Ausencia. Sí de esta bitácora que es ventana también y además es escuela, lúdico patio literario y muchas veces asombro.
Delirio por escribir y nada más. Sería un buen diagnóstico aunque no suene al mismo delito aquel de Guillermo Cabrera Infante que ya todos conocen. Me alejo estas semanas y la frecuentaré un poco menos estos meses porque estoy atrapado por el delirio de la escritura, que no sé a que puerto me va a llevar, pero prefiero viajar a quedarme en alta mar. Para el 2009, que se nos viene encima con sus sones de crisis y sus historias de estrecheces y heroísmos, espero que algo ocurra. Espero como la gestante parir un hijo y esta metáfora no está muy lejos de mi realidad hoy.
Delirium tremens, tremendo delirio me entró y a ver por dónde salen las letras y a dónde me arrastran estas mujeres literarias y posibles que me llevan por las calles de sus amarguras aunque saben que no podrán acabar conmigo.