Construidos sobre una base estética impecable, "Gravitación del amor" nos sumerge en un océano de imágenes cargadas de rotundos colores, de compactas sensaciones. El lector atento observará que en estos poemas nada es casual, nada sobra, por mucho que uno quiera buscarlo: cada palabra se presta a la estética que Jack Farfán Cedrón quiere imponer a su poesía.
Otra cosa es el ritmo, cuyo manejo limpio y constante es fundamental para el texto. Los poemas han de ser leídos a media voz, respirando alma, modulando el fraseo que como una cadencia de olas va trayendo de lejos lo necesario para que el ritmo juegue su papel estético en esta obra.
El amor en estos poemas no es un amor descafeinado y rosa, es un amor subyugante, recio, que lleva al poeta a decir en uno de los poemas “…adoré la inanición de verte…”, rompiendo así, en un verso, cualquier atisbo de cursilería innecesaria para el amor. Pero no se queda allí, en otro momento exclama “…Qué es ser tú/Qué yo devuelve su espejo perseguido/Cuando el asco de la distancia nos une más…” Vemos cómo el amor traspasa su ser más superficial para instalarse en una pasión profunda, que arrastra, que desborda.
No es fácil este poemario. El lector se queda desnudo ante la búsqueda de esa gravitación, ante el hecho de que los que aman se exponen, se duelen, se desvelan y desean ser devorados por el amado. Es un reconocimiento de las emociones más cercanas al amor. Reconcilia el poeta al lector consigo mismo al ponerle delante un espejo, una profecía, un deseo.
"Gravitación del amor" promete hacernos suspirar de puro entusiasmo. Estamos ante una obra de hondo calado estético que haremos bien en leer y mejor en analizar. Jack Farfán Cedrón sigue creciendo como escritor y aquí está la prueba de lo que venimos diciendo: un poemario que necesariamente debemos leer, recomendar y distribuir ampliamente. La poesía se lo merece, y los lectores más.
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