Bali. El paraíso que no cuenta con una palabra para designar paraíso. Un hombre, Julian, se acerca por azar, por curiosidad hasta un viejo curandero. Una búsqueda que ni siquiera nuestro protagonista reconocía al principio: la felicidad.
“El hombre que quería ser feliz” del francés Laurent Gounelle y publicado por Maeva es una parábola moderna sobre la búsqueda legítima de la felicidad, la necesidad que tenemos todos de aprender que es la vida, y como disfrutarla. El protagonista de esta historia se encuentra en Bali con un hombre sabio, que mezcla el conocimiento ancestral con los conocimientos de la moderna psicología. Tras una serie de encuentros desafíos y grandes confesiones Julian camina de la mano de su nuevo maestro hacia una lugar deseado por todo la felicidad. Aunque no se ofrezca una definición exacta de felicidad lo que la novela de Gounelle plantea sobre todo como vivir nuestras existencias en positivo.
Las convicciones propias, las expectativas correctas, el placebo como ejemplo de lo que las convicciones mentales pueden ejercer sobre el cuerpo, el valor del dinero, la asertividad, el miedo al no o el papel de la religión, son solo unos pocos de los asuntos que el curandero va poniendo de manifiesto ante un Julian que no había ido a buscar consejos para ser feliz pero que en realidad todo el mundo desea que le ofrezcan. Con poco que hurguemos en nosotros mismos podremos ponernos en la misma situación del protagonista de esta nouvelle
Se muestra así mismo la belleza de una tierra llena de contrastes, hermosa, que invita a la reflexión y al descanso. De tradiciones milenarias, este paraíso en la tierra es retratado con destreza por el autor y nos contamina con el gusanillo del deseo de conocer esas tierras, sus playas su quietud de siglos y su gente amable, sonriente, con una perspectiva de la vida tan distinta a la nuestra pero tan cercana en sus necesidades básicas en tanto que hombres y mujeres.
Una de las grandes enseñanzas de esta novela es la no dependencia de los demás sobre todo de aquellos que más parecen influirnos. La búsqueda de los sueños y de la propia felicidad está ligada a la independencia del criterio, a la búsqueda de la propia identidad desligada de la tiranía de la opinión de los demás. Aquí está la clave de esa búsqueda.
Este libro plantea interrogantes, introduce desafíos e invita a pensar en un tema tan importante y que ha sido objeto de grandes estudios y sigue acaparando el interés de todos los hombre y las mujeres de hoy. No hay nadie que en su sano juicio despreciaría la posibilidad de comprenderse un poco mejor y avanzar un poco más en ese camino tantas veces sinuoso que es la propia existencia.
Capítulos breves que mantienen cierta tensión durante el relato para que sigamos leyendo, hacen de esta novela un buen compañero de viaje y es una recomendable lectura para este verano que se viene acercando hasta nosotros con su tranquilidad de tardes para pensar y para soñar. Consejos positivos que no nos vienen mal a ninguno aunque estemos dispuestos a discutir algunos de sus planteamientos, “El hombre que quería ser feliz” puede ser para sus lectores una puerta, un plataforma para comenzar a plantearnos grandes cosas para nuestra existencia. El reto es enterarnos si Julian lo consiguió o no y si su maestro acertó con el diagnostico. Pasen y lean y que sean felices.
“El hombre que quería ser feliz” del francés Laurent Gounelle y publicado por Maeva es una parábola moderna sobre la búsqueda legítima de la felicidad, la necesidad que tenemos todos de aprender que es la vida, y como disfrutarla. El protagonista de esta historia se encuentra en Bali con un hombre sabio, que mezcla el conocimiento ancestral con los conocimientos de la moderna psicología. Tras una serie de encuentros desafíos y grandes confesiones Julian camina de la mano de su nuevo maestro hacia una lugar deseado por todo la felicidad. Aunque no se ofrezca una definición exacta de felicidad lo que la novela de Gounelle plantea sobre todo como vivir nuestras existencias en positivo.
Las convicciones propias, las expectativas correctas, el placebo como ejemplo de lo que las convicciones mentales pueden ejercer sobre el cuerpo, el valor del dinero, la asertividad, el miedo al no o el papel de la religión, son solo unos pocos de los asuntos que el curandero va poniendo de manifiesto ante un Julian que no había ido a buscar consejos para ser feliz pero que en realidad todo el mundo desea que le ofrezcan. Con poco que hurguemos en nosotros mismos podremos ponernos en la misma situación del protagonista de esta nouvelle
Se muestra así mismo la belleza de una tierra llena de contrastes, hermosa, que invita a la reflexión y al descanso. De tradiciones milenarias, este paraíso en la tierra es retratado con destreza por el autor y nos contamina con el gusanillo del deseo de conocer esas tierras, sus playas su quietud de siglos y su gente amable, sonriente, con una perspectiva de la vida tan distinta a la nuestra pero tan cercana en sus necesidades básicas en tanto que hombres y mujeres.
Una de las grandes enseñanzas de esta novela es la no dependencia de los demás sobre todo de aquellos que más parecen influirnos. La búsqueda de los sueños y de la propia felicidad está ligada a la independencia del criterio, a la búsqueda de la propia identidad desligada de la tiranía de la opinión de los demás. Aquí está la clave de esa búsqueda.
Este libro plantea interrogantes, introduce desafíos e invita a pensar en un tema tan importante y que ha sido objeto de grandes estudios y sigue acaparando el interés de todos los hombre y las mujeres de hoy. No hay nadie que en su sano juicio despreciaría la posibilidad de comprenderse un poco mejor y avanzar un poco más en ese camino tantas veces sinuoso que es la propia existencia.
Capítulos breves que mantienen cierta tensión durante el relato para que sigamos leyendo, hacen de esta novela un buen compañero de viaje y es una recomendable lectura para este verano que se viene acercando hasta nosotros con su tranquilidad de tardes para pensar y para soñar. Consejos positivos que no nos vienen mal a ninguno aunque estemos dispuestos a discutir algunos de sus planteamientos, “El hombre que quería ser feliz” puede ser para sus lectores una puerta, un plataforma para comenzar a plantearnos grandes cosas para nuestra existencia. El reto es enterarnos si Julian lo consiguió o no y si su maestro acertó con el diagnostico. Pasen y lean y que sean felices.
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