En un lugar del ciberespacio de cuyo nombre no haré mención, quedamos el madrileño Miguel rubio y yo para conversar en diferido sobre su primera novela Ahora que estamos muertos que me ha dicho un “bite” va por la segunda edición.
Después de las presentaciones de rigor le hago la primera pregunta, que por típica no deja de ser atractiva.
Después de las presentaciones de rigor le hago la primera pregunta, que por típica no deja de ser atractiva.
¿Cuándo comenzó Miguel Rubio a ser escritor?
Pues la verdad es que no lo tengo muy claro, de hecho, yo creo que es algo que he empezado a plantearme una vez editado el libro. En cualquier caso, yo que soy muy aficionado a la música, lo que empecé escribiendo son canciones, luego esbozos de poemas y finalmente esta novela. Pero bueno, escribir me ha gustado siempre.
Hacía bueno en el ciber espacio, estábamos cómodos y pensé en Eduardo Halfón y su “Ángel literario”. Disparé una pregunta necesaria que va al fondo del nacimiento de esta obra.
Sabemos que la novela nace de tu experiencia con el mundo de los sin techo pero ¿cuándo te llega la idea de la novela, de ponerla en marcha?
Durante once años estuve trabajando en un centro para personas sin hogar, en ese tiempo, como podrás suponer, vi y escuché todo tipo de historias sobre vidas rotas, malgastadas, abandonadas, y llegó un día (después de darle muchas vueltas) en que decidí que tenía que contar algo sobre esas gentes que, en contra de lo que a veces se piensa, no están tan alejadas de nosotros. Al principio me costó un poco, pero en cuanto tuve claro los personajes principales y una idea global de lo que quería contar, la historia empezó a rodar.
Aficionado a la música y habiendo nacido como autor escribiendo canciones, mi curiosidad de lector me llevó a indagar en la “banda sonora” de “Ahora que estamos muertos” que en la siguiente edición debería publicarse con un CD o formato MP3 que incluya la música que parece no dejar de acompañar la lectura de la novela.
De las canciones de la época ¿cuál es tu favorita?
Bueno, las canciones que aparecen en el libro me gustan mucho, aunque las elegí no solo por eso, sino porque tenían sentido en el desarrollo de la historia. Me costaría mucho decidirme por una sola canción porque en los años ochenta y noventa se grabaron temas magníficos. Hay clásicos indiscutibles como “Que hace una chica como tu en un sitio como este” de Burning, o “Cadillac solitario” de Loquillo y Trogloditas, y otras menos conocidas pero a la misma altura como “La noche que la luna salió tarde” de 091, “Vivo para caminar” de Pistones o “El jefe de la banda es el que manda” de De Diego por citar algunas que no forman parte de la, digamos, banda sonora de la novela.
En el ciberespacio la cosa seguía relajada, la conexión iba a tope y Miguel contestaba con amabilidad a mis preguntas. Cuando leí su novela, nada más empezar, me encontré con una advertencia que me llamó la atención: “esto es una novela, la trama y los personajes son ficción”.
Muchos confunden realidad con ficción pero ¿por qué advertir en una novela que todo es pura ficción?
Pues porque aquí ha pasado un poco a la inversa. Lo que cuento en la novela es por completo fruto de mi imaginación. Sin embargo, y pese a esa nota aclaratoria inicial, algunos lectores me lo siguen preguntando. Bueno, lo encajo bien, supongo que el que la narración transcurra por escenarios reales concretos hace que todo sea más verosímil. Por otra parte, no me cabe duda que hay por ahí muchas Cris, muchos Manitas y muchos Picolos y cada lector tiende a asignar ese rol a alguien que conoce. En fin, me lo tomo como un mérito del libro. Además la novela de contenido social, como la novela negra, suele dar cuenta del modelo de sociedad que habitamos y, a mi modo de ver, ocurre que en muchas ocasiones ficción y realidad terminan por cruzar sus caminos. En definitiva, lo que cuento es ficción pero podría no serlo.
Miguel es aficionado a la novela negra. La pregunta no se hizo esperar, una pregunta que todos nos debemos hacer.
Todos tenemos un libro que nos hizo lectores ¿cuál es el tuyo?
Con los libros, Pedro, me pasa como con la música, que me resulta difícil decantarme por uno solo. Como en el caso anterior, te citaré tres que en su día definitivamente me influyeron por diferentes motivos: “La celda de cristal” de Patricia Highsmith; “El guardián entre el centeno” de J.D. Salinger y “En el camino” de Jack Kerouac.
La técnica es fundamental en la escritura. Hay un mito real (paradoja, ya lo sé) que dice que los personajes se revelan y que el escritor tiene que hacer grandes esfuerzos por meterlos en vereda. Siendo esta una novela de personajes duros me atreví a preguntarle a Miguel por ellos.
Los personajes de ficción son rebeldes ¿Cuál de ellos ha sido el más conflictivo?
Si te refieres a los personajes de “Ahora que estamos muertos”, es evidente que hay sujetos como “el Ministro” de los que difícilmente podemos destacar algo positivo. También tipos como “Sousa” o “el Picolo” son individuos poco recomendables, pero lo mismo sucede con otros que aparecen en la novela y no son personas sin hogar. Yo siempre digo que la gente que está tirada en la calle o viviendo en un albergue, esos que evitamos mirar, no constituyen realmente una categoría distinta de individuos. Simplemente son sus circunstancias las que inevitablemente les retratan así y las que les llevan a comportarse del modo que lo hacen.
Un personaje curioso, un personaje para que la curiosidad os lleve a la novela.
Pues la verdad es que no lo tengo muy claro, de hecho, yo creo que es algo que he empezado a plantearme una vez editado el libro. En cualquier caso, yo que soy muy aficionado a la música, lo que empecé escribiendo son canciones, luego esbozos de poemas y finalmente esta novela. Pero bueno, escribir me ha gustado siempre.
Hacía bueno en el ciber espacio, estábamos cómodos y pensé en Eduardo Halfón y su “Ángel literario”. Disparé una pregunta necesaria que va al fondo del nacimiento de esta obra.
Sabemos que la novela nace de tu experiencia con el mundo de los sin techo pero ¿cuándo te llega la idea de la novela, de ponerla en marcha?
Durante once años estuve trabajando en un centro para personas sin hogar, en ese tiempo, como podrás suponer, vi y escuché todo tipo de historias sobre vidas rotas, malgastadas, abandonadas, y llegó un día (después de darle muchas vueltas) en que decidí que tenía que contar algo sobre esas gentes que, en contra de lo que a veces se piensa, no están tan alejadas de nosotros. Al principio me costó un poco, pero en cuanto tuve claro los personajes principales y una idea global de lo que quería contar, la historia empezó a rodar.
Aficionado a la música y habiendo nacido como autor escribiendo canciones, mi curiosidad de lector me llevó a indagar en la “banda sonora” de “Ahora que estamos muertos” que en la siguiente edición debería publicarse con un CD o formato MP3 que incluya la música que parece no dejar de acompañar la lectura de la novela.
De las canciones de la época ¿cuál es tu favorita?
Bueno, las canciones que aparecen en el libro me gustan mucho, aunque las elegí no solo por eso, sino porque tenían sentido en el desarrollo de la historia. Me costaría mucho decidirme por una sola canción porque en los años ochenta y noventa se grabaron temas magníficos. Hay clásicos indiscutibles como “Que hace una chica como tu en un sitio como este” de Burning, o “Cadillac solitario” de Loquillo y Trogloditas, y otras menos conocidas pero a la misma altura como “La noche que la luna salió tarde” de 091, “Vivo para caminar” de Pistones o “El jefe de la banda es el que manda” de De Diego por citar algunas que no forman parte de la, digamos, banda sonora de la novela.
En el ciberespacio la cosa seguía relajada, la conexión iba a tope y Miguel contestaba con amabilidad a mis preguntas. Cuando leí su novela, nada más empezar, me encontré con una advertencia que me llamó la atención: “esto es una novela, la trama y los personajes son ficción”.
Muchos confunden realidad con ficción pero ¿por qué advertir en una novela que todo es pura ficción?
Pues porque aquí ha pasado un poco a la inversa. Lo que cuento en la novela es por completo fruto de mi imaginación. Sin embargo, y pese a esa nota aclaratoria inicial, algunos lectores me lo siguen preguntando. Bueno, lo encajo bien, supongo que el que la narración transcurra por escenarios reales concretos hace que todo sea más verosímil. Por otra parte, no me cabe duda que hay por ahí muchas Cris, muchos Manitas y muchos Picolos y cada lector tiende a asignar ese rol a alguien que conoce. En fin, me lo tomo como un mérito del libro. Además la novela de contenido social, como la novela negra, suele dar cuenta del modelo de sociedad que habitamos y, a mi modo de ver, ocurre que en muchas ocasiones ficción y realidad terminan por cruzar sus caminos. En definitiva, lo que cuento es ficción pero podría no serlo.
Miguel es aficionado a la novela negra. La pregunta no se hizo esperar, una pregunta que todos nos debemos hacer.
Todos tenemos un libro que nos hizo lectores ¿cuál es el tuyo?
Con los libros, Pedro, me pasa como con la música, que me resulta difícil decantarme por uno solo. Como en el caso anterior, te citaré tres que en su día definitivamente me influyeron por diferentes motivos: “La celda de cristal” de Patricia Highsmith; “El guardián entre el centeno” de J.D. Salinger y “En el camino” de Jack Kerouac.
La técnica es fundamental en la escritura. Hay un mito real (paradoja, ya lo sé) que dice que los personajes se revelan y que el escritor tiene que hacer grandes esfuerzos por meterlos en vereda. Siendo esta una novela de personajes duros me atreví a preguntarle a Miguel por ellos.
Los personajes de ficción son rebeldes ¿Cuál de ellos ha sido el más conflictivo?
Si te refieres a los personajes de “Ahora que estamos muertos”, es evidente que hay sujetos como “el Ministro” de los que difícilmente podemos destacar algo positivo. También tipos como “Sousa” o “el Picolo” son individuos poco recomendables, pero lo mismo sucede con otros que aparecen en la novela y no son personas sin hogar. Yo siempre digo que la gente que está tirada en la calle o viviendo en un albergue, esos que evitamos mirar, no constituyen realmente una categoría distinta de individuos. Simplemente son sus circunstancias las que inevitablemente les retratan así y las que les llevan a comportarse del modo que lo hacen.
Un personaje curioso, un personaje para que la curiosidad os lleve a la novela.
¿Te parece que los políticos son un poco como tu personaje “el Ministro”?
A mi no me gusta generalizar y procuro, siempre que puedo, evitar los lugares comunes. Supongo que como en, casi, cualquier otra actividad, en política habrá individuos mejores y peores. Pero en fin, el Ministro de mi novela resume en unas líneas su manipuladora, cruel, pragmática y aprovechada filosofía de vida. Es posible que más de uno encaje ahí a la perfección.
Si no sabéis que leer o que libros regalar, Miguel comparte con los lectores a qué autores está leyendo en estos momentos. En el ciberespacio, que no tiene ni día ni noche, la tarde se hace plácida.
¿Qué lee últimamente Miguel Rubio?
Soy un lector desordenado y heterogéneo, los últimos libros han sido de Houlabecq, Lawrence Block, Cormac McCarthy, y Trapos sucios, la autobiografía de Motley Crue. Ahora ando inmerso en la relectura de una novela de Ed McBain que compagino con Gil de Biedma.
Pisamos terreno firme sin salir del ciberespacio. Madrid, su ciudad, es también parte activa de su novela. Si tenéis “Google maps” buscad los escenarios de la obra.
Del Madrid que nos escribes ¿con qué lugar te quedas por su dramatismo?
Hay varios, el más evidente sería las Barranquillas, pero también otros como el albergue municipal. De todos modos el dramatismo, como dices, tiene que ver con la situación en la que uno se encuentra, así la Casa de Campo o cualquier parque o calle de la ciudad puede ser un estupendo lugar para una persona con una vida normal, y un escenario terrible para alguien que no tiene donde dormir.
Se acaba el tiempo una pregunta más y desconectamos. El tiempo se nos ha pasado a la velocidad de un “e-mail”.
¿Tiene un nuevo proyecto literario Miguel Rubio?
A mi no me gusta generalizar y procuro, siempre que puedo, evitar los lugares comunes. Supongo que como en, casi, cualquier otra actividad, en política habrá individuos mejores y peores. Pero en fin, el Ministro de mi novela resume en unas líneas su manipuladora, cruel, pragmática y aprovechada filosofía de vida. Es posible que más de uno encaje ahí a la perfección.
Si no sabéis que leer o que libros regalar, Miguel comparte con los lectores a qué autores está leyendo en estos momentos. En el ciberespacio, que no tiene ni día ni noche, la tarde se hace plácida.
¿Qué lee últimamente Miguel Rubio?
Soy un lector desordenado y heterogéneo, los últimos libros han sido de Houlabecq, Lawrence Block, Cormac McCarthy, y Trapos sucios, la autobiografía de Motley Crue. Ahora ando inmerso en la relectura de una novela de Ed McBain que compagino con Gil de Biedma.
Pisamos terreno firme sin salir del ciberespacio. Madrid, su ciudad, es también parte activa de su novela. Si tenéis “Google maps” buscad los escenarios de la obra.
Del Madrid que nos escribes ¿con qué lugar te quedas por su dramatismo?
Hay varios, el más evidente sería las Barranquillas, pero también otros como el albergue municipal. De todos modos el dramatismo, como dices, tiene que ver con la situación en la que uno se encuentra, así la Casa de Campo o cualquier parque o calle de la ciudad puede ser un estupendo lugar para una persona con una vida normal, y un escenario terrible para alguien que no tiene donde dormir.
Se acaba el tiempo una pregunta más y desconectamos. El tiempo se nos ha pasado a la velocidad de un “e-mail”.
¿Tiene un nuevo proyecto literario Miguel Rubio?
Bueno, dicen que no conviene hablar de estas cosas hasta que no están listas. Pero si, te adelanto que ando dándole vueltas a una nueva historia.
Regreso a casa. La tarde se hizo noche en Madrid y Miguel y sus respuestas se quedan en la pantalla. Tomo mi ejemplar de “Ahora que estamos muertos” y parece que ha cambiado. Su autor ha conseguido que esperemos a que pronto nos regale una nueva obra.
Regreso a casa. La tarde se hizo noche en Madrid y Miguel y sus respuestas se quedan en la pantalla. Tomo mi ejemplar de “Ahora que estamos muertos” y parece que ha cambiado. Su autor ha conseguido que esperemos a que pronto nos regale una nueva obra.