Los amantes de la Historia estamos de enhorabuena. La publicación de “Las noches revolucionarias” (El olivo azul, 2009) viene a dotar de la atmósfera precisa de los días terribles que se vivieron antes durante y después de La revolución francesa.
“Búho de parís”, cronista de los días bárbaros, Nicolas-Edme Rétif de la Bretonne (Sacy, 1734-París, 1809) nos deja un legado de sombras y sucesos terribles que dan cuenta de la atmósfera humana que se respiraba en aquellos días. El testimonio “en directo” de aquellos días es impagable y nos sitúa correctamente ante los hechos históricos. Su relato de aquellos sucesos le convierte en precursor del periodismo, sobre todo de la crónica de sucesos.
Lo que fascina de estos textos (y mucho se puede decir y discutir) no es sólo lo que de histórico y revelador tienen sino también su absoluta crudeza, su incontestable realidad. Son una suerte de espejo que trasciende lo local y lo cronológico para abarcar lo universal e intemporal porque todos los hombres ante los cambios y las luchas terminan convirtiéndose en seres terriblemente primitivos.
La brutalidad de los hechos contrasta con las ideas revolucionarias y la búsqueda de un bienestar mayor. Notamos los deseos de que la situación cambia, que nuevos aires vengan para Francia, es el caso de el texto de la Primera noche (27 de abril de 1789) que es una alegoría de la situación y un magnifico manifiesto de lo que se deseaba para Francia.
El famoso 14 de julio, el día de la toma de La Bastilla, nuestro cronista nos asegura “planea sobre la ciudad un genio destructor”. Esta es la grandeza de estas crónicas: poder respirar siglos después el mismo aire de aquellos días que cambiaron para siempre a Francia y a Europa. Ese capítulo completo nos da una visión de primera mano de que se veía por las calles, de cómo olí el aire de los sonidos de aquel día terrible de fuego y muerte.
Llama la atención también el hecho de que tenemos algunas pinceladas de la propia vida de Rétif de la Bretonne. Al final nos dice que mientras ocurren estas cosas (el castigo de Custine) el acode a la Comuna para el divorcio de su hija mayor. Es interesante observar que las cosas no han cambiado mucho: hoy también se puede acompañar a los hijos a divorciarse.
La edición de El olivo azul esta precedida por un interesante prólogo que perfila al personaje y la época. Nos contextualiza y nos invita a abandonarnos a la lectura de unos textos que no nos van a dejar indiferentes. Este excelente prólogo firmado por Alicia Mariño es todo un acierto y una invitación muy sugestiva para seguir leyendo a Rétif.
Rétif fue contemporáneo de mi querido Marqués de Sade que siempre me ha fascinado como personaje más que como escritor. Rétif le detestaba y el sentimiento fue mutuo. Ante la “Justine” del Marqués, nuestro autor escribió una “Anti Justine”, más escabrosa, dicen, que la de Sade. Rétif fue bastante denostado por sus contemporáneos pero sin duda hoy es una de los grandes del XVIII francés y uno de los grandes cronistas de una época irrepetible. Lean y juzguen, dejen volar su imaginación hasta el París del XVIII comprobarán que hoy faltan cronistas como Rétif y sobran periodistas amarillos.
“Búho de parís”, cronista de los días bárbaros, Nicolas-Edme Rétif de la Bretonne (Sacy, 1734-París, 1809) nos deja un legado de sombras y sucesos terribles que dan cuenta de la atmósfera humana que se respiraba en aquellos días. El testimonio “en directo” de aquellos días es impagable y nos sitúa correctamente ante los hechos históricos. Su relato de aquellos sucesos le convierte en precursor del periodismo, sobre todo de la crónica de sucesos.
Lo que fascina de estos textos (y mucho se puede decir y discutir) no es sólo lo que de histórico y revelador tienen sino también su absoluta crudeza, su incontestable realidad. Son una suerte de espejo que trasciende lo local y lo cronológico para abarcar lo universal e intemporal porque todos los hombres ante los cambios y las luchas terminan convirtiéndose en seres terriblemente primitivos.
La brutalidad de los hechos contrasta con las ideas revolucionarias y la búsqueda de un bienestar mayor. Notamos los deseos de que la situación cambia, que nuevos aires vengan para Francia, es el caso de el texto de la Primera noche (27 de abril de 1789) que es una alegoría de la situación y un magnifico manifiesto de lo que se deseaba para Francia.
El famoso 14 de julio, el día de la toma de La Bastilla, nuestro cronista nos asegura “planea sobre la ciudad un genio destructor”. Esta es la grandeza de estas crónicas: poder respirar siglos después el mismo aire de aquellos días que cambiaron para siempre a Francia y a Europa. Ese capítulo completo nos da una visión de primera mano de que se veía por las calles, de cómo olí el aire de los sonidos de aquel día terrible de fuego y muerte.
Llama la atención también el hecho de que tenemos algunas pinceladas de la propia vida de Rétif de la Bretonne. Al final nos dice que mientras ocurren estas cosas (el castigo de Custine) el acode a la Comuna para el divorcio de su hija mayor. Es interesante observar que las cosas no han cambiado mucho: hoy también se puede acompañar a los hijos a divorciarse.
La edición de El olivo azul esta precedida por un interesante prólogo que perfila al personaje y la época. Nos contextualiza y nos invita a abandonarnos a la lectura de unos textos que no nos van a dejar indiferentes. Este excelente prólogo firmado por Alicia Mariño es todo un acierto y una invitación muy sugestiva para seguir leyendo a Rétif.
Rétif fue contemporáneo de mi querido Marqués de Sade que siempre me ha fascinado como personaje más que como escritor. Rétif le detestaba y el sentimiento fue mutuo. Ante la “Justine” del Marqués, nuestro autor escribió una “Anti Justine”, más escabrosa, dicen, que la de Sade. Rétif fue bastante denostado por sus contemporáneos pero sin duda hoy es una de los grandes del XVIII francés y uno de los grandes cronistas de una época irrepetible. Lean y juzguen, dejen volar su imaginación hasta el París del XVIII comprobarán que hoy faltan cronistas como Rétif y sobran periodistas amarillos.
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