En mi única visita a Buenos Aires estuve frente a la Escuela de Mecánica. Y aunque nací en Panamá y vivo en Madrid "recordé" las torturas y vejaciones perpetrados allí. La memoria del horror nos pertenece a todos y la maravilla de la literatura es que tiene la capacidad de hacernos recordar incluso aquello que no vivimos. Es la otra memoria que debemos tener a mano contra el olvido.
Comentario en ocasión de la apertura de un debate en la ESMA (Buenos Aires, Argentina) sobre ficción y memoria con la participación de Ricardo Piglia.
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