A la pregunta de cuándo comencé a leer suelo contestar siempre que dejé de hacerlo muy joven. Aunque les parece un poco extraña la respuesta explico que mi madre nos compraba libros desde siempre. El flautista de Hamelin o los cuentos de Disney que venían con un disco de vinilo para seguir la lectura. En Primaria, los libros de lectura Sembrador que incluían cuentos, fábulas y relatos biográficos. Luego Alberti, Benedetti y otras lecturas que hice por mi cuenta. “¿Qué pasó luego?” me preguntan. Luego, Secundaria. El último libro que leí con gusto fue El Principito. La profesora Aida Mock nos enseñó Español en primer año en el Técnico Don Bosco. Aprendí mucho con ella. Era 1984 y yo dejé de leer. Tenía doce años. A esa edad uno necesita que le animen a seguir leyendo. Los deportes, que siempre parecen más varoniles y enamoran más a las muchachas que las palabras, hicieron el resto.
¿Por qué se deja de leer y cómo recuperar a los jóvenes para la lectura? La respuesta podemos encontrarla en un libro del francés Daniel Pennac, Como una novela (Anagrama, 1993). El autor es profesor de secundaria en Francia donde el libro ha causado sensación. Aunque escrito pensando en las circunstancias francesas, hemos de reconocer que la falta de lectura entre los jóvenes (y adultos) es un problema universal. El librito (169 páginas), que se lee como una novela, es un verdadero estímulo para la lectura y según el autor, “una tentativa de reconciliación con el libro”. Pennac narra la historia de un joven que del disfrute primero de la lectura pasa a convertirse en un ser ajeno a los libros y de cómo es posible recuperarlo para la lectura. No son recetas mágicas lo que se nos ofrece, sino pautas, posibilidades, ideas que podemos aplicar en nuestro medio. Es éste un libro que deben leer padres, profesores y ministros de Educación.
Éste texto es un desafío para todos, más aun para aquellos que tienen el privilegio de enseñar. Son ustedes los maestros y profesores los que ponen “la luz de la vida en el alma de la juventud” dice el himno al Maestro y además, un poema infantil reza “es puerta de luz un libro abierto”. Abramos el libro. Analicemos lo que nos sugiere Pennac.
Del texto, una cita me llama la atención: “Quedan los otros alumnos. Los que no leen...Los que se creen tontos... Para siempre privados de libros... Para siempre sin respuestas... Y pronto sin preguntas.” Creo que muchos padres y profesores son los portadores de la espada flamígera que cierra la entrada al Edén de la lectura. El futuro pinta una sociedad que pronto se quedará sin respuestas y, peor aun, sin preguntas. Entonces vendrán los entusiastas de la ignorancia para darnos sus respuestas esclavizantes.
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