Imaginemos nuestra ciudad, nuestro barrio, el lugar que a diario llamamos “mi casa”, el sitio habitual donde nuestras vidas discurren. Una mañana, súbitamente, una cúpula invisible rodea nuestra vida y seguridad dejándonos aislados del resto de los mortales. Sumen a eso que la cúpula es indestructible y que nos quedamos con muy poco aire dentro de ella. Encima súmenle vecinos que esconden algo y que al parecer no quieren que la cúpula desaparezca. Piensen en cómo salir de allí. Después de esta suma, llega el miedo.
Superándose una vez más y no resignándose a ser el autor de grandes novelas como “Misery”, “El resplandor”, “La milla verde” (“El pasillo de la muerte”) o “It”, Stephen King (Portland, 1947) firma una más de sus novelas que pasaran a la historia. Construida sobre un inquietante hecho insólito, el autor construye un edificio narrativo que dará de que hablar. Dicen que ya está en marcha una serie de televisión basada en esta intrigante novela.
“La cúpula” (Plaza y Janés, 2010) narra la historia del apacible pueblo Chester’s Mill en Maine donde vive el autor. La mañana del 21 de octubre una cúpula invisible deja atrapado al pueblo. Una marmota partida por la mitad y una avioneta que se hace pedazos son los primeros síntomas de que algo raro está ocurriendo. A partir de aquí, comienza el miedo.
A estas alturas no hace falta decir que el terror de King es de los más difíciles: el terror psicológico, el sobrecogimiento que suscitan hechos tan cotidianos que disparan la maldad de lo seres humanos. No son sólo sustos con terribles villanos, sino que asustan también las actitudes humanas. En esta novela, la más ambiciosa del estadounidense, el catalogo de maldades en muy exhaustivo y aleccionador.
Constituye “La cúpula” una excelente metáfora de la humanidad. El reto de King es que nos aislemos con sus personajes y en esa reducida escala miremos acara a cara el alma del ser humano. Intereses oscuros, despotismo y violencia por violencia son unas pocas de esas actitudes que salpican “La cúpula”. La lucha por sobrevivir, la búsqueda de la verdad, la desesperación de los que querían volver y no pudieron y la horrible sensación claustrofóbica de los que se querían ir son detonantes de las grandes y más bajas pasiones humanas. En un momento de la novela Julia Shumway propietaria del periódico local que está publicando una edición “de crisis” y gratuita dice en un artículo “¿hemos quedado también aislados del correcto proceder y del sentido común?”. Una clave para leer la dimensión de esta novela para nada moralizante (lo que tampoco sería un problema).
Técnicamente hay que destacar la enorme labor de construcción de los personajes, labor extremadamente difícil sobre todo teniendo en cuenta que las voces no suenan repetidas, cada una tiene su textura y su fondo. El libro tiene una lista de los personajes y asombra la cantidad y la calidad de los mismos. Incluso, para los amantes de los animales tres perros son destacados en medio de esta tragedia. Sin quiere saber que hicieron para ser mencionados en la lista de personajes tienen que leer la novela.
Ha valido la pena leerse toda la novela y no compartir el tiempo de lectura con casi ningún otro libro. Les recomendamos que cojan la novela, se sienten a leer y no se salgan de ella con ninguna otra lectura. La atmósfera que crea King en la novela toma posesión de nuestro cerebro y nos hace partícipes de ella. Pensaran en las intrigas, se despertaran por la noche pensando en los “compañeros de aventura y se lanzaran sobre el texto para ver cómo va la cosa. Al final tendrán novela para seguir rumiando y créanme, las actitudes de muchos personajes les irán sonando y descubrirán con horror que ya estamos dentro de esa cúpula, que se llama planeta Tierra y que no es muy distinta de la ficción del maestro Stephen King.
Esta novela la abordó un joven Stephen King por allá por el año 1976. La espera ha valido la pena y con la experiencia y la sólida carrera que ha fraguado ha conseguido construir una novela que como ya hemos dicho se convertirá en metáfora y sobre la cual iremos más de una vez en la vida. Un lujo de novela que no les va a dejar indiferentes y que pasadas sus 1132 tendrán la sensación de que han asistido a un hecho reservado sólo para unos pocos.
Superándose una vez más y no resignándose a ser el autor de grandes novelas como “Misery”, “El resplandor”, “La milla verde” (“El pasillo de la muerte”) o “It”, Stephen King (Portland, 1947) firma una más de sus novelas que pasaran a la historia. Construida sobre un inquietante hecho insólito, el autor construye un edificio narrativo que dará de que hablar. Dicen que ya está en marcha una serie de televisión basada en esta intrigante novela.
“La cúpula” (Plaza y Janés, 2010) narra la historia del apacible pueblo Chester’s Mill en Maine donde vive el autor. La mañana del 21 de octubre una cúpula invisible deja atrapado al pueblo. Una marmota partida por la mitad y una avioneta que se hace pedazos son los primeros síntomas de que algo raro está ocurriendo. A partir de aquí, comienza el miedo.
A estas alturas no hace falta decir que el terror de King es de los más difíciles: el terror psicológico, el sobrecogimiento que suscitan hechos tan cotidianos que disparan la maldad de lo seres humanos. No son sólo sustos con terribles villanos, sino que asustan también las actitudes humanas. En esta novela, la más ambiciosa del estadounidense, el catalogo de maldades en muy exhaustivo y aleccionador.
Constituye “La cúpula” una excelente metáfora de la humanidad. El reto de King es que nos aislemos con sus personajes y en esa reducida escala miremos acara a cara el alma del ser humano. Intereses oscuros, despotismo y violencia por violencia son unas pocas de esas actitudes que salpican “La cúpula”. La lucha por sobrevivir, la búsqueda de la verdad, la desesperación de los que querían volver y no pudieron y la horrible sensación claustrofóbica de los que se querían ir son detonantes de las grandes y más bajas pasiones humanas. En un momento de la novela Julia Shumway propietaria del periódico local que está publicando una edición “de crisis” y gratuita dice en un artículo “¿hemos quedado también aislados del correcto proceder y del sentido común?”. Una clave para leer la dimensión de esta novela para nada moralizante (lo que tampoco sería un problema).
Técnicamente hay que destacar la enorme labor de construcción de los personajes, labor extremadamente difícil sobre todo teniendo en cuenta que las voces no suenan repetidas, cada una tiene su textura y su fondo. El libro tiene una lista de los personajes y asombra la cantidad y la calidad de los mismos. Incluso, para los amantes de los animales tres perros son destacados en medio de esta tragedia. Sin quiere saber que hicieron para ser mencionados en la lista de personajes tienen que leer la novela.
Ha valido la pena leerse toda la novela y no compartir el tiempo de lectura con casi ningún otro libro. Les recomendamos que cojan la novela, se sienten a leer y no se salgan de ella con ninguna otra lectura. La atmósfera que crea King en la novela toma posesión de nuestro cerebro y nos hace partícipes de ella. Pensaran en las intrigas, se despertaran por la noche pensando en los “compañeros de aventura y se lanzaran sobre el texto para ver cómo va la cosa. Al final tendrán novela para seguir rumiando y créanme, las actitudes de muchos personajes les irán sonando y descubrirán con horror que ya estamos dentro de esa cúpula, que se llama planeta Tierra y que no es muy distinta de la ficción del maestro Stephen King.
Esta novela la abordó un joven Stephen King por allá por el año 1976. La espera ha valido la pena y con la experiencia y la sólida carrera que ha fraguado ha conseguido construir una novela que como ya hemos dicho se convertirá en metáfora y sobre la cual iremos más de una vez en la vida. Un lujo de novela que no les va a dejar indiferentes y que pasadas sus 1132 tendrán la sensación de que han asistido a un hecho reservado sólo para unos pocos.
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