Las circunstancias aplastan a Ignacio Reler, escritor de ficciones. Se retuerce, se duele, se aleja de su mesa, de sus libretas.
Amanece un buen día y una chispa distante, como quien no quiere la cosa, enciende la literatura en el hombre que ayer dejó de escribir, muerto por el peso de lo que le ocurrió. "Le ha vuelto la literatosis", diría Onetti, médico.
Ahora se sienta febril a su mesa de trabajo y convoca las letras para clausurar su silencio.
Primera enseñanza: Escribe. Esa es la medida de tu existencia.
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