Al final, Ignacio Reler termina viviendo lo que escribe y llamando a su mujer por el nombre de pila de la mala de su novela policíaca recién terminada de escribir. Como dice mi querido Andrés Neuman, "escribir nos merece la alegría", sí, claro, aunque nos pueda meter en un problema con la mujer.
Segunda enseñanza: Escribe, tu mujer lo entenderá (o no, pero escribe).
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