Me levanté un sábado por la mañana, bien temprano, para escribir. Me puse café y en el ordenador puse a Chet Baker, en un disco que había comprado hacía mucho tiempo y que no había estrenado todavía. Me llamó mucho la atención su versión de You make me feel so young. Me hizo sentir bendecido por tener a mi lado una mujer que me renueva cada día y que es pura música y talento. Me siento más joven a su lado, con las ganas de vivir de un chaval de quince años. Aquello me hizo recordar a mi tía Sandra en Panamá me decía desde muy pequeño que parecía un viejo.
Esa misma mañana, había comenzado a escribir mi artículo sobre perseguidores literarios. Eché mano de Vila-Matas, exactamente de Bartlevy y compañía. Fiel a mi costumbre de anotar en la última hoja de los libros que leo los temas que me interesan y su respectivo número de página, comencé a repasar mi vieja lectura. Me encuentro con la entrada "jazz" y me voy a la página 157 y resulta que Pineda, un viejo amigo de Vila-Matas pone música de Chet Baker que, a partir de ese día, pasó a ser su intérprete favorito. Cosas de los libros. Pensé en mi obsesión y me dispuse a escribir. Cuando se lo conté a mi mujer Marga Collazo, me dijo con una sonrisilla de genio que no podíamos seguir así, que teníamos que conocernos. "Quién ¿Chet Baker y yo?" pregunté creyendo saber la respuesta. No, tú y Pineda que sois muy grises. De Vila-Matas y su manía persecutoria no dijo nada aunque creo que tiene su propia teoría.
Esa misma mañana, había comenzado a escribir mi artículo sobre perseguidores literarios. Eché mano de Vila-Matas, exactamente de Bartlevy y compañía. Fiel a mi costumbre de anotar en la última hoja de los libros que leo los temas que me interesan y su respectivo número de página, comencé a repasar mi vieja lectura. Me encuentro con la entrada "jazz" y me voy a la página 157 y resulta que Pineda, un viejo amigo de Vila-Matas pone música de Chet Baker que, a partir de ese día, pasó a ser su intérprete favorito. Cosas de los libros. Pensé en mi obsesión y me dispuse a escribir. Cuando se lo conté a mi mujer Marga Collazo, me dijo con una sonrisilla de genio que no podíamos seguir así, que teníamos que conocernos. "Quién ¿Chet Baker y yo?" pregunté creyendo saber la respuesta. No, tú y Pineda que sois muy grises. De Vila-Matas y su manía persecutoria no dijo nada aunque creo que tiene su propia teoría.
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