03 febrero, 2009

"El mundo" de Millás

La narrativa de Juan José Millás está fuera de toda discusión en lo que respecta a su capacidad de envolvernos en sus tramas (a larga o corta distancia) y sobre su capacidad de convertir lo cotidiano en materia literaria. Allí están sus arti-cuentos, sus artículos a secas y sus cuentos nada secos que hacen las delicias del lector que se ve metido en una trama que a pesar de su brevedad no defrauda.
Lo que nos ocupa hoy es el “Planeta” de Millás “El mundo”, novela de iniciación que lleva al lector a la calle donde un alter ego (o sólo ego) de Juanjo nos lleva al mundo, a la patria de un escritor prodigioso. Aunque todas las novelas son mentira, y esta lo será en mayor o menor medida, la trama de “El mundo” no es comparable a la bien hilada de “La soledad era esto”. Son recuerdos, dispersos catarsis e insistencias con un pasado del que el protagonista entra y sale para revelarnos sus fantasmas de escritor.
Desde la perspectiva psicológica, la visión del daño que una infancia difícil en lo económico y lo afectivo imprime en el protagonista o la manera de encarar la vida con miedos y ansiedades es verdaderamente interesante. Y traumante para su protagonista. Más allá la cosa no es más (y esos es la literatura) un ejercicio de preciosismo a la hora de poner en negro sobre blanco la vida que recorre el personaje hasta el final del viaje en Valencia ante el mar.
Lo más destacable de este "libro" es la relación entre el joven Millás y el Vitaminas, un amigo de la infancia que muere muy joven y cuya amistad y aventuras no dejan al escritor nunca. Es más, la relación se extiende más allá de la muerte de este al enamorarse nuestro protagonista de la hermana de este. Esta extensión de la vida del Vitaminas persigue con hostilidad al escritor desde el día en que María José le espetó al joven “no eres interesante para mí”. Desde entonces la hostilidad de la chica le persigue toda la vida. Una coma en esa frase resulta fundacional, un hito para el escritor que sería Juanjo Millás.
Millás vuelve a mostrarnos que la vida sencilla de un niño en un barrio cualquiera con unos padres comunes, puede terminar convirtiéndose en materia de una novela. Toda vida por muy simple que nos parezca es susceptible de ser convertida en novela si se cuenta bien, si se lleva con buen ritmo y una trama bien construida. No en vano Millás (el personaje o el de verdad) que la belleza de una frase reside en su eficacia. Tomamos nota.
Este “libro”, que no carece de algunos grandes momentos literarios es una manera preciosa de homenajear a la memoria, resolver o por lo menos enumerar, los fantasmas que nos habitan, no termina de ser una novela al uso y sé que me contradigo. Tiene su valor como texto salido de la pluma de uno de nuestros mejores escritores pero no llega a la altura de sus grandes novelas. A pesar de ello, su lectura tiene el aliciente de conocer el revés de la fama y el éxito literario que suele tener, casi siempre, un lado oscuro siempre negado y muchas veces desconocido.