatos unos pocos para hablar de ellos pero querría mencionar cuatro de ellos.
“Torre de Babel” dibuja en su brevedad la típica confusión que es metáfora social y diagnóstico de nuestra circunstancia. Cada uno oye lo que quiere, o lo que le parece.
“Georges Simenon” es un homenaje y retrato de uno de los grandes escritores europeos del siglo pasado. Infectado, qué casualidad, por el virus de la imaginación.
“El castigo de Pavlov” es una pequeña genialidad que aporta un dato muy escondido de la vida del fisiólogo ruso al que tanto le debemos todos, saliva más, saliva menos.
Luego está mi favorito, “Sueño visionario”, que consigue unir con pocas líneas y con una densidad poética precisa pasado y futuro en un sueño para construir un texto que da para pensar y disfrutar.
Sin lugar a dudas Fernando Palazuelos ha superado el reto: ha conseguido someter la brevedad con resultados muy buenos, ha conseguido dominar el lenguaje para que los textos en su brevedad de concha escondan las melodías de un mar poderoso de olas. Porque no es simple escribir microficción y quien crea lo contrario se engaña
Un descubrimiento feliz este Ficcionarium que es una excelente puerta para entrar en el universo literario de Fernando Palazuelos que le hará pasar un rato “buenísimo” por lo brevísimo de sus textos que no deben leerse con excesiva rapidez: los buenos microrrelatos necesitan e invitan a la relectura, que es la reacción natural al asombro ante un texto brillante.
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