Mi hija mayor, que está aprendiendo a leer, leyó esta mañana a petición mía el arranque de la novela “El camino” de Miguel Delibes minutos después de conocer la noticia de su fallecimiento. Desde ayer andábamos pendientes de las noticias que ya nos ponían en lo peor. “Ha tenido una vida larga y está rodeado de sus hijos”, me consoló mi mujer Marga Collazo que para estas cosas sabe como arrimarme a la luz de lo positivo. Así, esta mañana, recién levantado de mi convalecencia, con los dolores de las cicatrices de mi operación me entero que Delibes, Miguel Delibes se nos había ido. Me levanté con la cara reflejando los pinchazos de las cicatrices y tomé el ejemplar que tengo de “El camino”. Se levantó Lucía, se vistió y me preguntó que qué libro era es que tenía en la mano y que en la portada tenía dibujado burdamente a un niño en la portada: “es El camino de un escritor que se llama Miguel Delibes ¿quieres leer como empieza?” Y Lucía, que ya va leyendo sus cositas, leyó el arranque de esta entrañable novela. A mi hija le llamó la atención lo de “Mochuelo” y quedé con ella en que se lo explicaré después.
Más de 60 obras, premios de todas partes, unanimidad de la crítica, el cariño de sus lectores, el profundo amor de los suyos. Miguel Delibes se marchó rodeado de sus familiares, sin alharacas, sin dramatismos incensarios, fiel a su personalidad sencilla y noble. Dejó de escribir hace tiempo casi desde que perdió a su mujer y terminara su última gran novela El hereje. Se nos va un hombre que deja honda huella grandes pasajes literarios y la sensación de que alguien bueno se marcha.
Su camino labrado a fuerza de oficio e ingenio no nos deja, se queda entre nosotros evocando muchas de nuestras mejores lecturas, de las más entrañables y más cercanas. Decimos adiós a un escritor digno de leer y del que se tiene mucho que aprender, sobre todo su capacidad de ser buena persona.
Más de 60 obras, premios de todas partes, unanimidad de la crítica, el cariño de sus lectores, el profundo amor de los suyos. Miguel Delibes se marchó rodeado de sus familiares, sin alharacas, sin dramatismos incensarios, fiel a su personalidad sencilla y noble. Dejó de escribir hace tiempo casi desde que perdió a su mujer y terminara su última gran novela El hereje. Se nos va un hombre que deja honda huella grandes pasajes literarios y la sensación de que alguien bueno se marcha.
Su camino labrado a fuerza de oficio e ingenio no nos deja, se queda entre nosotros evocando muchas de nuestras mejores lecturas, de las más entrañables y más cercanas. Decimos adiós a un escritor digno de leer y del que se tiene mucho que aprender, sobre todo su capacidad de ser buena persona.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo.Pocas veces un autor es admirado por personas tan dispares, sea cual sea su ideología y su forma de vivir su vida, por algo será digo yo...
La mayoría de los lectores de antaño y de hogaño tenemos una deuda pendiente con él.
Saludos
Publicar un comentario