Hugo Chávez, el populista dictador de moda, convoca elecciones para perpetuarse en el poder. Tira de demagogia, pide que le critiquen pero expulsa a Luis Herrero (una locura lo que hizo) fulminantemente. En fin, que el hombre tiene claro que lo suyo es la brutalidad disuasoria para los que se atrevan a criticar.
Pero no sólo eso, que no es lo de menos pero no es lo único. Con la bajada del petróleo el país se empobrece más. Sus secuaces reclutados por unos pocos bolívares hace años siguen teniendo hambre y ahora más. ¿Seguirán amando a su “hombre fuerte”?
En España los que quieren votar, casi todos por el no, denuncian irregularidades en estas urnas. Las de allí ni que decir: el aparato “democrático” funciona a las mil maravillas para dar el toque preciso a la balanza que sea necesario para que el shakesperiano Chávez pueda convertirse en el candidato perpetuo.
Venezuela vive transida de pobres, sometida a un estado de excepción constante que no permite que los ciudadanos se expresen (cerrando periódicos y televisoras) con libertad. Asistimos pues a la inauguración de una nueva cuba, con un dictador que está dispuesto a hacer pasar hambre a su pueblo, que está dispuesto a no tolerar oposiciones di distorsiones de “su” realidad.
América Latina va a arder otra vez por el fuego de sus propias decisiones. No siempre va a ser la culpa de los “gringos” (que tienen y mucha), no siempre va a ser culpa de los “conquistadores” (que son execrables muchos de ellos): algún día los latinoamericanos tenemos que ser responsables de nuestras decisiones y de nuestros actos. ¿Cuándo se jodió América Latina? y sobre todo: ¿hasta cuándo estará jodida? La respuesta tendremos que darla los propios latinoamericanos
A los sátrapas que gobiernan en nuestras países no les falta de nada, ni comida, ni medicinas, ni viven en lugares suceptibles de ser anegados por huracanes o terremotos: a ellos les va bien, la crisis es sólo un término económico que no les afecta y aun así tienen el descaro de engañar a todos con sus catitas de yo no fui, besando niños en las zonas catastróficas pero ni haciendo nada para que esa gente, su gente, tenga lo necesario para una vida digna.
Esperamos que el pueblo venezolano se quite de encima a este tirano desquiciado que en su delirio se hace oír en televisión hasta el aburrimiento, se hace dibujar en grandes pancartas y se ha dedicado un día por decreto ley para ser homenajeado (el día que él dio un golpe a la democracia que tanto defiende). Estas acciones hablan por sí solas y nos advierten que quien no cree en la alternancia política, quien somete constantemente al electorado con la misma pregunta y amenaza, si no consigue la respuesta que quiere, con someter a todos a su manera distorsionada de ver la realidad. Un tipo que viaja allí donde va con un cuadro de Bolívar como si fuese una “performance” (y lo es en cada programa, en cada rueda de prensa) no es de fiar.
Nadie es imprescindible y esta manía de perpetuidad huele de lejos a dictadura y a imposición. “Ser o no ser” dijo Chávez, hoy es el día, decía en las noticias citando al inglés universal. Que sea que No y si no que Dios nos pille confesados a todos, creamos o no en Dios.
Pero no sólo eso, que no es lo de menos pero no es lo único. Con la bajada del petróleo el país se empobrece más. Sus secuaces reclutados por unos pocos bolívares hace años siguen teniendo hambre y ahora más. ¿Seguirán amando a su “hombre fuerte”?
En España los que quieren votar, casi todos por el no, denuncian irregularidades en estas urnas. Las de allí ni que decir: el aparato “democrático” funciona a las mil maravillas para dar el toque preciso a la balanza que sea necesario para que el shakesperiano Chávez pueda convertirse en el candidato perpetuo.
Venezuela vive transida de pobres, sometida a un estado de excepción constante que no permite que los ciudadanos se expresen (cerrando periódicos y televisoras) con libertad. Asistimos pues a la inauguración de una nueva cuba, con un dictador que está dispuesto a hacer pasar hambre a su pueblo, que está dispuesto a no tolerar oposiciones di distorsiones de “su” realidad.
América Latina va a arder otra vez por el fuego de sus propias decisiones. No siempre va a ser la culpa de los “gringos” (que tienen y mucha), no siempre va a ser culpa de los “conquistadores” (que son execrables muchos de ellos): algún día los latinoamericanos tenemos que ser responsables de nuestras decisiones y de nuestros actos. ¿Cuándo se jodió América Latina? y sobre todo: ¿hasta cuándo estará jodida? La respuesta tendremos que darla los propios latinoamericanos
A los sátrapas que gobiernan en nuestras países no les falta de nada, ni comida, ni medicinas, ni viven en lugares suceptibles de ser anegados por huracanes o terremotos: a ellos les va bien, la crisis es sólo un término económico que no les afecta y aun así tienen el descaro de engañar a todos con sus catitas de yo no fui, besando niños en las zonas catastróficas pero ni haciendo nada para que esa gente, su gente, tenga lo necesario para una vida digna.
Esperamos que el pueblo venezolano se quite de encima a este tirano desquiciado que en su delirio se hace oír en televisión hasta el aburrimiento, se hace dibujar en grandes pancartas y se ha dedicado un día por decreto ley para ser homenajeado (el día que él dio un golpe a la democracia que tanto defiende). Estas acciones hablan por sí solas y nos advierten que quien no cree en la alternancia política, quien somete constantemente al electorado con la misma pregunta y amenaza, si no consigue la respuesta que quiere, con someter a todos a su manera distorsionada de ver la realidad. Un tipo que viaja allí donde va con un cuadro de Bolívar como si fuese una “performance” (y lo es en cada programa, en cada rueda de prensa) no es de fiar.
Nadie es imprescindible y esta manía de perpetuidad huele de lejos a dictadura y a imposición. “Ser o no ser” dijo Chávez, hoy es el día, decía en las noticias citando al inglés universal. Que sea que No y si no que Dios nos pille confesados a todos, creamos o no en Dios.