A veces es como tratar de resucitar a un muerto. Las ganas de trabajar se dispersan por lo agrietado del camino, por el jadeo sediento de lecturas en jornadas maratonianas bajo el sol de las circusntancias y del tedio cotidiano. Parce que no hay quien nos rescate de una vida que deseamos que no sea exactamente como la que estamos viviendo.
Me encuentro con un texto de Eduardo Halfon, paisano centroamericano y Hermano de letras: "encontrar el momento preciso en que una persona cualquiera deja de ser una virgen literaria, y empieza a hacer el amor con las palabras".
Me encuentro con un texto de Eduardo Halfon, paisano centroamericano y Hermano de letras: "encontrar el momento preciso en que una persona cualquiera deja de ser una virgen literaria, y empieza a hacer el amor con las palabras".
Y entonces recuerdo. Panamá, Alberti, Benedetti, los primeros poemas, las ansiadas lecturas, la vida mirando las letras ir y venir.
La literatura se despereza. La cosa parece que comenzará otra vez o tal vez nunca paró. Los tiempos del trabajo literario hay que imponerlos sino el sueño de la creatividad producirá necedades.
Me pasó un angel por encima, caí en la literatura. Ahora no hay más remedio que seguir trabajando. Las musas vendrán cuando les dé la gana.