Su protagonista Schapelle Corby nos deja ver sus diarios, sus fotos y su desesperación expresada en una prosa que suena a grito de justicia, a vida truncada. Este libro es el resultado de una cruzada internacional a favor de la inocencia de esta joven australiana. Un libro que pone de relieve las profundas diferencias de concepción de la justicia y de los terribles efectos del subdesarrollo expresado en las infraestructuras penitenciarias.
No podemos afirmar la inocencia o no de esta joven pero lo que es cierto es que muchos son los elementos que nos dan pistas sobre como se hizo el juicio, como se cometieron ciertas irregularidades y sobre todo lo desproporcionado de la pena impuesta y los conflictos que este caso ha generado entre Australia e Indonesia.
Nos narra no sólo su lucha por probar su inocencia, también asistimos al deterioro emocional de la protagonista, cómo sus esperanzas se hunden, como la ira y la rabia van tomando posesión de su ánimo hasta el punto de explotar por todo.
Las fotos impresionan, especialmente una que fue tomada momentos antes de embarcar. Es elocuente, nos deja ver lo cercana y a la vez lejos que se quedó la felicidad, los instantes previos antes de embarcar rumbo al infierno. Una foto de la fragilidad de lo cotidiano, de la posibilidad de que todo se pierda en un instante.
Resulta muy interesante que Schapelle Corby encuentra en la asistencia a la iglesia no solo un alivio espiritual sino también una ayuda para escapar del agobio de las demás reclusas, de ese contacto humano que solo la arrastra a una frustración más grande.
Parte de sus diarios y documentos completan una historia que sigue a día de hoy y que tiene en la red un sitio que se puede consultar para dar apoyo a esta mujer que parece ser víctima de un engaño cruel. En los párrafos finales conmueve oír la voz de una joven que quiere una vida sencilla, llena de afecto, compromiso, quiere una vida común y corriente, cargada de las quejas más simples y comunes, lejos del infierno en el que está inmersa.
Quiero dejaros con el desgarrador final de este testimonio: “Cada vez que tomo aire, estoy respirando una rabia apagada que es consecuencia de esta injusticia, de lo que hizo la persona que me metió aquí. Es algo que respiro a diario en esta monótona existencia”.
“No más mañanas” es un libro para reír y para llorar pero sobre todo es un texto que nos va a reconciliar con la vida cotidiana que tenemos, con la bendición de ser libres, con la convicción de que tenemos que estar agradecidos y contentos con una existencia llena de luz y de letras como las nuestras.
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