Durante la cena, mi hija me pregunta que por qué llora un chico en la tele. Su madre se adelanta y le contesta que unos hombres muy malos han matado a su padre. Lucía se queda callada, piensa en el suyo y responde diciendo que hay que meter a esos hombres malos en la cárcel. Ojalá, le digo yo, y continúan las noticias hablando de la inundación en Coslada.
ETA vuelve a matar a la desesperada. Vuelve a matar a un inocente de manera cobarde tiñendo de luto al país. Lucía pide justicia a sus cuatro años, pensando tal vez que nadie debe matar al papá de los demás. Ella no sabe que lo que es tan simple en su mente, para los adultos es un mundo lleno de políticas egoístas y de nacionalismos lacerantes. No me es fácil sostenerle la mirada a mi hija cundo me dice con la sinceridad de sus cuatro años recién cumplidos que hay que meter en la cárcel a los malos. Se me hace muy difícil explicarle que los políticos vascos vuelven (¿vuelven?) al pensamiento aquel de que unos mueven el árbol y otros recogen las nueces.
Estoy de acuerdo con el presidente cántabro: yo también señalo al PNV como colaborador necesario en toda esta violencia. Son los parientes “majos” de los asesinos, su vertiente más relajada y pseudo distanciada de la violencia. No se pueden condenar asesinatos pero desear sus resultados políticos. Es una cobardía que el “lehendakari” nos diga con tono entristecido que no es justo que sean “ellos” los que deban renunciar a su proyecto político. ¿Qué proyecto? ¿Uno basado en la violencia o sembrado de terror civil?
Nos mienten a todos y lo hacen todos en nombre de la seguridad del Estado, de las correctas relaciones entre partidos o de ocultas negociaciones. El Ministro del Interior no hace mucho, no lo olviden, se jactaba de que en su legislatura no había habido ni un solo muerto. Normal señor ministro, estaban ustedes negociando, como han negociado todos pero salvando las distancias. Es terrible que como ciudadanos asistamos al espectáculo de nuestros políticos utilizándonos para sus fines partidistas. Y nosotros no hacemos nada, sólo celebramos eurocopas, toures de Francia y medallas de oro obtenidas en unos juegos olímpicos en los que nunca debimos participar. Pero ese es otro pato que hemos pagado y del que ya hablaremos.
El hijo del brigada Luis Conde ha dicho con la voz rota que ETA no se saldrá con la suya y es verdad: no lo permitiremos, tendrán que matarnos a todos. Los acorralaremos y les meteremos en la cárcel, haremos justicia para que mi hija crea que de verdad los malos la pagan muy caro y entonces yo pueda sostenerle la mirada diciéndole con rotunda seguridad que en este país sale muy caro hacerle daño al papá de otro. Pero mientras no hagamos nada, esquivaré con vergüenza la mirada de una niña de cuatro años a la que le daremos su madre y yo el ejemplo que jamás tendrá de los políticos que recogen las nueces del árbol que con violencia sacuden los asesinos.
ETA vuelve a matar a la desesperada. Vuelve a matar a un inocente de manera cobarde tiñendo de luto al país. Lucía pide justicia a sus cuatro años, pensando tal vez que nadie debe matar al papá de los demás. Ella no sabe que lo que es tan simple en su mente, para los adultos es un mundo lleno de políticas egoístas y de nacionalismos lacerantes. No me es fácil sostenerle la mirada a mi hija cundo me dice con la sinceridad de sus cuatro años recién cumplidos que hay que meter en la cárcel a los malos. Se me hace muy difícil explicarle que los políticos vascos vuelven (¿vuelven?) al pensamiento aquel de que unos mueven el árbol y otros recogen las nueces.
Estoy de acuerdo con el presidente cántabro: yo también señalo al PNV como colaborador necesario en toda esta violencia. Son los parientes “majos” de los asesinos, su vertiente más relajada y pseudo distanciada de la violencia. No se pueden condenar asesinatos pero desear sus resultados políticos. Es una cobardía que el “lehendakari” nos diga con tono entristecido que no es justo que sean “ellos” los que deban renunciar a su proyecto político. ¿Qué proyecto? ¿Uno basado en la violencia o sembrado de terror civil?
Nos mienten a todos y lo hacen todos en nombre de la seguridad del Estado, de las correctas relaciones entre partidos o de ocultas negociaciones. El Ministro del Interior no hace mucho, no lo olviden, se jactaba de que en su legislatura no había habido ni un solo muerto. Normal señor ministro, estaban ustedes negociando, como han negociado todos pero salvando las distancias. Es terrible que como ciudadanos asistamos al espectáculo de nuestros políticos utilizándonos para sus fines partidistas. Y nosotros no hacemos nada, sólo celebramos eurocopas, toures de Francia y medallas de oro obtenidas en unos juegos olímpicos en los que nunca debimos participar. Pero ese es otro pato que hemos pagado y del que ya hablaremos.
El hijo del brigada Luis Conde ha dicho con la voz rota que ETA no se saldrá con la suya y es verdad: no lo permitiremos, tendrán que matarnos a todos. Los acorralaremos y les meteremos en la cárcel, haremos justicia para que mi hija crea que de verdad los malos la pagan muy caro y entonces yo pueda sostenerle la mirada diciéndole con rotunda seguridad que en este país sale muy caro hacerle daño al papá de otro. Pero mientras no hagamos nada, esquivaré con vergüenza la mirada de una niña de cuatro años a la que le daremos su madre y yo el ejemplo que jamás tendrá de los políticos que recogen las nueces del árbol que con violencia sacuden los asesinos.