La cosa se torció pero tranquilos. “Estos hombres nos hicieron campeones de Europa” ¿Y qué? La frase no es mía, se la debemos a Camacho que en la trasmisión del partido se empeñó en hacernos creer que las cosas saldrían bien. En fin, cosas del fútbol (eso es lo que toca decir), que es a lo que más se recurre en estas circunstancias.
La verdad es que la cosa comenzó con el himno nacional y los rostros contenidos y concentrados a tope. Los suizos no parecían peligrosos mientras escuchaban con emoción su himno. Yo volví a confiar en que los chocolateros y relojeros no son buenos futbolistas. Además los nuestros habían ganado la Eurocopa. Aunque también perdieron la Copa Confederaciones pero intenté espantar los malos augurios. No soy supersticioso pero por si acaso mejor no recordar.
El partido arrancó y la cosa pintaba muy bien. Toque correcto, presión al contrario y las posesiones de balón eran abrumadoras. Todo según lo previsto, como ocurre cuando escribes una novela: los personajes controlados, las atmosferas correctas, las tramas y subtramas al servicio del escritor con el objetivo de contar lo que queremos, es decir, España gana el partido. Pero precisamente la cosa cobró más sentido cuando los personajes secundarios se revelaron para tomar protagonismo.
Fue un error pensar que los personajes no se revelan, sobre todo los secundarios. A quién no le ha pasado que teniendo un personaje menor termina por liárnosla y exigir por sus fueros más protagonismo de lo que hubiéramos deseado. Eso hicieron los suizos chocolateros con precisión de reloj de la casa. Esperaron y la ocasión llegó, pero de qué manera.
¿Mala suerte? No, es que la vida misma es así, como cuando escribimos. Siempre se debe contar con el factor “personaje secundario” dado que a nadie, sea ficción o realidad, le gusta ser el segundo. Los suizos buscaron y buscaron y ocurrió el accidente como decían en la trasmisión del partido. Una mala salida de Casillas, rebotes con suerte y un tal Fernandes, suena muy castellano, que mala pata, y gol a golpe de suerte. Personajes secundarios que toman las riendas de la novela.
Pero tranquilos, que nos queda mucho Mundial y muchas ilusiones. Los nuestros dicen que se van a dejar la piel y la afición, luego de la correspondiente pataleta dice que sigue al pie del cañón. Si es que nos apuntamos a un bombardeo.
Hay que confiar, nos piden por todas partes y los especialistas ya van dando fórmulas de lo que Del Bosque tiene que hacer para ganar. De hecho Luis Aragonés dijo que el grupo se va a recuperar que todos tranquilos. Bien, lo haremos. Mientras vamos a esperar el siguiente partido con Honduras (recuerdo aquel 82 en el que empatamos con ellos a un gol) seguiremos hablando de fútbol y memoria.
Hay un librito que os recomiendo hoy para amenizar la espera hasta el siguiente partido. “Cuando éramos los mejores” de J.J. Armas Marcelo (Temas de hoy, 1997) es uno de esos textos emocionantes, tejidos con puntadas de melancolía y ternura. Habla de de fútbol y vida.
Y tranquilos, estos hombres nos hicieron campeones de Europa. No sé si es un consuelo pero es lo que hay.
La verdad es que la cosa comenzó con el himno nacional y los rostros contenidos y concentrados a tope. Los suizos no parecían peligrosos mientras escuchaban con emoción su himno. Yo volví a confiar en que los chocolateros y relojeros no son buenos futbolistas. Además los nuestros habían ganado la Eurocopa. Aunque también perdieron la Copa Confederaciones pero intenté espantar los malos augurios. No soy supersticioso pero por si acaso mejor no recordar.
El partido arrancó y la cosa pintaba muy bien. Toque correcto, presión al contrario y las posesiones de balón eran abrumadoras. Todo según lo previsto, como ocurre cuando escribes una novela: los personajes controlados, las atmosferas correctas, las tramas y subtramas al servicio del escritor con el objetivo de contar lo que queremos, es decir, España gana el partido. Pero precisamente la cosa cobró más sentido cuando los personajes secundarios se revelaron para tomar protagonismo.
Fue un error pensar que los personajes no se revelan, sobre todo los secundarios. A quién no le ha pasado que teniendo un personaje menor termina por liárnosla y exigir por sus fueros más protagonismo de lo que hubiéramos deseado. Eso hicieron los suizos chocolateros con precisión de reloj de la casa. Esperaron y la ocasión llegó, pero de qué manera.
¿Mala suerte? No, es que la vida misma es así, como cuando escribimos. Siempre se debe contar con el factor “personaje secundario” dado que a nadie, sea ficción o realidad, le gusta ser el segundo. Los suizos buscaron y buscaron y ocurrió el accidente como decían en la trasmisión del partido. Una mala salida de Casillas, rebotes con suerte y un tal Fernandes, suena muy castellano, que mala pata, y gol a golpe de suerte. Personajes secundarios que toman las riendas de la novela.
Pero tranquilos, que nos queda mucho Mundial y muchas ilusiones. Los nuestros dicen que se van a dejar la piel y la afición, luego de la correspondiente pataleta dice que sigue al pie del cañón. Si es que nos apuntamos a un bombardeo.
Hay que confiar, nos piden por todas partes y los especialistas ya van dando fórmulas de lo que Del Bosque tiene que hacer para ganar. De hecho Luis Aragonés dijo que el grupo se va a recuperar que todos tranquilos. Bien, lo haremos. Mientras vamos a esperar el siguiente partido con Honduras (recuerdo aquel 82 en el que empatamos con ellos a un gol) seguiremos hablando de fútbol y memoria.
Hay un librito que os recomiendo hoy para amenizar la espera hasta el siguiente partido. “Cuando éramos los mejores” de J.J. Armas Marcelo (Temas de hoy, 1997) es uno de esos textos emocionantes, tejidos con puntadas de melancolía y ternura. Habla de de fútbol y vida.
Y tranquilos, estos hombres nos hicieron campeones de Europa. No sé si es un consuelo pero es lo que hay.
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