Hoy cumples cuatro años princesa. Tu madre me contó que el mismo día que naciste le sonreíste y que ya mirabas con ojillos de ardilla sabia y pícara a tu alrededor. Sabes, tienes la capacidad de devolverme a la infancia, de retar mis decisiones, de protestarme con mis propios argumentos. Me preguntas, te contesto y a veces logro convencerte pero otras me miras con recelo, con la mirada de “voy a consultarlo mejor”.
Eres aire fresco, risa de arrollo y perseguidora mía a todas horas. Cuando me llamas por mi nombre antes de irte a la cama azul de tus sueños con estrellas me haces sentir bueno y me acercas a la nostalgia aun no perdida del padre que nunca me contó una historia como las que te cuento yo.
Me gusta cuando te ríes y también cuando mi riñes como yo te riño. Te veo imitarme y siento miedo, ya ves que cosa, porque imites algunos de mis defectos. Aun así las cosas me gusta verte mirar con alegría la película de Batman o la de Michael Jordan como si fuera cada vez la primera vez y luego me la comentas.
Son cuatro años, pocos, pero son los básicos, los que gestan y fijan el carácter, esos de los que recordarás muy poco cuando seas mayor, pero de los que quizás guardes un remoto recuerdo que encienda tu nostalgia y me preguntes a mí o a tu madre cómo fueron exactamente esos años y te contemos lo felices que fuimos.
Lucía, hoy cumples cuatro años y me alegro de formar parte de tu vida. Nos esperan muchos años, los que Dios quiera, de crecer juntos, de conocernos, de ser felices. Aprenderás pronto a leer y a escribir y deseo que cuando puedas leas todo lo que yo he leído, incluso lo que he escrito para ti o para otros. Quiero oírte leer tus primeras palabras y cuando eso ocurra te escribiré un artículo, “un artículooo” dirás y yo me reiré contento y tu lo leerás y te reirás conmigo.
Eres aire fresco, risa de arrollo y perseguidora mía a todas horas. Cuando me llamas por mi nombre antes de irte a la cama azul de tus sueños con estrellas me haces sentir bueno y me acercas a la nostalgia aun no perdida del padre que nunca me contó una historia como las que te cuento yo.
Me gusta cuando te ríes y también cuando mi riñes como yo te riño. Te veo imitarme y siento miedo, ya ves que cosa, porque imites algunos de mis defectos. Aun así las cosas me gusta verte mirar con alegría la película de Batman o la de Michael Jordan como si fuera cada vez la primera vez y luego me la comentas.
Son cuatro años, pocos, pero son los básicos, los que gestan y fijan el carácter, esos de los que recordarás muy poco cuando seas mayor, pero de los que quizás guardes un remoto recuerdo que encienda tu nostalgia y me preguntes a mí o a tu madre cómo fueron exactamente esos años y te contemos lo felices que fuimos.
Lucía, hoy cumples cuatro años y me alegro de formar parte de tu vida. Nos esperan muchos años, los que Dios quiera, de crecer juntos, de conocernos, de ser felices. Aprenderás pronto a leer y a escribir y deseo que cuando puedas leas todo lo que yo he leído, incluso lo que he escrito para ti o para otros. Quiero oírte leer tus primeras palabras y cuando eso ocurra te escribiré un artículo, “un artículooo” dirás y yo me reiré contento y tu lo leerás y te reirás conmigo.
Postdata: La imágen para este artículo la eligió Lucía.