“La caja del mal” (La factoría de Ideas, 2009) promete manteneros al borde de la toalla durante toda su lectura. A lo largo de los siete capítulos que son a su vez otras siete pruebas (Tierra, Agua, Fuego, Aire, Éter, Mente y Espíritu), el autor nos lleva de intriga en intriga en busca de las claves que puedan salvar la humanidad.
A toda costa el protagonista de esta historia Robert Reckliss, periodista inglés, debe evitar que la bomba del alma explote soltando la maldad innata que hay en el hombre. Esta aventura que nos lleva por los rincones más ocursos de Nueva York guiado por la médium Terri a modo de Beatriz de la Divina Comedia.
Los hechos se enmarcan entre 1981 y 2004, con constantes mudas de tiempo para que vayamos haciéndonos con la historia. En 2004 el periodista casado con su novia de siempre Katherine Rota, recibe un mensaje de Adam, un viejo amigo que dice: “Ayúdame por favor. No queda tiempo”, y siguiendo sus instrucciones se pone en contacto con un extraño que le propone lo siguiente: “¿Estás listo para conocer a tu creador? Tienes una cita con la muerte.”
De aquí en adelante todo es acción, misterio y una lucha encarnizada entre las fuerzas del bien y del mal. Robert tendrá que mirar en su propio interior para buscar las claves que le ayuden a descifrar los enigmas que salvaran a la humanidad. El autor nos ofrece también la oportunidad de seguir las tramas del enigma facilitándonos pistas gráficas para meternos en la historia y seguir la intriga paso a paso.
Thriller apocalíptico en toda regla y con todos sus resortes “La caja del mal” no tiene nada que envidiarle al conocidísimo “Código da Vinci” ya que utilizan los mismos resortes que aquella, acción trepidante, religión mezclada con secularismo y misticismo y la necesaria idea de salvar a la humanidad. Martin Langfield combina con muy buen criterio estos elementos y nos ofrece una historia que para estos días de verano nos mantendrá entretenidos y preguntándonos en cada capítulo que pasará después. Además nos ofrece un interesante bis intimista que nos ayuda a reflexionar un poco, sin entrar en grandes profundidades, sobre la humanidad. La grandeza de la novela radica en esta bis, en su manera de enfocar desde la ficción como la de un thriller apocalíptico, un rostro de la humanidad que haremos muy bien en cambiar.
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