Uno de los grandes problemas de la cultura es la dificultad para su difusión. Perfectamente un escritor panameño puede vivir sin ver en las librerías de su país a mucho de los escritores de su región. Se hace así muy difícil que se ponga a disposición de los lectores los trabajos de los escritores que están construyendo la literatura de hoy. La editorial alfaguara ha publicado para la alegría de muchos en el planeta literatura una antología de cuentistas del siglo XX ecuatoriano. Antología de Cuento viene a llenar un vacío en las librería y abre un camino muy generoso para el conocimiento de la cultura ecuatoriana atreves de sus mejores cuentistas.
El libro presenta a 27 cuentos que han escrito y descrito a Ecuador, los reúne a todos y los convierte en embajadores de su literatura. Según el prologo de Mercedes Mafla la cuentística ecuatoriana tiene un denominador común y es su lucha por superar el aislamiento. El acierto de los antólogos la propia Mercedes Mafla y Javier Vásconez cumplen con el deseo común de los escritores de Ecuador.
La antología además de un completísimo prólogo, cuenta con una interesante panorámica de la cuentística de su tierra. Han sido valientes para apostar por la juventud de su cuentistas sin renunciar a poner de relieve el trabajo de los “padres fundadores” de la nueva narrativa ecuatoriana.
La variedad de temas y técnica cuentística abre el apetito del lector para buscar en la medida de lo posible más de estos autores antologados para verlos enfrentar otros géneros literarios o para verles resolver otros cuentos y comprobar que lo que leemos en esta antología no es solo un cuento feliz y casual son que nos hemos encontrado con grandes escritores que adolecen de lo que muchos escritores a ambos lados del español: la falta de difusión de sus obras.
De los más antiguos brillan por sí mismos “Un hombre muerto a puntapiés” de Pablo Palacio que ha sabido envejecer y el maravilloso “El guaraguao” de Joaquín Gallegos Lara, cuya biografía es un canto a la superación de las discapacidades para convertirse uno en quien quiere ser. Ambos son los polos literarios en los que se dividía la literatura de Ecuador a principios del siglo pasado.
De los más recientes están “Espejismo” de Yanna Haddatty y “Ulises” de Coca Ponce, un relato triste y lleno de plasticidad cinematográfica que no deben perderse.
Además, aparte de solventar una necesidad de la cultura como es la difusión de estos autores, este libro, que deseamos se distribuya lo más posible, es una suerte de herramienta de integración que nos ofrece un mejor entendimiento de una cultura rica en tradiciones, en leyendas y en plena expansión con la presencia de tantos amigos ecuatorianos entre nosotros. Entre nosotros esta antología debería leerse masivamente para el mejor conocimiento de la cultura ecuatoriana que aspira a darse a conocer, a hacer carrera entre nosotros y a demostrar que más allá de los típicos sentimientos nacionales son un país que quieren dejar atrás los límites de sus fronteras para convertir al Ecuador y a sus escritores en parte dinámica de ese todo vivo que es la literatura hispanoamericana.
El cuento que es un género tan antiguo como el hombre, que viaja con nosotros y se transforma en recuerdo, en mito y en vida, recobra en esta antología algo de su antigua vocación: transformarnos a todos, por un instante, en protagonistas de una historia que deseamos tenga un final feliz.
El libro presenta a 27 cuentos que han escrito y descrito a Ecuador, los reúne a todos y los convierte en embajadores de su literatura. Según el prologo de Mercedes Mafla la cuentística ecuatoriana tiene un denominador común y es su lucha por superar el aislamiento. El acierto de los antólogos la propia Mercedes Mafla y Javier Vásconez cumplen con el deseo común de los escritores de Ecuador.
La antología además de un completísimo prólogo, cuenta con una interesante panorámica de la cuentística de su tierra. Han sido valientes para apostar por la juventud de su cuentistas sin renunciar a poner de relieve el trabajo de los “padres fundadores” de la nueva narrativa ecuatoriana.
La variedad de temas y técnica cuentística abre el apetito del lector para buscar en la medida de lo posible más de estos autores antologados para verlos enfrentar otros géneros literarios o para verles resolver otros cuentos y comprobar que lo que leemos en esta antología no es solo un cuento feliz y casual son que nos hemos encontrado con grandes escritores que adolecen de lo que muchos escritores a ambos lados del español: la falta de difusión de sus obras.
De los más antiguos brillan por sí mismos “Un hombre muerto a puntapiés” de Pablo Palacio que ha sabido envejecer y el maravilloso “El guaraguao” de Joaquín Gallegos Lara, cuya biografía es un canto a la superación de las discapacidades para convertirse uno en quien quiere ser. Ambos son los polos literarios en los que se dividía la literatura de Ecuador a principios del siglo pasado.
De los más recientes están “Espejismo” de Yanna Haddatty y “Ulises” de Coca Ponce, un relato triste y lleno de plasticidad cinematográfica que no deben perderse.
Además, aparte de solventar una necesidad de la cultura como es la difusión de estos autores, este libro, que deseamos se distribuya lo más posible, es una suerte de herramienta de integración que nos ofrece un mejor entendimiento de una cultura rica en tradiciones, en leyendas y en plena expansión con la presencia de tantos amigos ecuatorianos entre nosotros. Entre nosotros esta antología debería leerse masivamente para el mejor conocimiento de la cultura ecuatoriana que aspira a darse a conocer, a hacer carrera entre nosotros y a demostrar que más allá de los típicos sentimientos nacionales son un país que quieren dejar atrás los límites de sus fronteras para convertir al Ecuador y a sus escritores en parte dinámica de ese todo vivo que es la literatura hispanoamericana.
El cuento que es un género tan antiguo como el hombre, que viaja con nosotros y se transforma en recuerdo, en mito y en vida, recobra en esta antología algo de su antigua vocación: transformarnos a todos, por un instante, en protagonistas de una historia que deseamos tenga un final feliz.
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