Ahora que está tan de moda el Ché dicen que decía que un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo al que se puede engañar fácilmente. Bueno, a medias esto es cierto porque, cuántos países felices se jactan de tanta educación y de tanta alfabetización y cuando el proletariado decide leer resulta que son sediciosos por leer lo que está fuera del control del partido de turno. No hay nada peor que el analfabetismo funcional, que la lobotomización social en lo que respecta a la búsqueda de las propias lecturas.
Estamos vendiendo a nuestros jóvenes sueños deportivos, sueños del faranduleo y fama que sólo cumplirán unos pocos. No estamos dándoles libros lecturas, espacios de libertad intelectual para que caminen por los senderos sinuosos de la realidad.
Cualquier iniciativa a favor del libro o la lectura es tomada por los políticos como una nueva oportunidad de hacerse una foto y no se toman en serio las necesidades de todos. Peor aún es que muchos panameños se tomen la lectura como una identidad de clase, como si sólo los ricos tuvieran derecho a la cultura.
Los escritores viven por encima de la indiferencia y hacen su trabajo por vocación, pero la indiferencia con la que es tratada su obra sólo pone de manifiesto los síntomas de un mal peor. Pero aun así, escribir nos merece la alegría. Cuando una sociedad da la espalda a la Literatura demuestra que está dando pasos hacia su ruina. Las proezas deportivas logradas no han contribuido en absoluto al progreso de éste país, simple y llanamente entretienen al panameño. La trampa está en el propio vocablo “entretener”. Entretenernos de la resolución de nuestro presente y de la construcción de un futuro. A ver si vamos a tener que quedarnos ciegos como Woody Allen en “Un final made in Hollywood” para apreciar la belleza literaria que tenemos y disfrutar del rico manantial de palabras que puede renovar nuestro aliento en esa búsqueda de futuro.
Estamos vendiendo a nuestros jóvenes sueños deportivos, sueños del faranduleo y fama que sólo cumplirán unos pocos. No estamos dándoles libros lecturas, espacios de libertad intelectual para que caminen por los senderos sinuosos de la realidad.
Cualquier iniciativa a favor del libro o la lectura es tomada por los políticos como una nueva oportunidad de hacerse una foto y no se toman en serio las necesidades de todos. Peor aún es que muchos panameños se tomen la lectura como una identidad de clase, como si sólo los ricos tuvieran derecho a la cultura.
Los escritores viven por encima de la indiferencia y hacen su trabajo por vocación, pero la indiferencia con la que es tratada su obra sólo pone de manifiesto los síntomas de un mal peor. Pero aun así, escribir nos merece la alegría. Cuando una sociedad da la espalda a la Literatura demuestra que está dando pasos hacia su ruina. Las proezas deportivas logradas no han contribuido en absoluto al progreso de éste país, simple y llanamente entretienen al panameño. La trampa está en el propio vocablo “entretener”. Entretenernos de la resolución de nuestro presente y de la construcción de un futuro. A ver si vamos a tener que quedarnos ciegos como Woody Allen en “Un final made in Hollywood” para apreciar la belleza literaria que tenemos y disfrutar del rico manantial de palabras que puede renovar nuestro aliento en esa búsqueda de futuro.