"El pasado es pasado y punto". Esto sostienen muchas personas, sobre todo las que quieren volver al presente como si el pasado nunca hubiese ocurrido. Es terrible esta filosofía vital, sobre todo si hablamos de política y de los destinos de una nación como la panameña.
No se le puede permitir al PRD que de un solo plumazo destroce la memoria histórica de los panameños. La señora Balbina Herrera, “hija de proceso revolucionario”, no es ni más ni menos que una versión refinada de la misma prepotencia y descaro que durante las dictaduras. Desde Omar Torrijos pasando por el articulista de pro Rubén Darío Paredes y llegando a Manual Antonio Noriega y todos sus secuaces militares, políticos y civiles formaron parte de una dictadura se pongan como se pongan. Esa es historia de Panamá, no podemos pretender tapar el sol con la mano. Quien tal cosa pretenda no merece presidir la República ni tampoco ser periodista. Este país nuestro necesita de hombres y mujeres valientes, dispuestos a poner la verdad sobre la mesa y no esconderse tras pactos éticos.
Torcer el juicio, torcer la realidad de los hechos, es pervertir la ética, lo que terminará escorando el barco de nuestra patria hacia unas aguas turbulentas de las cuales saldremos todos muy mal parados. Este es el momento de la verdad, es el momento de demostrar que tan transparente se es y que tan nueva es esa patria que se nos prometió.
Que la señora Balbina Herrea tiene un pasado político es obvio, se encuentra en las hemerotecas y las televisoras que deberían poner al servicio de la memoria política de nuestro país el perfil de esta señora que por mucho que ponga a disposición del “pueblo” sus finanzas, según ella dijo estos días desde Colombia, no es suficiente para perdonarle todo lo que hizo cuando estaba muy bien escoltada por sus queridos "militarotes".
Encima quieren usar fondos públicos para favorecer el clientelismo político. Se llevan las manos a la cabeza porque se pretende firmar en el pacto ético que no se usen programas sociales del estado para ese fin. Son unos cínicos y su cinismo sólo es superado por su falta de ética. No es posible que los panameños permitamos estas cosas. Nos toca estar a la altura de las circunstancias. El mundo se fijará en nosotros y en las manos que vayan a gestionar los fondos para la ampliación del Canal.
Mientras, el pueblo hace fiesta entorno a Saladino y a Margarita, dos soñadores ahora idolatrados que lograron su meta a pesar de la desidia del Estado. Pero necesitamos más que eso. Necesitamos cultura, la de la lectura, la que se revela ante las injusticias, la que no permite que le engañen porque no olvida lo que le hicieron los mismos cínicos, que quieren ahora nuestro perdón, para volver ha hacernos lo mismo que hace veinte años. Son los mismos, aunque ahora escriban en periódicos y no lleven uniforme o hayan sido ministros, son ellos, son los mismos. Puro cinismo, puro.
No se le puede permitir al PRD que de un solo plumazo destroce la memoria histórica de los panameños. La señora Balbina Herrera, “hija de proceso revolucionario”, no es ni más ni menos que una versión refinada de la misma prepotencia y descaro que durante las dictaduras. Desde Omar Torrijos pasando por el articulista de pro Rubén Darío Paredes y llegando a Manual Antonio Noriega y todos sus secuaces militares, políticos y civiles formaron parte de una dictadura se pongan como se pongan. Esa es historia de Panamá, no podemos pretender tapar el sol con la mano. Quien tal cosa pretenda no merece presidir la República ni tampoco ser periodista. Este país nuestro necesita de hombres y mujeres valientes, dispuestos a poner la verdad sobre la mesa y no esconderse tras pactos éticos.
Torcer el juicio, torcer la realidad de los hechos, es pervertir la ética, lo que terminará escorando el barco de nuestra patria hacia unas aguas turbulentas de las cuales saldremos todos muy mal parados. Este es el momento de la verdad, es el momento de demostrar que tan transparente se es y que tan nueva es esa patria que se nos prometió.
Que la señora Balbina Herrea tiene un pasado político es obvio, se encuentra en las hemerotecas y las televisoras que deberían poner al servicio de la memoria política de nuestro país el perfil de esta señora que por mucho que ponga a disposición del “pueblo” sus finanzas, según ella dijo estos días desde Colombia, no es suficiente para perdonarle todo lo que hizo cuando estaba muy bien escoltada por sus queridos "militarotes".
Encima quieren usar fondos públicos para favorecer el clientelismo político. Se llevan las manos a la cabeza porque se pretende firmar en el pacto ético que no se usen programas sociales del estado para ese fin. Son unos cínicos y su cinismo sólo es superado por su falta de ética. No es posible que los panameños permitamos estas cosas. Nos toca estar a la altura de las circunstancias. El mundo se fijará en nosotros y en las manos que vayan a gestionar los fondos para la ampliación del Canal.
Mientras, el pueblo hace fiesta entorno a Saladino y a Margarita, dos soñadores ahora idolatrados que lograron su meta a pesar de la desidia del Estado. Pero necesitamos más que eso. Necesitamos cultura, la de la lectura, la que se revela ante las injusticias, la que no permite que le engañen porque no olvida lo que le hicieron los mismos cínicos, que quieren ahora nuestro perdón, para volver ha hacernos lo mismo que hace veinte años. Son los mismos, aunque ahora escriban en periódicos y no lleven uniforme o hayan sido ministros, son ellos, son los mismos. Puro cinismo, puro.