
Conocí a
Andrés Neuman en un encuentro de escritores jóvenes latinoamericanos en
Casa de América en
Madrid hace años. “¿Carlos Neuman?” le pregunté, (odio acercarme a los escritores, no sé qué decirles de entrada) “Andrés,
Andrés Neuman” me contestó. Me dio su correo electrónico y al cabo de los meses viajé a su
Granada de acogida para invitarle a la
Feria del Libro Centroamericano que se celebraría en
Panamá para 2003. Al final no le invitaron, la cosa no cuajó, pero fue un fin de semana de para conversar y conocer a un hombre excelente y un gran escritor. Presentaba por aquellas fechas (hablo del 2002) su poemario
“El tobogán” que contiene un poema que me cautivó para siempre:
“Palabras a una hija que no tengo”. Le dije que ese era el poema que siempre había querido escribir y él, amable como siempre, me replico en la dedicatoria algo que me reservo para mí.
He coincidido con
Andrés aquí y allá, sobre todo le he leído con admirada atención y lo he recomendado mucho a mis amigos. Le he visto crecer como escritor y disfrutar con cada nueva obra suya que no hace más que madurar para convertirse en uno de esos escritores que será necesario revisitar con atención en el futuro que ya es hoy.
Ayer, me enteré por
Juan Casamayor, otro gran hombre y amigo, que a nuestro a querido
Andrés había ganado el premio
Alfaguara de Novela. Me alegré muchísimo. Sin haber leído ni una sola línea, conociendo unos muy mínimos pincelazos de la obra, estoy seguro de que dará de qué hablar. Mi enhorabuena como amigo y lector y ya tendremos oportunidad de celebrarlo. Mañana se lo contaré a mi hija
Lucía que le quiere mucho sin haberle visto nada más que en fotos. Pronto lo remediaremos. Enhorabuena.